El feminismo de Doña Emilia
Un ensayo reivindica el pensamiento de Pardo Bazán en defensa de la mujer a través de su vida y su obra
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEs, no se sabe muy bien si a su pesar, una de las mujeres del año, y no solo por la conmemoración del centenario de su fallecimiento, en 1921. Emilia Pardo Bazán está de moda, quizás no tanto por su obra literaria como por las ... circunstancias sobrevenidas a la que fue su mansión e inspiración, el pazo de Meirás, y la familia que lo habitó poco después de su muerte, los Franco. En ese debate abierto sobre los usos del inmueble y la reivindicación de su figura no solo como literaria sino también como intelectual, Marilar Aleixandre y María López Sández acaban de publicar ‘Movendo os marcos do patriarcado. O feminismo de Emilia Pardo Bazán’ , editado en gallego por Galaxia. Una obra para poner en valor, en vísperas del 8-M, la defensa de los valores feministas que adornaron no solo la producción literaria de doña Emilia, sino también su propia peripecia vital.
Las autoras consideran que Pardo Bazán «situó el feminismo en el centro del debate intelectual en Galicia y España», a través de una «defensa explícita» de estas ideas «en sus artículos y ensayos», cuestionando «el sistema social, las identidades y las reglas establecidas» para las mujeres a finales del siglo XIX y a comienzos del siguiente. «En 1914 se declara ‘feminista radical’ y utiliza esta palabra sin miedo», destacan. A su juicio, «radical fue el modo en que denunció los mujericidios», « adelantada fue su concepción de la maternidad y de la familia , negando explícitamente que ser madre fuera esencial en la definición de mujer», y reclamó ser «juzgada como escritor, por la calidad de su escritura y no a través de la lente de ‘mujer que escribe como escriben las mujeres’».
Todo ello, sin renunciar a su ideología. «Políticamente fue liberal conservadora, en unos tiempos en que los liberales defendían las libertades individuales y no únicamente la libertad de empresa (...) Pardo Bazán se sentía (nacionalista) española y este fue uno de los motivos de las conflictivas relaciones que mantuvo con el emergente nacionalismo gallego, especialmente con Murguía, a pesar de lo cual Galicia siempre estuvo en el centro de su imaginario y de sus emociones» , sostienen las autoras.
Además, «era religiosa, lo que no significa obediente a los dictados de la Iglesia, pues es manifiesto que los transgredió en sus relaciones amorosas». «Como muchas personas de familia hidalga, tuvo posiciones clasistas, reflejadas en la forma en que son presentados los personajes labrego s», al mismo tiempo que «despliega una gran empatía con las mujeres trabajadoras», reflejado en obras como ‘La Tribuna’.
Educación para todas
A lo largo de sus algo más de 200 páginas, Aleixandre y López Sández engarzan retazos de la vida de Pardo Bazán con personajes de su obra que ejemplifican su compromiso feminista, como la Feíta de ‘Doña Milagros’ (1894) y ‘Memorias de un solterón’ (1896), que «reclama el derecho a formarse y ejercer un trabajo, emergiendo estudio y trabajo como alternativa al modo de subsistencia que constituye el matrimonio, convirtiéndose en la vía para alcanzar autonomía y libertad». «Feíta se opone a la concepción paterna según la cual ‘coser, bordar, rezar y barrer basta a una señorita’».
Doña Emilia tuvo el anhelo vital de proporcionarse a sí misma la mejor educación posible, y aprovechó sus recursos familiares para un profundo autodidactismo, en el que aparcó las lecciones de piano para sumergirse en los clásicos. Su amistad con Giner de los Ríos, recoge el libro, responde a la búsqueda de un mentor que guíe su mejor formación intelectual. Ello no fue óbice para que su ensayística fuera despreciada por sus coetáneos, desde un Zola que consideraba que ‘La cuestión palpitante’ «no parece libro de señora» porque sus páginas «no pudieron escribirse en el tocador» hasta la grosería de un Francisco de Icaza para el que «los libros de Pardo Bazán, aunque sean hijos suyos, tienen padre».
El desprecio de sus iguales se tradujo en las zancadillas que recibió para ocupar un asiento en la Real Academia Española, negativa «entre los que la sátira misógina jugó un papel importante» y que «sirve para ilustrar los más rastreros mecanismos del patriarcado ». Doña Emilia llegó a postularse como «candidata perpetua», aunque siempre bajo la premisa de que «no he luchado por la vanidad de ocupar un sillón en la Academia, sino por defender un derecho indiscutible que, a mi juicio, tienen las mujeres».
En su esfera familiar, la Pardo Bazán fue también rompedora, sostienen las autoras, despreciando el corsé de las normas del decoro. No tuvo rubor en separarse y divorciarse de su marido cuando entendió que limitaba su carrera profesional. Y una vez libre, dio rienda suelta a su «deseo físico», desde Lázaro Galdiano hasta Galdós. Don Benito, que gastaba amantes, no le perdonó a doña Emilia una infidelidad, y su relación se vio truncada por ese hecho. Doble rasero. «No puede haber dos morales para dos sexos», dejó dicho.
«Los juicios sobre la institución del matrimonio son negativos en un buen número de relatos», añaden. Aleixandre y López Sández señalan a Asís Taboada, la protagonista de ‘Insolación’ (1889) como el paradigma de la mujer liberada y dueña de sí misma, frente a la Ana Ozores de ‘La Regenta’ que vive su tormento interior de culpa y frustración. Para Clarín, el libro de Pardo Bazán no era sino «un episodio de amor vulgar, prosaico (...) es la pintura de la sensualidad más pedestre».
Su compromiso en la denuncia de la violencia machista está contabilizado. En 116 de sus 600 cuentos identifica episodios de este tipo, bien asesinatos o maltratos a mujeres. Doña Emilia censuraba abiertamente a quienes justificaban estos crímenes en nombre de la honra. «Sale bastante barato dar muerte a una mujer», escribió en un artículo de 1901, «sería conveniente que costase algo más : tal vez así lo pensarían mejor los celosos y los apasionados».
Por último, el libro contrapone a Pardo Bazán a dos mujeres de su tiempo como Concepción Arenal y Rosalía de Castro. Con la primera establece las diferencias en la forma de presentarse como mujer en sociedad; con la segunda, un interesante capítulo sobre la relación con la lengua gallega y la construcción identitaria. Todo para concluir que «las feministas de hoy somos hijas de Emilia».
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete