Alineación solar equinoccial en los petroglifos: la conexión entre astronomía y arte rupestre

Y el Sol podría también servir para conocer, hace unos 5.000 años, en qué momento del año nos encontrábamos. Jose Luis Galovart es un investigador independiente que lleva más de una década estudiando los petroglifos gallegos: esos grabados en las rocas que abundan en toda la Comunidad, casi siempre en forma de círculos concéntricos, pero también con representaciones de animales o armas. De hecho, estas últimas figuras sirvieron para datar de qué época eran: sabiendo en qué momento se habían creado las primeras armas, se conoce cuándo se hicieron los grabados. «Entre el Neolítico y el inicio de la Edad de los Metales», explica Galovart.

Pero, ¿de qué manera están conectados el Sol, los petroglifos y un prehistórico calendario? Según los hallazgos de Galovart, los hombres habitantes de la Galicia de hace 5.000 años podrían usar los círculos grabados en piedra para poder identificar en qué momento del año estaban. Concretamente, en los equinoccios. Estudió, durante años y —sobre todo al principio— a partir de poco más de un palo recto, la manera en la que la sombra proyectada por la vara al caer el sol atravesaba varios de los círculos por su centro, uniéndolos, durante el equinoccio. «Hasta cuatro o cinco, normalmente los más importantes», asegura a ABC, y deja plasmado en varios artículos publicados por su cuenta. «Es una forma de calendario muy rudimentaria», cuenta, pero suficiente.

Los equinoccios, que tienen lugar a finales de marzo y octubre, son el punto intermedio entre los solsticios —en verano e invierno— y realmente marcan la diferencia entre las épocas de calor y frío. Aunque en realidad, a lo largo del año, «las alineaciones son múltiples», la contundencia de la sombra atravesando en el equinoccio varios círculos, y el hecho de que ocurra lo mismo en petroglifos de diferentes lugares, indican al investigador que es muy probable que quien los hiciera tuviera esas nociones básicas de astronomía. «Hay gente que le da mucho valor mágico [a los petroglifos], y a veces es acogido con sorpresa que conocieran esas cosas», sentencia Galovart.

Con todo, le gustaría «que se siguiera investigando» por estas líneas que el ha abierto. Es una vía de estudio «que creo que es muy bonita para los investigadores y muy interesante para el público», dice. Y, de hecho, la semana pasada hizo una demostración del fenómeno en el concello de Cerdedo-Cotobade para los vecinos del municipio, en los petroglifos de Lombo da Costa. Lamenta Galovart que, aparte de sus hallazgos, no hay mucho material científico que estudie la posible vinculación de este arte rupestre con la posición del Sol. Por lo menos, «nada que ver con lo que yo hago».

Aunque hay miles de petroglifos en toda Galicia, para Galovart son tres los puntos más reveladores de su investigación: Mogor, Cotobade y Mondariz, «por el número y calidad de los círculos». Aunque esta alineación vaya a darse en varios yacimientos, tampoco ocurre en el 100%, aunque el investigador está convencido de que hay otros tantos que todavía no ha podido estudiar y que sí demuestran el conocimiento del equinoccio de aquellos hombres prehistóricos.