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ENTREVISTA

Iván Mariñas, tercero en Masterchef: «Asumo con deportividad el puesto, pero creo que merecía más»

«No he tenido un solo contacto con Andy desde que hemos salido. No somos compatibles», reconoce el gallego sobre su gran rival en el concurso

Iván Mariñas, tercer clasificado de la última edición de Masterchef CEDIDA

Rubén Ventureira

Iván Mariñas (A Coruña, 38 años) fue desde el primer programa uno de los grandes favoritos –seguramente, el número uno– al triunfo final en “Masterchef”. Se ganó el apodo de “El Gallo” del programa, y presume de haber ejercido ese papel entre sus compañeros, el de amo del corral. Pero finalmente los jueces lo situaron en el tercer lugar. Cree que no acertaron con esa decisión.

¿Qué experiencia previa en la cocina tenía antes de entrar por “Masterchef”?

Mi experiencia es que desde pequeño asumo la responsabilidad de acabar los platos que deja mi madre medio hechos por la noche, porque trabajan los dos y porque llegan a las tres y pico, y yo salgo del cole a las dos. Tengo esa horita para acabar de confeccionar el menú familiar. Lo hago desde los diez, once años. Me empiezo a involucrar en la cocina y parece que no se queman las cosas, y me empieza a gustar cada día más. Después de mi emancipación, cada vez me gusta más cocinar. Siempre muy ligado al producto marino, porque hago pesca submarina. Me empieza a gustar coger recetas y cambiarle cuatro cosas. Y como se me iba dando bien, y la gente me decía «qué bueno está esto», pues sigo insistiendo. En fin, un cocinero de casa

También se definió en el programa como un «ex gordo»

Sí, y que por eso no tocaba mucho los postres. Pasé una adolescencia bastante pasada de kilos, con inapetencia total hacia el movimiento. Pero hay un momento en mi vida en que cambio el chip y digo que hay que empezar a hacer deporte, me empiezo a cuidar, y acabo estudiando Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, en mi ciudad, y haciendo un máster en salud, y teniendo como trabajo entrenar a gente que, entre sus objetivos, es conseguir un peso idóneo.

¿Recuerda cuánto llegó a pesar?

100 kilos.

¿Qué dice ahora la báscula?

En 78. Mido 1,87. Cuando más gordito estuve fue de las 8 a los 14 años. Yo pegué un estirón con unos 14 años, y fue justo cuando me apunto a un gimnasio para hacer kárate y le meto horas y horas. Con el estirón, con esos 100 kilos no se veía tan gordo como cuando pesaba 80 y era un niño.

Pongámonos en la semana uno. ¿A quién veía como los tres favoritos?

Me hubiese puesto yo, y después [duda]... Me pones en una tesitura porque quiero ser totalmente sincero... Como rivales fuertes en principio vi a Adrienne, porque tiene un sentido de la estética muy bueno, y a Alberto.

¿Le sorprendió la evolución de Ana, su estirón en los últimos programas?

Creo que Ana es una persona que se ha adaptado muy bien a la situación. Es un carácter tan retraído que igual te sorprende más que llegue tan arriba. Más que un estirón yo creo que hay un redescubrimiento, un momento de maduración personal de una niña, niña al lado de los demás, en una selva de gente más adulta. Creo que lo hizo bastante bien.

Tuvo además más tiempo para preparar el menú del combate final

Como consigue la chaquetilla antes, tiene más tiempo para prepararlo, sí.

En ese combate final, usted hace un homenaje a la cocina gallega

Lo tenía claro desde mucho antes. Si llegaba a la final, quería hacer un menú de mi tierra y que dijese quién soy, y todo lo bueno que tenemos en esta tierra.

¿De qué plato estás más satisfecho de todos los que ha cocinado?

El primer arroz que hice: estuve un mes practicando el arroz, buscando los matices. Hay un arroz en el cuarto programa en Murcia que queda catalogado como el mejor arroz de todas las ediciones: vi la cara de la gente flipando. Pero yo creo que los platos de la final son brutales.

¿Cree que el resultado final fue justo?

Sinceramente, te digo que no. Las valoraciones daban a entender que iba a rascar más puestos, pero al final esto es una decisión de un grupo de personas. Asumo con deportividad el puesto, pero creo que merecía más.

¿Cuánto más merecía? ¿Segundo? ¿Primero?

La evolución, el paso por el programa, la forma de adaptarme, la forma de liderar a los equipos en los exteriores, que es lo más parecido a una cocina profesional... Me quedo con eso, y con las palabras de Joan Roca, que hablan por sí solas. Habla del menú más atrevido, de coherencia, de honestidad.

En cuantos a los chefs, Pepe le apoyó desde el principio, pero a Jordi le costó ganárselo y tuvo que amansarse un poco...

Creo que la palabra no es amansar. Yo soy un toro bravo y estaba en una plaza que no conocía; pasado el tiempo, fui conociendo y supe más por dónde tirar. Al final uno tiene que saber adaptarse, y esa es una cualidad que he tenido toda la vida. Los jueces me pedían más y más porque sabían que podía darlo.

¿Existió realmente una rivalidad con Andy o hubo un punto teatral para amenizar el programa?

La rivalidad es real. En el segundo programa, él dice que la casa donde convivimos estaría más a gusto sin mi presencia. Eso no era su competencia decirlo, tiene que hablar por él. A partir de ese momento, cuando a Andy le preguntan, Andy siempre tiene e Iván en la boca. Y lo único que hace Iván es darle zascas cada vez que intenta desestabilizar la situación.

¿Tiene el teléfono de Andy?

No he tenido un solo contacto con Andy desde que hemos salido. Para mí es un competidor que estuvo en la misma aventura, y una persona que me tuvo entre ceja y ceja durante todo el programa. No tengo ningún tipo de relación con él, pero la que hemos tenido pienso que ha sido siempre cordial, porque la educación y el respeto está por encima de todo. No somos personas compatibles, no tenemos feeling, no vemos la vida de la misma manera. Yo soy muy de estar con todo el mundo y él es un lobo solitario con un mensaje muy pretencioso.

El espectáculo de Saray, ¿cómo lo juzga?

Hay una máxima en mi vida: no hacer caso a quien no se lo merece. No me quiero pronunciar.

¿Cómo fue exactamente el confinamiento? ¿Dónde lo pasaron? ¿Estudiaron y practicaron mucho?

Nosotros estuvimos en una urbanización, en una casa muy grande en las afueras de Madrid donde vivimos los últimos ocho aspirantes. Estuvimos encerrados totalmente, sin salir a la compra ni pasear perro alguno. Aproveché para curarme un corte en el dedo muy importante: cada vez que tenía que trabajar, lo hacía con un látex en el dedo, pero eso hacía que el corte se cociese y no llegase nunca a curar. Además de regenerar el dedo, teníamos una biblioteca y aproveché para leer de cocina. También me sirvió para practicar muchísimo. Practicaba por la mañana, por la noche, de madrugada; no tengo un sueño muy definido y a lo mejor a la una de la madrugada me ponía a cocinar. Ahí empecé a practicar técnicas que no había hecho. Y los postres.

Recientemente le han visto por Coruña con algunos concursantes. ¿Ya han ido al pueblo de Juana a hacer «edredoning», tal y como propuso la «abuela»?

[Risas] Aún no. Va a haber una fiesta cumpleaños de Sito a mediados de julio y yo tengo pensado ir.

Andy va a colgar la toga. ¿Usted va a colgar el chándal? ¿Cuáles son sus planes inmediatos?

Colgar el chándal no tiene sentido porque la vida sin movimiento no tiene sentido. Mi idea es fusionar estos dos mundos del deporte y la gastronomía, articular menús que no te obliguen a comer solo lechuga con aceite. Hay una comida saludable y nutritiva con muchísimo sabor y es en eso en lo que vamos a trabajar.

Trabajar, ¿cómo? ¿En un restaurante?

Estamos como estamos. El ganador de la pasada edición iba a abrir un restaurante y por lo que ha pasado se convierte en un «delivery». Vamos a tener los pies en la tierra, vamos a ser personas cautas. Tener un restaurante sería un sueño, pero hay que saber cuándo, cómo y de qué manera.

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