Castelo enciende la noche con un gran aro de fuego
Como cada 7 de septiembre, desde la cima del castro de la pequeña parroquia lucense, los vecinos se unen para celebrar un rito heredado de los celtas de la Ribeira Sacra
Galicia
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Iniciar sesiónDesde lo alto del castro de Castelo, en la parroquia homónima de Taboada, en Lugo, un gran círculo de fuego iluminará esta noche. Como sucede cada 7 de septiembre, los vecinos de la localidad se reunirán para celebrar la Quema de las Fachas, un rito - ... probablemente- heredado de los pueblos celtas que habitaron la Ribeira Sacra hace siglos. Sus orígenes, de hecho, no están del todo claros y siguen suscitando debate. Pero eso no impide que, cada año, el pueblo se una para festejar -y, de paso, asegurar que perviva- una tradición que desde hace ocho años es Bien de Interés Cultural. Ahora, aspira a incorporar a su estándar la categoría de Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Hoy culminan los esfuerzos que empezaron hace más de un mes. Ya en julio, los vecinos de Castelo marchan al monte en busca de tallos secos de un arbusto autóctono, el agucio, que lleva haciendo las veces combustible desde que el pueblo tiene memoria. Es la materia prima con la que se envuelven las 'fachas', las estructuras similares a antorchas, hechas con varas de pino o abedul y de varios metros de altura, que compondrán la circunferencia ígnea de esta noche. Localizadas las zonas con mayor abundancia, al filo de agosto comienza la cosecha. El itinerario lo explica a ABC Manuel Fidalgo, presidente de la Asociación Cultural As Fachas, que cada año asume la organización de los festejos. «Cuando tienen tiempo, los vecinos van al monte y recogen el agucio. Después, a finales de agosto y principios de septiembre, empiezan a montar las fachas, cada uno en su casa».
La preparación responde a una metodología propia que se transmite de forma oral, y práctica, de mayores a pequeños: «Normalmente las hacen los padres o los abuelos para los nietos, porque les hace mucha ilusión tener por la noche su facha ardiendo. Y también es una manera de que cuando la gente joven sea mayor siga teniendo contacto con la parroquia». Fidalgo reconoce que un reto «grande» que afronta Castelo es el mismo que el de buena parte del rural gallego: la despoblación. «En 1942 vivían aquí 673 vecinos. A día de hoy, son 72», expone. Pese a todo, la quema de las fachas se vuelve para muchos un recuerdo que se graba en la memoria. «Ocurre que, cuando los chavales crecen y forman su familia, siempre acaban viniendo por la fiesta. No se olvidan de la parroquia».
Un motivo para regresar
Esta noche arderán cerca de treinta fachas. La cantidad varía cada año, aunque hace ya varios que ronda esa cifra. En el 92, que fue cuando la asociación organizó la primera Quema, solo se ensamblaron tres; pero llegaron a hacerse 49, casi medio centenar. Para Fidalgo, la Quema es símbolo de muchas cosas, empezando por la «unidad» entre habitantes, que participan juntos en los preparativos. «Significa que los que están fuera tienen un motivo para venir de vuelta. Pero también algo más que no puedo expresar con palabras. Estar allí cuando arden las fachas... esa sensación no se explica». El espectáculo, afirma certero, «hay que verlo».
Curiosamente, como se decía, los orígenes del festival están envueltos en el misterio. Hay quien dice que, por la forma del rito y el apego que tenían los celtas al fuego como elemento celebrativo, bien podría tratarse de algún ritual mágico o religioso que lograse sobrevivir varios siglos, si no más de un milenio. Otros, incide Manuel, teorizan con posibles métodos rudimentarios de comunicación o alerta entre asentamientos. En cualquier caso, está claro que es patrimonio propio de la Ribeira Sacra, habiendo tradiciones similares solamente en Vilelos y en Castro Caldelas.
Así que hoy, 7 de septiembre, los trabajos previos culminan en la localidad lucense. Los preparativos finales arrancan por la mañana, cuando los miembros de la asociación y algunos vecinos acuden al lugar en el que se celebrará el rito. Las tareas se distribuyen: unos hacen los agujeros para enterrar los palos y otros recorren la parroquia, recogiendo las fachas que compondrán el anillo ígneo, y las transportan hasta el castro. Pero, por supuesto, no todo se queda en el espectáculo pírico. «Como buena fiesta de Galicia, tiene que haber comida. A partir de las nueve de la noche al pie del castro tenemos una carpa donde va a haber un pulpero (...). Y va a estar amenizado por un grupo de música tradicional: este año tenemos a la agrupación de gaiteiros Searas, de Chantada», recapitula Fidalgo. Después, realizado el ritual y con la velada más entrada, el pueblo descenderá de nuevo al recinto de la carpa para continuar la fiesta en clave 'orquestera', a cargo del grupo La Noria. Será el pistoletazo de salida, como cada año, de las fiestas de Santa María, patrona de la localidad, que comenzarán mañana.
La celebración de la Quema poco menos que fue rescatada del olvido por la Asociación hace 33 años. Entonces estaba «a punto de perderse» y, afortunadamente, en años sucesivos logró cosechar reconocimiento. Pero los apoyos no abundan. No deja de ser una tradición que se mantiene viva gracias a una comunidad de decenas de personas, y entre los vecinos corre la preocupación de que pueda dejar de hacerse en algún momento: «Tratamos de conseguir que la fiesta tenga cada día más prestigio para que no desaparezca. Tenemos un apoyo importante tanto de la Xunta como de la Diputación de Lugo, y por supuesto del Concello de Taboada. Pero seguimos luchando por hacerla más conocida». Trabajar por que la fiesta pueda resistir el paso del tiempo es, resume, la manera que tienen de hacer justicia al legado que les dejaron sus «antepasados».
Afortunadamente, son esfuerzos que no caen en saco roto. No solamente la Quema se sigue celebrando cada año: en 2008, recibió el estatus de fiesta de interés turístico en la provincia de Lugo; y diez años después fue declarada Bien de Interés Cultural en el marco de la nominación del entorno de la Ribeira Sacra. Ahora, aspira a sumar también la categoría de fiesta de interés turístico nacional. «Porque estamos seguros de que, si lo conseguimos, la fiesta seguirá viviendo, no desaparecerá».
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