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Juan Soto

Al menos, un poco de dignidad

Sin darnos respiro para reponernos de lo de As Pontes, ahora nos echan encima lo de Alcoa

Si la conciencia política fuese planta de cultivo arraigado en Galicia, el revolcón que el 10-N se iba a llevar aquí la franquicia autonómica del PSOE dejaría en pañales al sufrido en toda España por el PP en las últimas generales, cuando pasó de 137 a 66 diputados. Porque cualquier solicitud de voto apelando al principio de la razón práctica se convierte en una burla sarcástica si procede del partido responsable del terremoto que está a punto de producirse. Principal responsable, sí: sin excusas ni subterfugios.

Se disfrace de lo que se disfrace el muñeco, lo cierto es que, sin darnos respiro para reponernos de lo de As Pontes , ahora nos echan encima lo de Alcoa , un trastazo que puede suponer el derrumbe de la urdimbre social, económica y empresarial de A Mariña, con repercusiones gravísimas sobre el conjunto de la provincia y de toda Galicia. Y con esa tormenta a punto de descargar, la ministra Maroto , responsable (todavía) de la cartera de Industria, se pasea por San Cibrao sin que de sus labios ni de su caletre salga ni una palabra esperanzadora ni una sugerencia para atajar un problema, el del marco tarifario en el estatuto electrointensivo, que concierne de lleno a sus competencias.

La señora Maroto pasó por la factoría de Alúmina como quien entra en una boutique de la calle Serrano : sin romperse, sin mancharse y sin dirigir a las empleadas ni una mirada de desprecio. Luego cayó por Lugo, donde echó una firma en el Libro de Oro del Concello. Nadie tuvo aquí la caridad de informarle de que la factoría de Alcoa da empleo directo a unas mil personas y representa algo más del 30 por ciento del PIB de la provincia. El presidente de la Diputación , «calado como un peto», que es ave trepadora. Y la señora alcaldesa… Bueno, la inanidad de la señora alcaldesa es de las que hacen época, porque ella está obligada a saber, mejor que nadie, que el cierre de Alcoa provocará que muchas familias luguesas tengan que emprender el áspero camino de la emigración. ¿Le suena? Si no le suena, que pregunte.

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