Luis Ojea - La semana
Una izquierda retratada
La izquierda gallega aplaudiendo ante la reforma laboral: Formoso exhibiendo sumisión a Ferraz y el BNG cómodo en el rol de palmero de los independentistas vascos y catalanes
El debate de la reforma laboral —al margen de lo sucedido en la votación en el Congreso— ha dejado retratada a la izquierda de este país . En clave gallega ha evidenciado que el PSdeG de Formoso es tan sumiso a Ferraz ... como el de Caballero y que el BNG sigue cómodamente asentado en su estrategia compartida con Bildu y Esquerra. Y a escala nacional ha demostrado que el socialismo es el partido del «todo vale» —versión cutre del «no tenemos aliados eternos ni enemigos perpetuos, pero sí intereses eternos y perpetuos» de Lord Palmerston— y que el nuevo rupturismo de Yolanda Díaz ha elegido ser un movimiento neomarxista —abandonando a Karl para abrazar a Groucho— que enarbola sin pudor aquello de «estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros».
Dicho en corto: los cambios introducidos en la normativa laboral van en la dirección equivocada, pero no es la peor de las reformas posible visto lo que habían prometido PSOE y Podemos y lo que les exigían sus socios habituales. Sí, es cierto que este maquillaje, pese a lo descafeinado del mismo, entorpecerá la creación de empleo al reintroducir perniciosas rigideces en el mercado, pero también lo es que el resultado será menos catastrófico que si hubiesen cumplido realmente su palabra e impusiesen una derogación completa.
No conviene engañarse. Ni socialistas ni rupturistas se han caído del caballo como Pablo de Tarso . De hecho, tras este trágala —probablemente inducido desde Bruselas— no han tardado nada en exhibir su discurso más populista y ya mañana están convocados los agentes sociales para empezar a negociar una nueva subida del Salario Mínimo. Ese es el gran riesgo de todo esto. Que un Gobierno tan débil e irresponsable como este pueda hilvanar ahora medidas dogmáticas e irresponsables para hacerse perdonar por su clientela habitual y sus habituales socios. Ello resulta especialmente peligroso cuando quedan en esta legislatura pendientes asuntos tan trascendentales como la reforma fiscal o la reforma del modelo de financiación autonómica. En ambos Galicia se juega mucho. Y en ambos pinta mal el panorama que empieza a dibujarse.
En materia tributaria, porque lo que está preparando el Ministerio de Hacienda —vista como lo vista— es un incremento de impuestos y eso es siempre perjudicial para el desarrollo económico. Además, lo que esconde la eventual «armonización fiscal» que está tramando María Jesús Montero es un ataque directo a la autonomía financiera y política de las comunidades . A este paso el pretendidamente «Gobierno más progresista de la historia» va a acabar siendo el Gobierno más recentralizador de la democracia —ya esta misma semana impulsó una ley de vivienda que invade competencias autonómicas, tal y como evidencia el informe del CGPJ—.
No se atisba un escenario mejor en el debate sobre financiación. De hecho, las primeras propuestas efectuadas por el Gobierno apuntan a una penalización de comunidades como la gallega . Lo evidenciaba hace ya unas semanas un informe de FEDEA que identificaba elementos de arbitrariedad que sugerían que se estaba preparando un traje a medida para algunos territorios y lo han venido a certificar esta semana los cálculos presentados por la Xunta en sus alegaciones al proyecto del ministerio.
En esos dos ámbitos, el fiscal y el financiero, se juega mucho este país. Y en ambos el Gobierno parece dispuesto a desarrollar su política más sectaria e irresponsable. Porque es un Gobierno sectario e irresponsable, pero también porque quieren hacerse perdonar por sus socios habituales el haber promovido una reforma laboral descafeinada . Y sí, la votación de esta semana los ha dejado retratados. El socialismo y el rupturismo han demostrado que están dispuestos incluso a desmentirse a sí mismos con tal de agotar la legislatura y mantenerse en el poder. Y mientras, la izquierda gallega aplaudiendo: Formoso exhibiendo sumisión a Ferraz y el BNG cómodo en el rol de palmero de los independentistas vascos y catalanes.
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