«Los protocolos cambian rápido y tiramos con lo de casa»

«Estamos desorientados. Un día salimos con cartas ordinarias, certificados y paquetes, y al día siguiente, los envíos se restringen aún más», comenta. Las recomendaciones de la empresa se limitaron a intentar no entregar los envíos en mano. «Personalmente me preocupa el contacto continuo con pensionistas. Y al igual que mis compañeros temo por nuestros familiares, entre los que hay embarazadas o padres ya ancianos», cuenta este repartidor que continúa a pie de calle, y agrega: «Llevo mal tener que lavarme las manos cada 45 minutos y no encontrar ningún servicio. ¿Cómo vamos a hacerlo en cuatro horas de reparto?».

Castro cree que los repartidores no disponen de los medios para acatar los protocolos de la empresa. «En algunas oficinas solo se ha ofrecido un gel desinfectante para toda la plantilla. Los primeros días solo nos facilitaron guantes de una sola talla. Fue un caos», comenta. Asegura que las instrucciones llegan de repente y tienen que improvisar para cumplir con los mínimos de seguridad imprescindibles: «Tiramos con las mascarillas que cogemos cada uno de casa, Correos no las considera necesarias» .