Luis Ojea - Cuaderno de viaje
Propósitos y realidad
El socialismo gallego sigue exhibiendo una estricta obediencia a la dirección federal del partido
Como si el 1 de enero el contador se pusiese a cero o simbolizase por lo menos la oportunidad de resetear y volver a empezar, no son pocos los que aprovechan la ocasión para trazar una lista de propósitos para los próximos meses. Hacer más ... deporte, dejar de fumar, mejorar el nivel de inglés … Todas grandes ideas. El problema es que la mayoría —sí, hay quien se dedica a hacer estadísticas sobre esto— son abandonadas en los días siguientes a su enunciación. Aun sin esos sagaces estudios, la simple observación de casos prácticos permite concluir que, sea en Año Nuevo o sea en cualquier otra fecha, muchas de esas intenciones son en efecto aparcadas y olvidadas en poco tiempo. En cualquier faceta de la vida, pero en la esfera política más significativamente por su carácter público.
Un caso paradigmático de ello es el cacareado compromiso de Valentín González Formoso de dotar al PSdeG de una mayor autonomía de Ferraz. De momento, puro blablablá. Porque el socialismo gallego sigue exhibiendo una estricta obediencia la dirección federal.
Esta semana, por ejemplo, el nuevo líder se ha felicitado de los datos de paro con los que cerraba España el 2021. En cambio, ni una palabra de que Galicia registrase la menor cifra de desempleo en un mes de diciembre de toda la serie histórica. Tampoco de que esos datos se hayan conseguido con una normativa laboral que su partido prometió derogar. O de que Pedro Sánchez haya incumplido una vez más sus compromisos y esa derogación quedase en matización.
En la misma dirección, González Formoso ha llegado a agradecer a la ministra Maroto su implicación para conseguir un acuerdo que supone apagar dos años las cubas de Alcoa en San Cibrao, pero no se le ha escuchado pedirle al Gobierno un marco energético estable que podría haber evitado llegar a esta situación o que en cualquier caso permitiría reactivar la producción antes de 2024. También su vicesecretaria ha protagonizado estas últimas semanas un caso singularmente disparatado. La también alcaldesa de Lugo y el presidente de la diputación llegaron a calificar de hito para la ciudad y la provincia la puesta en servicio del AVE entre Galicia y Madrid. Lo cierto es que hoy se sigue tardando en determinados servicios casi tanto en llegar en tren desde la capital lucense a A Coruña como desde Ourense a la Meseta.
Son tres ejemplos concretos de que nada ha cambiado en el PSdeG. Su nueva cúpula sigue tan sometida a los dictados de Ferraz como la anterior. Pese al propósito de enmienda publicitado, lo cierto es que no se detecta ningún indicio que permita vislumbrar que esa declaración de intenciones fuese más que palabrería. De hecho, todo lo que ha ido sucediendo tras el congreso de los socialistas gallegos apunta a que nada sustancial, salvo la composición de su cúpula, ha cambiado en la organización. Sigue tan cautiva de la obediencia debida a la Moncloa como presa de los enjuagues que articuló González Formoso con las baronías territoriales para tratar de estabilizar internamente la organización.
Ello explica su silencio cómplice con la estrategia seguida por Abel Caballero en Vigo para tratar de tapar la sentencia que condena a un funcionario por el enchufe de la cuñada de Carmela Silva. De hecho, el secretario general ha evitado comentar el rechazo esta semana de la agrupación olívica a investigar el caso como pedía en bloque la oposición en la ciudad. Está atrapado por el colosal error de aceptar aupar a la presidenta de la diputación de Pontevedra a su dirección.
En las próximas semanas además los congresos provinciales tumbarán otro de las intenciones declaradas por el nuevo líder del PSdeG: trasmitir una imagen de estabilidad interna. Estos días David Regades y Paloma Castro oficializaron sus candidaturas en Pontevedra, Rodríguez Villarino y Alfredo García en Ourense y en Lugo tampoco se atisba una lista única. El espectáculo continúa. Una cosa es enunciar una lista de propósitos y otra muy distinta la realidad.
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