Annie (Leibovitz) en el país de las maravillas
El colaborador de ABC José María Paz Gago analiza la última exposición de la Fundación MOP en La Coruña, centrada en una de las grandes fotógrafas de nuestro tiempo
Annie Leibovitz: «Quiero volver a fotografiar a Rosalía, dilo en tu artículo»
JOSÉ MARÍA PAZ GAGO
LA CORUÑA
La exposición'Annie Leibovitz Photographs, 1970-1990' comenzaba dando cuenta de sus dos primeras décadas de dedicación a la fotografía centrada en el mundo de la música. Más tarde, 'Annie Leibovitz. A Photographer's Life (1990-2005)', presentada en el Brooklyn Museum of Art ... de Nueva York y en la Maison Européene de la Photographie de París, pasaba revista a los quince años siguientes de trayectoria de la fotógrafa norteamericana, leyenda viva y mito del arte de la imagen fija. Cumpliendo con esa pauta cronológica, tres lustros más tarde el libro 'Wonderland', publicado en 2021, recogía de nuevo una retrospectiva de la artista visual norteamericana. Es esa publicación la que toma ahora forma de exposición en 'Annie Leibovitz in Wonderland', de la mano de la coruñesa Fundación MOP, para mostrar al público más de medio siglo de incansable y deslumbrante trabajo fotográfico.
Leibovitz había iniciado su carrera realizando retratos –no diré «icónicos», una redundancia de lo más obvia– de las estrellas del rock and roll en los setenta, para la revista Rolling Stone, dando el salto a la moda en la década siguiente, primero desde las páginas de Vanity Fair, y después en Vogue, a las órdenes de su amiga Anna Wintour.
Mujer hiperactiva, consagrada tanto al glamour de las celebridades o a los cuerpos esbeltos como a causas sociales e incluso a conflictos bélicos, dedicó series a las temáticas más diversas, desde atletas a músicos ambulantes, desde mujeres anónimas y empoderadas con Susan Sontag, su conflictiva compañera de vida, a desnudos más o menos escandalosos pero cargados de sensualidad o imágenes de guerra.
Aparte de la larga serie sobre el Tour por América en 1975 de los Rolling Stones, expuesta en forma de archivo como contactos en blanco y negro, quizás poco adecuada al espacio expositivo del Muelle de Batería, lo más interesante son sus retratos de personalidades y sus grandes reportajes de moda, dos géneros fotográficos que se funden y se confunden ante su cámara.
Al frente de todos ellos, el que da título y sentido al conjunto de esta retrospectiva, el reportaje 'Alice in Wonderland', realizado para Vogue en un bosque de la campiña parisina en el año 2003, donde se recrean los personajes y situaciones de la célebre narración de Lewis Carroll, él mismo fotógrafo, entre otras muchas cosas. Todo un derroche de imaginación fotogénica y de fantasía visual con la modelo Natalia Vodionova en la piel de Alicia, Karl Lagerfeld como la Duquesa, Marc Jacobs en el papel de la Oruga azul o John Galliano encarnando a la mismísima Reina de Corazones.
Una ficción reconocible
Si siempre se ha dicho que los reportajes de moda nos cuentan historias, este de Annie Leibovitz es en sí una ficción fácilmente reconocible, esa fantasía en la queatravesamos el espejo para sumergirnos en otros mundos posibles o imposiblesa los que nos traslada la fotógrafa en cada una de sus instantáneas. Leibovitz ha confesado que fue Susan Sontag quien le leyó íntegramente el relato de Carrol y le ayudó a entenderlo en toda su profundidad, introduciéndola en esos mundos imaginarios de los cuentos de hadas que retratará en reportajes como 'El Mago de Oz' para Vogue en 2005 o en la ingeniosa campaña para Disney en 2007, coincidiendo además con la infancia de sus tres hijas.
Hay algo de improvisado en el montaje de esta exposición de la Fundación MOP que nos había acostumbrado a una sofisticación y a un perfeccionismo exigentes: las reproducciones, de calidad desigual, están clavadas con chinchetas a la pared; no hay prácticamente ni cartelas ni leyendas para orientar al visitante; no hay aparentemente orden ni concierto en la sucesión de las instantáneas… Quizás sea un caos y una sensación de descuido intencionales, una opción estética del propio discurso expositivo, pero tal opción resulta muy poco adecuada a una fotógrafa que cuida tanto sus originales retratos de las celebridades más destacadas del mundo postcontemporáneo.
Roland Barthes sostenía que la fotografía de moda era esencialmente una escenografía, afirmación que adquiere una significación especialmente relevante en los grandes retratos de la norteamericana, donde el escenario es tan o más importante que el sujeto retratado, descentrado y casi ocultado en ocasiones. Leibovitz envuelve a sus personajes en decorados barrocos, creando en torno a ellos una atmósfera de ensoñación con un tratamiento pictoricista, huella quizás de sus primeros estudios de bellas artes en el San Francisco Art Institute.
Rostros famosos
El barroquismo se desborda en el fastuoso cuarto en el que John Galliano toma un baño, en segundo plano, cercado por un enjambre de objetos decorativos – espejos, esculturas, cuadros, frascos, perfumes, lámparas – que ocupan el primer plano, mientras que Tom Ford habita un espacio algo más minimalista y moderno pero en el que no se ha prescindido de la acumulación de objetos sobre su escritorio, exactamente como ocurre en el caso de Anna Wintour, de espaldas, frente a un amplio ventanal atestado de marcos con fotografías y con los rascacielos de fondo.
El vestido rojo de Karen Elson deslumbra sobre el oro viejo de un suntuoso mobiliario rococó. Más clásicos son la pintura y los trofeos de caza que enmarcan al actor Ben Stiller, hundido en unos cojines de terciopelo rojo y sobre cuyo cuerpo descansa una modelo con un vestido de la misma tonalidad. Como hace en sus retratos de grupos numerosos, la imagen de George Clooney, dirigiendo una sesión nocturna de moda, está cercada por las modelos desnudas, cual ninfas de Rubens, que distraen la atención hacia el protagonista de la instantánea.
MÁS INFORMACIÓN
Improvisación, desidia involuntaria u opción estética y discursiva consciente, Annie Leibovitz revisita en La Coruña el mundo que ha vivido, ese mundo de las maravillas en el que nos invita a penetrar a través del espejo que son cada una de sus imágenes.
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