Juan Soto - El garabato del torreón
Los recuerdos de Dositeo
Discreto, trabajador y eficiente, Dositeo Rodríguez dejó la política sin reproches ni cuentas pendientes
No abunda entre nosotros el género memorialista ni siquiera metiendo en el saco aquellos ‘Documentos para a historia contemporánea de Galicia’ con los que Ediciós do Castro dio paso a cuanto testimonio personal buscase luz pública, mayormente si se enmarcaba en los «momentos máis críticos (…) ... do noso pasado inmediato», léase Guerra Civil. Me dispongo ahora a abrir los recuerdos de Dositeo Rodríguez en la ‘pax fraguiana’ , es decir, el grueso de su tarea política. A Dositeo lo esperaba el Covid en Lloret de Mar, el año pasado. Se lo llevó sin que pudiera ver publicado el libro que ahora aparece con un subtítulo, ‘El gobierno desde la cocina’, que proclama el perfil del autor: si algo caracteriza la biografía de Dositeo como servidor público es su preferencia por la sala de máquinas, es decir, por los fogones donde se guisa el cotarro. Así estuvo, junto a Fraga, entre 1990 y 2005, aunque la actividad pública de Dositeo es muy anterior al desembarco de don Manuel en la Xunta.
Dositeo era lugués de San Clodio de Ribas de Sil, al sur de la provincia. Ya en la capital, algunos lo recordamos echando una mano en el restaurante familiar, al tiempo que preparaba oposiciones al cuerpo de Intervención del Estado. Durante años, no hubo iniciativa cultural ni proyecto social en Lugo en los que no participase Dositeo, siempre desde la más absoluta discreción y siempre con eficiencia. Fue pieza clave en el nacimiento del Colegio Universitario, germen del campus actual. Formó parte de las primeras directivas del cine-club ‘Valle-Inclán’ y contribuyó a la puesta en marcha del Club Político, respiradero de libertad y tribuna para las propuestas partidistas en la primera transición.
La entrada de Dositeo en la selva de las siglas se produce de la mano de Otero Novas, o sea de la UCD, partido del que fue vicepresidente provincial. Lo era en 1979, cuando aceptó la gerencia de la Universidad de Santiago, que desempeñó con enorme eficacia. Una vez consumado el harakiri centrista, se integra en Alianza Popular, inicia una estrecha colaboración con Albor y se hará cargo de la ‘Intervención Xeral de la comunidad autonómica’.
Cuando Fraga decide jugar la baza gallega, sabe muy bien que Dositeo será pieza imprescindible en su proyecto . De hecho, es a él a quien encarga la coordinación de las quince comisiones que elaboraron el programa con el que Fraga ganó las autonómicas de 1989. Desde entonces y durante casi diez años trabajará codo a codo con don Manuel desde la Consellería de Presidencia, herramienta clave en el engranaje autonómico.
Discreto, trabajador y eficiente, Dositeo dejó la política sin reproches ni cuentas pendientes . Soportó estoicamente un histérico episodio de la Fundación Camilo José Cela, del que salió limpio de polvo y paja. Y un día, hace ya más de un año, se fue con su estilo de siempre: anónimo y silencioso. Lo leeremos con atención.
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