crónicas atlánticas
La Navidad de los huevos de oro
Lo que podrían ser días de fiesta por ver la ciudad de Vigo llena de turistas se convierte en pesadilla por alargar demasiado el invento
No está de más recordar de vez en cuando la fábula de la gallina de los huevos de oro. La del granjero pobre al que le regalan una gallina que pone un huevo de oro al día. Inicialmente está contento, pero con el tiempo lo ... ciega la avaricia y la abre en canal para descubrir el secreto que guarda el animal en sus entrañas. Sin llegar a ese extremo, cuando se tiene un tesoro lo mejor es administrarlo bien y buscar el término medio de explotación para no agotarlo. Ha ocurrido en Galicia con la playa de las Catedrales o con las Islas Cíes. Se han tenido que poner tope de visitantes, porque de lo contrario el placer de visitar un paraíso natural se podía convertir en un infierno de codazos y parloteo. Lo mismo puede ocurrir con la Navidad de Vigo.
El derroche eléctrico, la noria y los villancicos «non stop» han puesto a la primera ciudad de Galicia en el mapa de ocio del mes de diciembre en toda España. Con contagio, además, al resto de la comunidad autónoma. Esta semana ha sido difícil encontrar a un turista en la plaza del Obradoiro de Santiago que no haya pasado antes por Vigo. »Hemos venido a ver las luces de Vigo, y de paso hemos ido a Pontevedra y nos hemos acercado a ver la Catedral«, contestación tipo del turista de este puente. Dicho esto, las buenas ideas hay que perfeccionarlas para que no mueran de éxito. No es razonable que los vecinos del Arenal o de la calle Colón tengan que soportar ruido y fiesta de esa intensidad durante dos meses.
Lo que podrían ser días de fiesta y alegría por ver la ciudad llena de turistas se convierte en pesadilla por alargar demasiado el invento. Lo mismo ocurre con algunos espacios del casco histórico de Santiago. Se han convertido en un parque temático sin vida que incluso los propios compostelanos evitan. Abel Caballero ha encontrado la gallina de los huevos de oro. Mejor cuidarla si queremos que muera de vieja.
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