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Juan Soto - El garabato del torreón

Cunqueiro no es tan fácil

En los escaparates otro libro con Cunqueiro dentro, Celebrémoslo. Nunca sobra. Pero queda mucha tierra por explorar

En la calle, presentado, reseñado e incensado, otro libro con un Cunqueiro dentro. Un Cunqueiro, uno más, porque Cunqueiro es inabarcable e inagotable, y así hay un Cunqueiro narrador y un Cunqueiro poeta y un Cunqueiro articulista y un Cunqueiro epistológrafo y un Cunqueiro de juegos florales y otro de erudiciones prodigiosas, como hay un Cunqueiro galleguista esencial y un Cunqueiro falangista accidental. Y así, sumando cunqueiros como moneda de curso literario, se podría llegar hasta el infinito. ¿Qué dirían hoy los ‘menciñeiros’ de don Álvaro sobre la pandemia de estas horas?

Uno tiene la impresión, ya de antiguo, que Cunqueiro, siempre citado con exceso, siempre abusivamente manoseado, sigue siendo un escritor mal leído. Y a veces se asombra uno de que entre la pululante cofradía de sedicentes cunqueirianos no aparezca un cunqueirólogo entero y verdadero, capaz de desentrañar a fondo el pluriforme cosmos literario que se extiende desde la leyenda artúrica y el mito celta hasta los experimentalismos vanguardistas del tiempo nuestro.

Sale ahora otra colectánea periodística, con mucho material trillado un millón de veces. Ese cajón, el del escritor en periódicos, no tiene fondo . Todavía falta mucho «Arriba» (allí lo llevó Alejandro Armesto, a quien Fole se le resistió), con las ilustraciones de Fernando Chausa, Vieja Guardia, ex-cautivo, alférez de complemento. Y mucha carta (Suevos se fue sin soltar las suyas, volanderas desde Vigo a Ortigueira), casi todo el papel epistolar cruzado con Alfaro y con Sánchez Mazas y con Ridruejo y con Mourlane Michelena y con Manuel Machado, toda aquella gente azulona, de muy buena pluma, confusa siempre y alborotada a veces, las plumas de «Musa Musae», la tertulia de los falangistas con la estilográfica en el bolsillo de la camisa azul.

En los escaparates, otro libro con Cunqueiro dentro. Nunca estorba. Celebrémoslo. Pero queda mucha tierra por explorar .

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