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José Luis Jiménez - ANÁLISIS

Andalucía se abona al modelo gallego de la estabilidad política

No ha sorprendido a ningún elector de Galicia ni el formato de campaña de Juanma Moreno ni sus maneras de presidente. Los derechos de autor bien podrían pertenecer a Núñez Feijóo. El resultado andaluz refuerza el proyecto de Rueda, aunque hay matices

José Luis Jiménez

Sí, también Galicia se jugaba algunas cosas en las elecciones del domingo en Andalucía. Si Moreno Bonilla salía de las urnas hipotecado por Vox, el argumentario de la oposición gallega iba a seguir engordando el relato de que el PPdeG se echaba en manos de la ultraderecha. Ahora van a necesitar nuevas ocurrencias. Parecía que el modelo de la moderación, el ‘estilo Feijóo’ que ganó cuatro mayorías absolutas , era un matojo que solo podía crecer en Galicia, quizás por lo de que llueve mucho. Pero que si calentaba el sol más de la cuenta pasado el Padornelo, se secaba y moría, para dejar paso al cactus espinoso del ‘formato Ayuso’, combativo, pugilístico, de gresca ideológica y regionalpopulismo a partes iguales. Los sabios capitalinos despreciaban la flora más allá de la M-30.

Andalucía deshace el tópico climático y avanza el final de los extremismos: puede que estén ahí, pero las mayorías no quieren ruido, ni estridencias, sino gestión y honestidad en la misma.El matojo ahora es planta de interior, florece y parece que aspira a convertirse en trepadora por el resto de la geografía estatal. Los sabios capitalinos ahora se rinden a sus virtudes. Es una buena noticia para Alfonso Rueda, que ve reforzada su apuesta por la continuidad del modelo existente , al que ahora tendrá que añadirle su toque propio. Aunque hay un matiz no menor: Moreno no tenía desgaste de gestión porque él era la alternativa al monólogo de 37 años socialistas; en Galicia, el soliloquio es conservador, y Rueda lleva 13 años formando parte de un mismo ejecutivo. La carta de ser alternativa al poder establecido no está en su mazo.

No ha sorprendido a ningún elector gallego el formato de campaña de Juanma Moreno, ni tampoco sus formas como presidente. Tampoco la cintura para esquivar controversias en los debates electorales. Ignoro si Feijóo cobrará derechos de autor, pero parece evidente la influencia. Si, dos tierras bien distintas la andaluza y la gallega, pero sus líderes comparten un mismo patrón . En la oposición hay una realidad endógena en Galicia respecto al sur: aquí existe una amplia masa ciudadana con sentimiento nacionalista, que se va al 20%, y que no encuentra traducción en el esquema político andaluz... salvo que el nacionalismo gallego troque en español, y lo llamemos Vox. Si uno vee los planteamientos lingüísticos de uno y otro, por momentos se tocan en su radicalidad. Uno solo quiere autonomía y un Estado hueco; otros quieren dinamitar la autonomía y que el Estado todo lo pueda. El ying y el yang. Pero apunten todo esto en el terreno del juego retórico.

Donde realmente hay similitudes es en ese viejo centro-izquierda que ocupa el PSOE, aquí PSdeG. Lo de prestarle votos al PP no es un fenómeno andaluz: Feijóo construyó sus últimas tres mayorías sobre las papeletas que eligen alcaldes socialistas en Vigo, Lugo, Santiago o La Coruña. Un centro-derecha transversal, que no genera rechazo, es el bálsamo de un votante que esquiva los extremos. Vox. BNG. Vaya, se repite el símil. Es de agradecer que tras las elecciones de junio de 2020 no saliera Adriana Lastra a decir que Feijóo sacó su mejor resultado electoral gracias a los fondos europeos de Pedro Sánchez y que la fecha de los comicios se dispuso para perjudicar a Gonzalo Caballero. Se habría ahorrado un bochorno como el del pasado domingo en Ferraz . Si no lo hizo, seguramente, fue porque no le importó un ápice que se culpabilizara del tortazo socialista al entonces candidato, luego profusor de gritos de ‘tongo’ en el congreso de su sucesión.

Lastra aparte, el PSOE-A y el PSdeG coinciden -tanto antes como ahora- en un inexplicable seguidismo de Sánchez y la gestión de un Gobierno al que la opinión pública hace tiempo que dejó de entender. El Ejecutivo toma decisiones en forma de princesas que se convierten en sapos a los pocos días. El barco se hunde, la marca no flota . Inasequible al desaliento, González Formoso se abona a las loas a Sánchez, aunque lejos todavía de la ración doble diaria de propaganda de José Miñones, el delegado que no resuelve problemas pero nos regala cifras de planes millonarios. Tan perdido el PSOE-A como el PSdeG. En eso no se parece ni al BNG ni a Vox, que sí saben qué quieren, aunque sea lo opuesto.

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