galicia
Ana Sandamil, prisión permanente revisable por matar a su hija en plena noche
por segunda vez
La sentencia elogia que el veredicto del jurado popular está «bien fundado» y pone coto a un posible recurso por parte de la defensa
El déjà vu de la filicida de Cospeito
Galicia
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Iniciar sesiónNo ha habido sorpresas en la sentencia por el asesinato de la niña Desirée Leal en mayo de 2019 en Cospeito (Lugo). Con el veredicto unánime del jurado popular, que consideró a la madre de la pequeña culpable de haberle dado muerte en ... plena noche y sin opción a que la pequeña se defendiese, el tribunal de la Audiencia provincial de Lugo condenó a Ana Sandamil a la pena de prisión permanente revisable. Es la segunda vez que la procesada escucha un fallo de estas características, después de que el TSXG obligase a la repetición del primer juicio porque la sentencia no quedó lo suficientemente bien armada en lo tocante a la afectación psíquica de la madre aquella madrugada. Esa primera vez, los integrantes del tribunal ciudadano estimaron que la afectación era parcial, lo que a la postre y tras un recurso de la defensa, motivó la anulación de la condena.
En esta ocasión, y después de un plenario de una semana de duración, quedaron menos cabos sueltos. Tras la repetición de la vista oral, el veredicto negó la afectación psicológica de Ana Sandamil en el momento del crimen y estimó que era plenamente consciente de que estaba dando muerte a su hija, lo que allanó el camino, nuevamente, para el castigo permanente. El fallo expone como hechos probados que Sandamil le suministró a Desirée «un fármaco con efectos sedantes», la trazodona, «con la intención de acabar con su vida». Para ello, disolvió el medicamento «en un líquido» y se lo dio por la fuerza. Seguidamente, y como la niña no había accedido a tomarlo, «la asfixió con sus propias manos, ejerciendo presión en su cuello y obstruyendo también sus vías respiratorias, boca y nariz, para lo cual pudo haber empleado, además, sus manos o alguno de los objetos que había en la habitación». Desirée murió por asfixia mecánica por compresión y oclusión de los orificios respiratorios y «no tuvo posibilidad de reaccionar o de defenderse» del ataque.
Tras la muerte de la niña, Ana Sandamil «acudió al dormitorio de su madre para comunicarle» que Desirée había fallecido y, posteriormente, «ingirió unas pastillas» con la intención de simular un intento de suicidio, aunque «sabedora de que esta ingesta no le provocaría la muerte». El veredicto también determinó por unanimidad que la mujer «era conocedora de la intención del padre» de Desirée de «modificar e incrementar legalmente el régimen de visitas», con el objetivo de pasar más tiempo con ella.
En un intento por zanjar la polémica, en su argumentación jurídica el presidente del tribunal subraya el «bien fundado» veredicto, según el cual Ana Sandamil «planificó» la muerte de su hija. La misma sentencia profundiza en esta idea, redondeando el veredicto, y atacando una de las principales debilidades de la acusación: el estado mental de la madre. En este punto, la Audiencia lucense reconoce la «diferencia» entre los informes de los médicos clínicos y los forenses —los primeros apuntaron a un estado de psicosis—, pero recuerda que la finalidad de las consideraciones de ambos tipos de profesionales son distintas, y se decanta por la aportación de los expertos del Imelga, igual que el jurado. «Los forenses son muy claros en que no existe relación entre la posible psicosis delirante y la muerte de la niña», recoge el auto, que también subraya la «amnesia exagerada», que «no es compatible» con las explicaciones dadas por Sandamil a su llegada al HULA. Un cierre contundente a un crimen que reabrió las heridas de la familia de la pequeña y que ayer escribió, presumiblemente, su último capítulo.
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