La semana

Un burdo trampantojo electoral

La izquierda gallega lleva demasiado tiempo ahogándose en la impostura. Cada día una patraña. Un ejemplo paradigmático de ello es la posición del socialismo en relación con el proyecto de ley que impulsa la Xunta para la ordenación del litoral

La izquierda gallega lleva demasiado tiempo ahogándose en la impostura. Cada día una patraña. Un ejemplo paradigmático de ello es la posición del socialismo en relación con el proyecto de ley que impulsa la Xunta para la ordenación del litoral. La semana pasada Valentín González ... Formoso anunciaba que su partido apoyaría su tramitación en el Parlamento, pero apenas unos días más tarde José Ramón Gómez Besteiro cuestionaba la seguridad jurídica de la norma y entonces el presunto líder del partido salía raudo a pedir la reforma del Estatuto para la gestión de esas competencias. Una demostración palmaria de la incoherencia en la que se asfixia el PSdeG. Una más. Porque vienen ejercitando desde hace tiempo su destreza para afirmar una cosa y su contraria sin solución de continuidad.

La clave de bóveda de todo ello es la sumisión del socialismo gallego a los desvaríos de Pedro Sánchez. En todo y para todo. Lo cual les pasa una factura cada vez mayor. Por ello, ante la proximidad de las elecciones municipales, Formoso fingió desmarcarse del Gobierno en un asunto especialmente sensible para sus candidatos en la franja costera, donde resulta incomprensible la política sectaria e irresponsable que está desarrollando el Ministerio de Transición Ecológica. Fingió. Una simple farsa. La obediencia de la franquicia no está en juego ni lo estará. Lo evidenció el líder real en la sombra del PSdeG este pasado martes al replicar punto por punto el discurso oficial de la Moncloa en contra de la regulación autonómica del litoral de la comunidad.

Todo ello es pura impostura. Un trampantojo electoral. No hay ninguna discrepancia entre Formoso y Besteiro. Solo están intentando interpretar papeles complementarios. Uno adaptando el discurso del partido a estas semanas de campaña y el otro en el rol de paladín de la Moncloa. Ambos, en cualquier caso, disciplinados, prestos a seguir las órdenes que lleguen de Ferraz. Uno y otro por separado y ahora como tándem han demostrado y siguen demostrando sobradamente su absoluta docilidad. Aplaudiendo y bendiciendo todas y cada una de las ocurrencias y los despropósitos de Sánchez y su equipo.

Lo hizo el delegado del Gobierno esta semana en su reunión con el presidente de la Xunta. Justificando los múltiples agravios a Galicia. Que sigamos sin saber cuándo y cuántos trenes Avril se pondrán en servicio en la comunidad tras haber incumplido sistemáticamente los distintos plazos que fue anunciando el Ministerio. Que el mismo departamento de Transportes se niegue a la reconstrucción simultánea de los viaductos de la A6, lo que retrasará -probablemente años- la recuperación de la normalidad en una infraestructura crítica. Que el comisionado para el Corredor Atlántico siga meses después de haber asumido el cargo sin encontrar un hueco para reunirse con los responsables autonómicos para abordar los planes e inversiones necesarias para impulsar este eje. O que Industria siga bloqueando la distribución de fondos europeos para proyectos industriales estratégicos en la comunidad como el de Stellantis en Vigo o el de Altri en Palas. Gómez Besteiro apenas es capaz de hilvanar excusas de mal pagador para cada uno de estos asuntos. Y por ello llevan a escena trampantojos e imposturas. Que se caen por su propio peso.

Incómodo y pobre papel de palmero el que ha asumido el presumible candidato de Ferraz para las próximas autonómicas en Galicia. Otorgarle a Besteiro ese rol de portavoz y avalista de los despropósitos del Gobierno subraya la sumisión plena del socialismo gallego a la Moncloa y exhibe el sucursalismo del PSdeG. Evidencia que el único proyecto que llevan a las urnas, ahora en las elecciones municipales y después en las generales y las gallegas, es el de Pedro Sánchez. Y ello hace aún más ridículo la patraña de estos días. No hay ninguna discrepancia ni bicefalia. Solo una farsa mal hilvanada para sostener un doble discurso durante la campaña afirmando una cosa y su contraria sin solución de continuidad. Un simple, y burdo, trampantojo electoral.

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