CRIMEN DE MUIMENTA
¿Sabía la madre de Desirée lo que estaba haciendo?
Una intensa semana de juicio no ha sido suficiente para despejar sin género de dudas una cuestión vital para el jurado popular. Los expertos discrepan en su valoración
Galicia
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Iniciar sesiónLos nueve integrantes del jurado popular encargado de valorar lo que ocurrió en la habitación que Desirée Leal compartía con su madre en la madrugada del 3 de mayo de 2019 no lo tendrán fácil. Tras una semana de juicio, en la sala de vistas ... han escuchado diagnósticos dispares sobre la afectación que la acusada presentaba en el momento de los hechos , que complican conocer con certeza si era consciente de lo que estaba haciendo, crucial a la hora de condenarla a una prisión permanente revisable. De entrada, el propio testimonio de la acusada no ayudó a arrojar mucha luz sobre lo acontecido. Ana Sandamil no aportó explicaciones acerca del instante concreto de la muerte más allá de que se encontró a la pequeña tendida en el suelo de la habitación cuando volvió de fumar de la galería, y que intentó reanimarla pensando que se había caído. Después introdujo la posibilidad de que la niña hubiese ingerido, por error, el contenido de una botella con medicación disuelta que ella había preparado días antes en un momento de angustia y como medio para sacarse la vida. Pero aquí no hay duda y todas las pruebas expuestas descartan esta opción.
El forense que examinó el cuerpo de la pequeña asegura sin titubeos que la niña murió por una oclusión de las vías respiratorias y por un estrangulamiento, que se pudieron producir a la vez y que se realizaron «con las manos o al antebrazo» y no con un cojín o almohada. Además, las pruebas de toxicología evidencian restos de trazodona —el antidepresivo deshecho en la botella—, pero en una cantidad mínima que, como mucho, habría adormilado un poco a la menor. Descartada también de plano la muerte por una caída accidental, las miradas se centraron en el análisis de la escena del crimen, donde aparecieron indicadores de que se podría haber producido un forcejeo con la botella, lo que explicaría los restos de la sustancia disuelta en la pared y en la almohada.
Además, en el pijama de la madre se halló una mezcla de restos de sangre de la niña y de la propia acusada. El análisis forense también determinó que se produjo una defensa que justificaría la sangre hallada bajo las uñas de la pequeña . Confirmada la muerte violenta y la implicación directa de la Sandamil, el foco se desvió hacia los psiquiatras que la trataron a la lo largo de los últimos tres años, posteriores al crimen. Y es en este punto donde los relatos empiezan a desviarse.
Según el testimonio de la especialista que atendió a Sandamil durante los meses que estuvo ingresada en el hospital de Lugo, la madre «estaba psicótica» en el momento de los hechos . Sin atreverse a decir si esta circunstancia nubló su consciencia por completo, la experta sí indicó al tribunal que pudo agredir a la niña «porque pensó que no era ella». Esta teoría entronca con los problemas que la procesada presentó en los meses previos, dudando de la identidad de su madre y de su pareja, pensando que la estaban vigilando y creyendo que algún adulto estaba ayudando a Desirée en sus juegos, que consideraba demasiado «maduros» para su edad. La primera psiquiatra que la valoró en el hospital tras los hechos detectó, igualmente, «cierta clínica psicótica» en la mujer, que «tenía un juicio de la realidad alterado», «ideas de perjuicio», y un «contacto extraño con la situación vivida», como episodios de «risa inadecuada» durante la entrevista.
Estos testimonios abrieron la puerta a que la madre de la fallecida no pudiese tener un conocimiento pleno de lo que estaba ocurriendo la madrugada del crimen, pero otro grupo de expertos derribó esta teoría. Según un informe firmado por tres especialistas que la trataron a su llegada a prisión , «en el momento de los hechos distinguía entre el bien y el mal y tenía conocimiento de lo que estaba haciendo». Es más, los psiquiatras afirmaron a preguntas de las partes que «sin negar la personalidad psicótica, lo podía haber evitado, pero no reflexionó, fue impulsiva, sabía que estaba mal . No consideramos que haya una eximente». Este testimonio, refrendado por la sabiduría profesional, allanaría el camino hacia la pena máxima pero, de nuevo, una experta de la prisión de Teixeiro volvió a sembrar la duda sobre el grado de consciencia en el crimen. Para ella, «las capacidades de la madre estaban muy mermadas en el momento de los hechos». Su diagnóstico fue claro: «Trastorno mental severo» que situó a la acusada en una «realidad paralela». Dijo, claramente, que no estaba de acuerdo con la opinión de sus colegas, lo que obligó a numerosas preguntas por parte de la presidenta del jurado y de los propios integrantes.
Mañana tendrá lugar la última sesión del plenario con la presentación de los informes de las partes. La Fiscalía y las acusaciones solicitan la prisión permanente revisable por un delito de asesinato con la agravante de parentesco, mientras que la defensa plantea una eximente completa por su estado mental , lo que implica que sea absuelta por lo cometido para decidir a qué tipo de tratamiento debe someterse. La pelota está ya en el tejado del tribunal ciudadano.
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