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La ceremonia supuso la entrada en la ría del «Carrasco», nombre con el que fue bautizado este buque de investigación oceanográfica con capacidad polar de 95,3 metros de eslora, 18 de manga y 5,95 de calado —detalla Ep—, que dispone de cubierta porta-helicópteros, sistema integrado de navegación , casco con clasificación polar, laboratorios de geología marina, de oceanografía, húmedo, seco, de química y de levantamiento hidrográfico, gabinete meteorológico y compartimento de descarga de datos hidro-ocenográficos.

Feijóo aprovechó este acto para repasar la cartera de pedidos del naval y hacer balance de la evolución de la situación en los últimos dos años, en los que «se pasó de un sector que zozobraba a uno que navega a velocidad de crucero». Con la «profesionalidad de los astilleros y sus trabajadores y la implicación de la Xunta», destacó que se pudo convertir «un sector paralizado al que se miraba con preocupación , en un sector en pleno dinamismo y cuyo futuro se contempla con ilusión».

Sus palabras fueron matizadas, no obstante, por Jesús Feire, presidente del astillero olívico, quien ve un horizonte de «esperanza», pero advierte de que «aún está renqueando» como consecuencia de la crisis económica, la caída del precio del petróleo y el «tax lease», por lo que pidió colaboración institucional para generar «un efecto multiplicador» y que el naval «termine de arrancar» en la Comunidad.

El presidente de la Xunta, que no dio por confirmados los buques para Australia valorados en 500 millones de euros y con trabajo para cuatro años, estimó que en solo dos años los barcos encargados en la región han pasado de 9 a 19, con lo que tres de cada diez embarcaciones que hoy se construyen en España se desarrollan en Galicia.