CINE
Las fotografías animadas que llegaron hace 125 años
El Circo Coruñés acogió, en septiembre de 1896, la primera proyección de cine realizada en Galicia. El público pagó entre 50 céntimos y una peseta por ver ocho «peliculitas»
Ruben Ventureira
grandioso descubrimiento! ¡Última maravilla del siglo!», proclamó el diario coruñés El Telegrama hace 125 años. ¿De qué se trataba?: «Una serie de fotografías en movimiento, ampliadas por una poderosa lente y proyectadas sobre una superficie blanca, constituyeron en resumen el mecanismo del Cinematógrafo. ... La ilusión es perfecta, resultando una hermosa colección de fotografías animadas», se extendía este diario, que, como veremos, se equivocaba de aparato, pues no era un cinematógrafo el autor de tal maravilla.
Era, eso sí, lo nunca visto en estos lares, y algo que solo se había disfrutado en poco más de diez ciudades españolas. Esa primera sesión de cine en la entonces llamada «región» gallega tuvo lugar en el Circo Coruñés el 2 de septiembre de 1896, y estuvo reservada a autoridades y prensa. A la jornada siguiente se abrió al público en general, que pagó entre 50 céntimos y una peseta –todo un dineral entonces– por disfrutar de ocho «vistas», que era como entonces se llamaban a esas peliculitas de aproximadamente un minuto de duración que sus autores realizaban con luz natural y sin mover la cámara. Al igual que los VIP, estos espectadores cayeron rendidos ante el nuevo invento. Durante los días siguientes fueron cientos los coruñeses, y se supone que forasteros, que se acercaron hasta la ciudad de cristal para disfrutar de aquel entretenimiento. Se ofrecía –gracias a la iniciativa de unos empresarios llamados Pedregal y Ramos– en el Circo Coruñés, una instalación provisional, con capacidad para 2.000 espectadores, situada en el mismo solar en el que hoy se levanta la Autoridad Portuaria de A Coruña. Las iniciativas culturales siempre eran muy bien recibidas en aquella ciudad finisecular, a los que los más entusiastas cronistas locales calificaban como «la pequeña París» debido a su amplia oferta de entretenimiento, que incluía desde los escaparates de los comercios (donde los pintores y fotógrafos realizaban exposiciones, entre ellos un joven llamado Pablo Ruiz Picasso) hasta la oferta del Teatro Principal (hoy Rosalía).
Lógicamente, no se conocía el concepto de destripe, pero lo que hizo El Telegrama en sus crónicas hoy será considerado como tal. Poco más pasaba en aquellas películas que lo que contó este diario: «Ya es un tren que entra en una estación; sus ventanillas se abren, asómanse los viajeros; varios empleados colocan fardos en los furgones; algunos viajeros bajan al andén; es, en una palabra, la más sorprendente realidad. Un prestidigitador efectúa diferentes escamoteos y transformaciones; un bote se acerca á tierra y sus tripulantes saltan a la playa... En fin, la ilusión más perfecta y uno de los espectáculos más curiosos que se conocen. Todos los concurrentes quedaron complacidísimos de la exhibición». El 13 de septiembre se acabó el espectáculo. Los empresarios se fueron con el cine a otra parte.
¿Qué películas se exhibieron durante esos días en la ciudad herculina? No eran filmes Lumière (la primera localidad gallega en la que se proyectaron películas realizadas con cinematógrafo fue Pontevedra el 17 de abril de 1897). El aparato que se empleó en esta sesión pionera en Galicia fue el mismo que se usó en la primera que se hizo en España, la que acogió el Circo Parish de Madrid el 11 de mayo de 1896. Se trataba de un animatógrafo, patente del británico Robert W. Paul, uno de los grandes del cine primitivo mundial. En cuanto a los títulos, hemos identificado algunos de ellos. Maticemos de entrada que los programas no siempre se compusieron de las mismas ocho vistas, sino que hubo variaciones para animar a los espectadores a que volviesen a pasar por taquilla. Dos de las películas fueron de temática deportiva: «Henley Regatta» (1896), realizada por Robert W. Paul en julio de 1896 durante una famosa competición de remo (Real Regata de Henley), y The Derby (1896), rodada por el mismo autor en junio de 1896 en el derby hípico de Epsom. También llevan la firma del pioneiro británico «Arrival of the Paris Express» (1896), en la que unos pasajeros llegan a la estación de Calais, y Blackfriars Bridge, rodada en ese puente londinense, por el que los asistentes vieron circular carruajes y paseantes, algunos de los cuales mira a cámara. Otro de los filmes que vieron los coruñeses durante aquellas jornadas de cine británico fue «On the Calais Steamboat» (1896), en la que contemplaron a Yvette Guilbert –cantante y actriz famosa– a bordo del SS Victoria. Ni el animatógrafo ni los muchos aparatos que se pusieron en circulación a finales del siglo XIX y principios del XX aguantaron el pulso comercial al cinematógrafo, que se acabaría imponiendo a todos ellos.
Nada se dice en las crónicas, pero damos por seguro que entre los espectadores que acudieron a las sesiones del Circo Coruñés estaba José Sellier, prestigioso fotógrafo que había nacido en una localidad muy próxima a Lyon, cuna de Auguste y Louis Lumière. Al año siguiente, Sellier, siempre atento a las novedades de material en su campo, viajó a la ciudad francesa y adquirió un cinematógrafo a los ya famosos hermanos. Fue el primer ciudadano asentado en España, y ajeno a la casa Lumière, que rodó con una cámara de este tipo .
Sus primeras películas, que son las primeras españolas, las estrenó el 2 de junio de 1897 en el Bazar de la Industria coruñés, un local situado en el solar que años después ocuparía el Cine París. «Fábrica de gas», «Plaza de Mina» y «Orzán, oleaje» son los títulos de estos filmes pioneros. El próximo año se cumplirán 125 años de su estreno. Es de esperar que esta efeméride no pase tan inadvertida, y sea tan poco celebrada, como lo ha sido el 125 aniversario de la primera proyección de cine realizada en Galicia , aquella que empató con las «fotografías animadas» de Robert W. Paul.
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