Un tesoro de luz verde
El lugar que ahora devoran las llamas es una de los principales joyas de Europa. Sólo el bosque de Killarney, al suroeste de Irlanda , puede compararse al gallego
EVARISTO AMADO
Las fragas del Eume son un entorno natural único que flanquean el discurrir del orgulloso Río Eume, desde la Sierra del Xistral (Lugo) hasta su desembocadura en el pueblo, ya no tan marinero como antaño, de Pontedeume.
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Declaradas Parque Nacional en el año 1997, ... son uno de los principales baluartes del bosque atlántico costero en Europa. Sólo el bosque de Killarney, al suroeste de Irlanda , es un caso comparable al gallego, como explica Carlos Vales, autor de «As Fragas do Eume», un libro editado a mediados de los noventa que quizá sea la visión más hermosa que hasta ahora se ha publicado sobre el conjunto. «No pervive en toda la Europa atlántica un solo bosque de estas características , tan cerca del mar y, dentro de un orden, tan bien conservado», señala el autor en este libro.
Un lugar de leyenda
Cuenta la leyenda que los pronunciados cañones del río se deben al orgullo del Eume, que quebró montañas en una carrera mitológica por llegar al mar. Cierta o no la historia, las vistas del paraje, plagados de especies autóctonas tanto cinegéticas como vegetales, son rotundas y espectaculares. Los árboles llegan hasta la misma orilla del río y solo una estrecha carretera, cortada en gran parte en verano, muestra que el hombre ha pasado por allí.
Más bien, la carretera y el Monasterio de Caaveiro, que se ha salvado de las llamas pero tuvo que ser desalojado el sábado. Ubicado en el promontorio formado por la unión de los ríos Eume y Sesín, el célebre conjunto de San Juan de Caaveiro, una joya arquitectónica gallega declarada en 1975 monumento histórico-artístico, es centro turístico del municipio de A Capela, a 13 kilómetros de Pontedeume.
El cenobio, sobre el que pende la historia de ser uno de los retiros más predilectos de San Rosendo , fue construido inicialmente por unos anacoretas, según se cuenta, en las primeras décadas del S. X (se dice que el año 943). El templo llegó a alcanzar la categoría de Real Colegiata e inclusó albergó a seis canónigos hasta que, a finales del S. XVIII, quedó abandonado al cuidado de un casero. Los vestigios con mayor antigüedad del complejo arquitéctónico de Caaveiro, erigido sobre una escarpada colina, destacan por su antiquísimo templo románico y un campanario barroco datado en el S. XVIII.
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