Un 'billete de vuelta' para los gallegos en todo el mundo

Ella, nieta de gallegos y nacida en Argentina, ya se planteaba trasladarse a Galicia. Al oír hablar de las Becas Excelencia Mocidade Exterior (BEME) que financian la matrícula de un máster en las universidades gallegas, los gastos de viaje y el alojamiento, vio una oportunidad para dar el paso. Siendo potencial beneficiaria —se requiere haber nacido en Galicia, tener ascendencia gallega o haber residido en ella por diez años—, pidió una en marzo de 2022, se la concedieron en julio y en agosto ya se había puesto en marcha.

Eligió el campus de Lugo de la USC para cursar un máster en Servicios Culturales, después de haber estudiado un grado de Música en su país natal. «En Argentina, lo hubiera tenido más difícil para vivir sola», relata, y la posibilidad de independizarse fue uno de los elementos que la motivaron a emprender su viaje. De hecho, su hermano Gabriel, periodista, también viajó a Galicia mediante una beca similar; en su caso, con el programa Retorna Talento FP, para estudiar Dirección de Aloxamentos Turísticos.

«Suena fácil, pero implica trámites y mucha organización: buscar piso, conseguir la documentación, empadronarse», repasa Lucía, con lo que dedicó tiempo a estudiar su estrategia de viaje «en profundidad», una práctica que recomienda seguir como norma general. Desde su llegada, cursó su máster, conoció nuevas amistades y consiguió una plaza en una asociación de música tradicional, una de sus grandes aficiones. A día de hoy, relata sentirse «más que agradecida» de haber dado con una vía como esta para 'cruzar el charco'; y lo tiene claro: «De Lugo, nadie me saca», tercia entre risas.

Isabel Rivera, natural de Verín (Orense), estuvo residiendo en el extranjero cerca de once años. Cargada de espíritu aventurero, se marchó tras terminar un grado en Publicidad y Relaciones Públicas, primero, a Reino Unido, donde permaneció casi seis, y después se fue a Alemania, cuando conoció a una pareja. «Se me cambiaron los planes por completo», reconoce, aunque sin un ápice de arrepentimiento.

Allí encontró trabajo y comenzó a estudiar un máster financiado por el gobierno alemán. Durante la pandemia, teletrabajó once meses en España, y ese fue un periodo que retrata, en buena parte, detonante del retorno a casa que decidió emprender poco después: «Con el paso del tiempo, el sentimiento se difumina y acabas sintiendo que no perteneces a ningún sitio, y es normal tener alguna 'crisis migratoria' de vez en cuando. Pero, más que eso, me di cuenta de que estaba alargando un proceso que tenía que cerrar«. En su caso, no volvió a Galicia a través de las BEME: una vez aquí, solicitó la ayuda extraordinaria para gallegos retornados —otra línea del plan autonómico, dirigida a enfrentar los gastos derivados de la vuelta—, después de recomendársela su madre.

Once años tras su partida, y de vuelta en su tierra de origen, Isabel sigue tomando su vida por las riendas. «Estoy aprendiendo un montón en la tienda de ropa en la que trabajo, llevando la parte de dirección», relata. Pero no se detiene ahí: su «objetivo» a largo plazo, revela, es moverse a otra comunidad: «Me tira mucho, por ejemplo, toda la zona de País Vasco y Navarra». Cuando decida hacerlo, además de los fondos que está ahorrando actualmente, podrá echar mano de los que guardó —con esto ya en mente— de la beca, a la que recomienda optar a cualquiera en posición de solicitarla. Fue un recurso clave, recuerda, que le permitió disponer de un colchón a su llegada, de una «libertad» que, para ella, se traduce en la capacidad para «tomar decisiones, trazar tu propio rumbo«; una doctrina de la que tanto ella como Lucía se declaran adeptas.