Galicia-Norte de Portugal
La Raia se despierta con la apertura de fronteras
Los vecinos de Tui y Valença recuperan la normalidad tras tres meses separados
Los coches vuelven a cruzar el puente internacional de Tui inaugurado en 1886
La mañana es lluviosa en Tui y Silvana Crisóstomo prepara unos cafés detrás de la barra. Hace apenas unas horas, abandonó el albergue uno de los primeros grupos de peregrinos de la temporada. Los vecinos de la localidad toman ahora el relevo en ... el establecimiento que Silvana y su hermana Mónica fundaron en 2016. Pese a la decoración moderna, conserva el espíritu de esos antiguos ultramarinos donde cualquiera podía encontrar todo lo que necesitase. Además de bizcochos de chocolate y harina de espelta, se venden recuerdos, mochilas o forros polares con los que adentrarse en el Camino de Santiago.
«Sacando la semana de Navidad no ha habido nada de turismo. Tui estuvo cerrado perimetralmente, cerraron la frontera con Portugal y parecía que levantaran el Muro de Berlín con Valença», explica la propietaria de Ideas Peregrinas, un café-tienda-albergue situado a escasos metros del Ayuntamiento. Con el fin del estado de alarma, el Camino Portugués ha empezado a animarse . «Estamos contentas, pasar de cero peregrinos a tres o cuatro ya es una maravilla en estos momentos», comenta Silvana.
Silvana Crisóstomo atendiendo a la clientela en el albergue Ideas Peregrinas
Durante la última semana, la vida ha recobrado cierto aire de normalidad en la Raia. El pasado 29 de enero, el Gobierno de Portugal, asediado por una dramática expansión de casos de coronavirus en el país, decidió cerrar fronteras. La medida tuvo especial incidencia en los 70 kilómetros en los que el río Miño separa el sur de la provincia de Pontevedra del país luso. Representan apenas el 5% de los 1.200 kilómetros de linde entre España y Portugal, pero en ningún otro punto la línea divisoria está ya tan difuminada. «Yo tengo 51 años y me acuerdo vagamente de los controles fronterizos, para las nuevas generaciones el concepto de frontera no existe, para ellos fue un impacto», subraya Enrique Cabaleiro, alcalde de Tui.
La historia conjunta de Tui y Valença se remonta al siglo XIII. La localidad situada al norte del Miño había sido ya entonces una importante capital de provincia del Antiguo Reino de Galicia, pero tras la ruptura del matrimonio de su hija Teresa con Alfonso IX de León, Sancho I de Portugal ordenó repoblar y crear un área fortificada justo enfrente. La denominó Contrasta. En 1267 Afonso III de Portugal decidió cambiarle el nombre a Valença (la Valiente). Enfrentadas en sus inicios históricos, ambas localidades de la ribera del Miño son ahora uno de los mejores ejemplos de las eurociudades que promueve Bruselas . En el siglo XXI, hasta 150.000 gallegos y portugueses desarrollan su actividad laboral y empresarial a ambos lados del Miño. El intercambio de mercancías es también constante. Un estudio encargado por el Agrupamento Europeo de Cooperación Territorial Río Miño (AECT Miño), estimó que en el primer confinamiento de la primavera de 2020, se perdieron 96 millones de euros en facturación en los 26 ayuntamientos del territorio transfronterizo ante las restricciones de movilidad. Las pérdidas del último cierre están todavía por cuantificar.
En la gasolinera del polígono industrial de Areas, reposta André Martins. Residente en la localidad portuguesa de Vilanova de Cerveira trabaja en uno de los establecimientos comerciales de Tui. Hasta hace 15 días, con el puente de Goián cerrado, tuvo que armarse de paciencia para soportar los atascos kilométricos para cruzar la frontera por el único paso habilitado, a través de la autovía A-55. «Hasta dos horas estuve un día para atravesar el puente», rememora. Durante el cierre los agentes de la Guardia Nacional Portuguesa y la Policía española paraban uno a uno cada vehículo para exigir la documentación que acreditase que podían cruzar el Miño. Sólo estaba permitida la movilidad para los trabajadores transfronterizos, para el traslado de mercancías o para supuestos como el de padres separados que llevaban al país vecino a sus hijos con su ex cónyuge.
Durante el cierre se permitía la entrada de padres separados que llevaban al país vecino a sus hijos con su ex cónyugue
Como Martins, cientos de portugueses han vuelto a las gasolineras gallegas de la Raia, donde el combustible es unos 16 céntimos más barato . «Se nota mucho la apertura, tenemos muchos más clientes», confirman en el establecimiento. Antes de la irrupción del coronavirus, unos 20.000 vehículos cruzaban a diario el puente de la autovía en el que ya no hay retenciones por culpa de los controles. «Aún no llegamos a esas cifras pero el tráfico se está recuperando», indica el alcalde de Tui, Enrique Cabaleiro. A principios de mayo Portugal reabría la frontera, pero hubo que esperar hasta el pasado domingo día 9 para que Galicia saliese del cierre perimetral y recuperar realmente la movilidad entre ambos territorios.
Los coches han vuelto también al antiguo puente internacional de Tui, recubierto desde su inauguración en 1886 por una impresionante celosía metálica que a muchos recuerda al estilo de la Torre Eiffel. Con la apertura, Julio Fernández, que regenta el Bar Casa Quiroga frente al antiguo edificio de aduanas, ha recuperado buena parte de su clientela. «Estos meses han sido muy duros. Nosotros no tenemos mucho problema, porque el local es nuestro, llevamos muchos años trabajando y tenemos algunos ahorrillos , pero el que tiene empleados y tiene que pagar un alquiler es muy difícil. Aquí en la zona cerraron muchos bares y muchos siguen cerrando aún», lamenta Julio. En Portugal hasta el pasado día 3 de mayo, la hostelería estuvo totalmente parada . Joao Barbosa, camarero en el restaurante Coroa Verde de Valença, espera que a partir de ahora las cosas sean mejores. «A ver si en el verano, con la vacunación podemos ir abandonando hasta la mascarilla», asevera.
Antonio en su puesto del mercadillo de Tui
Mercadillos
Los vendedores de los tradicionales mercadillos, los miércoles en Valença y los jueves en Tui, son otros de los grandes afectados por la pandemia . El mal tiempo ha frustrado las expectativas de los comerciantes de reencontrarse con sus clientes portugueses en la feria de la localidad gallega. Apenas una decena de puestos, habitualmente se montan más de un centenar, desafían a la lluvia y el viento. «Venimos por necesidad y porque obligan las circunstancias . Yo no estoy cobrando nada, no tengo ninguna ayuda de nadie. Si hoy vendemos comemos, si no vendemos no comemos», lamenta Antonio. Espera que en las próximas semanas el mercadillo se anime con la aparición de los vecinos de Valença, pero teme que la crisis económica que ha traído el coronavirus siga frenando las ventas. «Antes esto no daba para vivir deshagodamente, pero sí para hacerlo un poco apretados. Por lo menos vivías, comías y podías hacer frente a tus paguitos. Los pagos cuando vienen son un poco fuertes, si no es el seguro del coche, es la luz, los impuestos... Yo tengo un débito de una luz porque en este tiempo del virus no pude pagarlo , menos mal que me lo han aplazado. Como yo habrá mucha gente y mucha incluso peor», relata.
Con una incidencia del coronavirus similar a ambos lados del Miño y con la vacunación avanzando en ambos países, el alcalde de Tui espera que a partir de ahora «no haya que volver a tomar medidas en lo que se refiere a restricciones en los mal llamados pasos fronterizos».