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Las lecciones de Portugal

La comisión de expertos lusa lamenta la descoordinación en Pedrogão y destaca la política antiincendios de España

Un policía camina por la carretera de Pedrogão Grande en la que fallecieron 64 personas AFP

MARIO NESPEREIRA

Portugal toma nota de su desgracia. La Asamblea del país vecino viene de publicar las conclusiones de su investigación sobre incendios forestales como el de Pedrogão Grande, en el que perdieron la vida 64 personas. Durante cuatro meses, un grupo de expertos ha estado analizando todos los condicionantes que envolvieron a la tragedia, y de sus conclusiones se desprende que España, en algunos aspectos, se parece al modelo que las autoridades lusas quieren seguir.

En el informe, dado a conocer el pasado octubre, existen paralelismos entre los fuegos que asolaron Portugal a comienzos de verano y la última ola de incendios en Galicia. Si bien es cierto que las llamas en Pedrogão se originaron de un modo fortuito, «el estado de sequedad del bosque» y el clima inestable contribuyeron a la expansión incontrolada del desastre, como en el domingo «negro» gallego. «Una conjugación que en el pasado generó los mayores incendios registrados en Portugal», subraya el documento. Los expertos coinciden en señalar que los riesgos eran altos, especialmente en aquellos puntos con especies pirófitas y con una topografía favorable al voraz desplazamiento de las lenguas de fuego. Aún así, hubo errores flagrantes en la respuesta al suceso.

En primer lugar, la comisión destaca que las franjas de biomasa —llamadas a hacer de barrera natural contra los incendios—, «apenas fueron ejecutadas en un 19%». La Xunta, como publicó ABC, las retocará antes de que acabe el año para alejar los eucaliptos de las edificaciones. Por otro lado, ni los puestos de vigilancia ni los dispositivos móviles estuvieron lo suficientemente activados como para reaccionar con rapidez ante la catástrofe, a sabiendas de que algunas de las parroquias en las que se detectó el fuego estaban catalogadas como «freguesias prioritárias», el equivalente a lo que en Galicia se denominan zonas de alto riesgo incendiario. Los expertos también critican el excesivo número de miembros en el puesto de mando operativo , lo que comprometió la eficacia en la toma de decisiones.

En contrapartida, Portugal se fija de los logros cosechados por España. Menciona el «decrecimiento bastante notable» de la superficie calcinada desde 1990, «cuando dos décadas antes era aproximadamente el doble» que en el país vecino. Y describe la Unidad Militar de Emergencias (UME) —destinada a Pedrogão— como una herramienta «sofisticada», con capacidad de intervenir en coordinación con las brigadas locales.

Las recetas del relatorio para evitar otra ola de incendios pasan por vencer «el distanciamiento cultural» de la sociedad lusa hacia los incendios, teniendo en cuenta que el 98% del total son provocados. Para ello promueven mejorar las sinergias con la universidad, incrementar la formación de los agentes forestales y de los responsables públicos, o la creación de una Agencia de Gestión Integrada de Incendios Forestales bajo responsabilidad directa del primer ministro.

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