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José Luis Jiménez - Crónica

Besteiro, el regreso (I)

La imagen de este martes ha sido el retorno de José Ramón Gómez Besteiro a un acto del PsdeG después de que dimitiera en marzo de 2016 por las causas que la juez Pilar de Lara le había abierto. De aquella montaña de corrupción apenas quedan migajas

Besteiro, saludando, durante el Congreso en la capital gallega MIGUEL MUÑIZ

José Luis Jiménez

Este congreso del PsdeG tiene, en realidad, poca historia. Ya se sabe desde hace semanas quién va a liderar el partido , y que todo apunta a que va a ocupar con su gente los puestos de mando, con las correspondientes cuotas por territorios y baronías, como gusta siempre recalcar a Gonzalo Caballero. Ayer su informe de gestión recibió apenas un 30% de respaldo de los delegados socialistas, una despedida anodina rodeada del ruido que él mismo ha generado para intentar que se le haga hueco a su gente en la nueva etapa. Bajó del escenario tras su relato y se fue a la fila trece, rodeado de sus fieles, que los tiene. Ya se encargó él de colocarlos en el grupo parlamentario a modo de herencia para Valentín González Formoso.

Dicho lo cual, a falta de que el miércoles Pedro Sánchez bendiga al nuevo secretario general y de que éste la reciba con un mensaje que ilusione a la tropa, el congreso se mide en base a gestos, guiños, momentos pequeños pero que permiten realizar lecturas más amplias. La imagen de este martes ha sido el retorno de José Ramón Gómez Besteiro a un acto del PsdeG después de que dimitiera en marzo de 2016 por las causas que la juez Pilar de Lara le había abierto. De aquella montaña de corrupción apenas quedan migajas. Y Valentín lo quería en el congreso , a modo de rehabilitación, y quién sabe si alguna cosa más. En los saludos, el nombre de Besteiro fue de los más aplaudidos. Él, en primera fila, se levantó para agradecer el gesto; Formoso se puso también de pie, y numerosos asistentes. Desde su fila trece, Caballero cruzaba los brazos y miraba al infinito.

Formoso no se escondió. «Es una maravilla volver a ver en público a José Ramón Gómez Besteiro», confesó desde el atril. Otra ronda de aplausos, otro reconocimiento tardío del PSdeG a una víctima de una mala juez. El grueso del plenario puesto en pie; el aplaudido, sonrojado por el momento. El regreso de Besteiro no es sino la constatación de que no ha estado ausente estos años de lo que sucedía dentro del partido, que es el suyo. Ha permanecido callado, al menos en público, pero su mano se ha dejado sentir, sobre todo en estas últimas primarias, para hacer que su amigo González Formoso ganara el puesto que él ocupó. De las palabras a los hechos, y por eso este martes ha compartido algo más que foco con los líderes del partido. Del recorrido que pueda tener este regreso se pueden escribir largas crónicas interpretativas, pero casi habrá que esperar a que se entierre definitivamente su calvario judicial. Parece cuestión de tiempo, el que también dirá si esta crónica tiene segundo capítulo bajo el mismo título.

Por el atril en este primer día hubo mensajes para quien quisiera escucharlos. Santos Cerdán, fontanero mayor de Ferraz tras la destitución de José Luis Ábalos, tiró de argumentario grueso contra la derecha como origen de todos los males. Pero también dejó recados: Formoso tiene «el derecho de montar el equipo» que él considere, y que una vez que vota la militancia en primarias «nos ponemos a disposición de quien ha ganado, en la primera, segunda o tercera fila, o donde nos toque». Y que Caballero lo interprete como considere, pero que si perdió en las urnas, no sería mala cosa que se fuera del Parlamento porque su tiempo pasó. Su remuda como portavoz parlamentario parece cosa hecha.

En realidad lo mollar de este primer día de congreso va a pasar fuera del Palacio de Congresos de Santiago de Compostela, en los pasillos y conciliábulos donde se van a negociar puestos, cuotas y representaciones. Hasta última hora de la tarde habrá trasvases , órdagos, ofertas y contraofertas, bajo la premisa de que el miércoles se fragüe una votación con un apoyo masivo. La duda (si acaso la hubiera) era dónde iba a colocar Formoso a su hombre fuerte, José Manuel Lage, confirmándose que ocupará la secretaría de organización, la sala de máquinas del partido.

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