Robos, suciedad y narcopisos en los barrios populares de La Coruña: «Lo que estamos viendo me da miedo»
Trapicheos a plena luz del día, pisos y bajos ocupados para traficar, la creciente inseguridad y los robos sacuden algunas zona de la ciudad herculina. El barrio de Os Mallos es el paradigma esa degradación
La cuestión no es fácil de solucionar, es evidente. Pero que las administraciones podrían hacer más de lo que hacen, también parece claro. Al menos así lo consideran buena parte de sus vecinos. «Al Concello solo se preocupa de lo que pasa de Juan ... Flórez hacia allá» , lamenta Chus, miembro de la plataforma Os Mallos Unidos, en alusión a la avenida bautizada con el nombre del exalcalde coruñés, y que para muchos vecinos marca la frontera entre el centro de la ciudad herculina, mimado y humanizado, y unos barrios, ni mucho menos periféricos, más descuidados y con problemas de inseguridad creciente y palpable. El barrio de Os Mallos es paradigma y buen ejemplo de este segundo grupo.
La calle Doctor Fleming no pertenece al barrio de Os Mallos, pero está muy cerca, a poco más de cinco minutos a pie. Se localiza en el distrito Falperra, también en esa parte de la ciudad del sur, más degradada, que delimita el imaginario 'telón de acero' de Juan Flórez. Los vecinos de Doctor Fleming creyeron empezar a vivir en una pesadilla cuando a principios del 2020 al menos dos docenas de jóvenes ocuparon en su totalidad dos edificios enfrentados –los números 19 y 20 de la calle– que iban a ser reconvertidos en alojamientos turísticos. Durante meses, estos individuos, muchos violentos, sembraron el pánico entre vecinos y comerciantes por sus fechorías. Los robos, las agresiones y las peleas se convirtieron en el pan de cada día de la calle Doctor Fleming.
Mismo problema, otro lugar
Ahora, un año después, la calle ha recuperado cierta tranquilidad. Hace un par de meses los ocupas pudieron ser desalojados con una orden judicial. Los vecinos de la calle Doctor Fleming respiran, pero el problema está lejos de solucionarse. El problema, más bien, se ha mudado a unas calles. «Los que estaban aquí ya se fueron, ahora el problema está ahí arriba» . Lo relata Carlos, un comerciante de Doctor Fleming. Y lo explica a ABC señalando el cercano barrio de Os Mallos, al otro lado de la ronda de Nelle. Un ejemplo más de la complejidad del problema para el que no hay recetas sencillas y las soluciones tendrán que buscarse en varios frentes. El refuerzo policial parece indispensable, pero a todas luces insuficiente . De lo contrario, el problema volvería a cambiarse de acera, de calle, de barrio, e incluso de ciudad, pero seguiría sin resolverse.
Os Mallos es un barrio obrero de la ciudad herculina, densamente poblado, con más de 30.000 vecinos y bastante envejecido. La corporación municipal es consciente del problema. En una moción conjunta, esta semana, todos los grupos se comprometieron a poner en marcha un plan de regeneración urbana y social –seguridad, limpieza, habitabilidad, etc–. Hubo unanimidad en reconocer la complejidad del problema, pero sin concreciones.
La deriva que en los últimos meses está tomando e l barrio, ha llevado a los vecinos a movilizarse para exigir soluciones . Lo hicieron a finales de septiembre, en una marcha organizada por la plataforma vecinal Os Mallos, que reunió a medio millar de lugareños, niños, adultos y mayores, que decían que no recordaban nada igual desde que la heroína sacudió al barrio en los ochenta. La semana pasada los vecinos volvieron a las calles, en una especie de 'narcotour' con paradas ante pisos y bajos ocupados , buena parte de ellos dedicados al trapicheo.
Y es que ahí es dónde está el quid de la cuestión. El mayor problema no lo constituyen quienes ocupan una vivienda por necesidad –estos suelen intentar pasar desapercibidos–, sino quienes irrumpen también para traficar, y acaban convirtiendo la ocupación en un foco de inseguridad, robos, peleas y delincuencia , que contamina todo el barrio. Se aprovechan, además, de la multitud de pisos y bajos vacíos, que son propiedad de entidades financieras o de particulares que, por las razones que sean, los tienen descuidados.
Los comerciantes, asustados
Esto es ocurre en Os Mallos, y la calle Diego Delicado, una de sus arterias, es un buen ejemplo. Los vecinos del número 22 están hartos de los gritos que, a cualquier hora, salen del primer piso. «Todavía era peor», relata un vecino a este diario, con los anteriores 'inquilinos'. Las peleas, los robos y las agresiones eran constantes. «Al menos ahora solo gritan». Una comerciante de las inmediaciones, que en los últimos días sufrió un intento de robo, ahora prefiere tener la puerta cerrada y que los clientes llamen al timbre para entrar. «Lo que estamos viviendo, a mí me da miedo» , relata en una charla con este diario. El 'tour de la degradación' de la calle Diego Delicado lo completan –al menos– otro bajo en el que se trapichea, y un último establecimiento, cerrado, en el que su propietaria, una anciana con Diógenes, acumula un sinfín de bolsas de basura tras la verja , con el evidente riesgo de que un día haya una desgracia.
A una calle –en la avenida dos Mallos– está la mercería Manoly, uno de esos pequeños comercios de toda la vida, que regenta Nieves. Esta misma semana sufrió un atraco. Un joven entró interesándose por unos calcetines, y, «como en las películas», sacó una navaja avisando de que aquello era un atraco . «Antes cerraba a las ocho y media, ahora ya lo hago a las ocho. Y, si esto sigue así, voy a tener que cerrar incluso por las tardes», lamenta. Parecidas sensaciones tiene Samantha, del solario OasisSol, muy cerca de allí pero ya en la Ronda de Outeiro –en las inmediaciones de la estación–. En los doce años que lleva en el barrio no había visto nada igual, tanto en cuanto a los robos como al trapicheo indisimulado a plena luz del día. «Muchas personas mayores cuando bajan a la calle ya no llevan el bolso» , relata.
La situación en el barrio de Os Mallos, pero también en otros de la ciudad herculina, como el vecino distrito de Sagrada Familia, es muy sensible. El ejecutivo municipal, que alerta de no caer en el error de «agitar el populismo» ni de estigmatizar el barrio, tiene una difícil papeleta sobre la mesa. No existen las recetas sencillas para problemas complejos, pero los vecinos reclaman atención y soluciones .
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