Feijóo sugiere que las comunidades saneadas tengan más capacidad fiscal

La idea de premiar a los gobiernos cumplidores partió ayer de Alberto Núñez Feijóo, al ser preguntado por la decisión de Madrid de bonificar un 99% el impuesto de patrimonio: «Es muy difícil explicar cómo una comunidad deja un impuesto a cero», lamentó. Son esa clase de desequilibrios los que no acaban de gustar al responsable de la Xunta , como antes ocurrió con las críticas a las negociaciones del cupo vasco, o la propuesta electoral del PSC de condonar deuda a Cataluña. Para Feijóo, el nuevo modelo de reparto tiene que caminar en una dirección opuesta, incorporando una serie de «mínimos comunes», si lo que se pretende es configurar un «sistema limpio» y «con vocación de permanencia».

Precisamente Galicia y Madrid forjaron hace meses —junto a Castilla y León— una alianza para sumar fuerzas en el debate territorial, además de la sanidad o el AVE. Pero las diferencias entre territorios sobresalen, sobre todo, si tenemos en cuenta que cada territorio se juega el dinero con el que sufragar, de aquí a años vista, tanto los servicios públicos como las prestaciones sociales. Por eso es que la Xunta hace más suya que nunca la batalla por la armonización. Tomando de nuevo el ejemplo de Cifuentes, Feijóo aseguró que si cada «autonomía puede hacer lo que le da gana con los impuestos propios y cedidos», entonces el Gobierno «tendrá que tomar decisiones» con aquellos que demuestran no necesitar sus transferencias.

Y del mismo modo, pero a la inversa. Las regiones que se mantienen dentro de los límites del déficit, o que gestionan una deuda inferior a la media, «deben tener una capacidad fiscal superior que aquellas que necesitan la ayuda de todos los españoles para poder pagar las facturas», agregó el titular de la Xunta.

Articular en un mismo sistema todos y cada uno de los intereses de las comunidades se antoja difícil. Feijóo calificó la reforma como el reto «más complejo» al que nunca antes se enfrentó el actual Estado de las autonomías, más si cabe con el ruido de fondo de la causa separatista o la necesidad del PP de contar con el respaldo del PNV para aprobar los presupuestos.

La entente entre Rajoy y el Gobierno del País Vasco todavía da que hablar, después de que la Xunta demandara «claridad» y transparencia sobre las cifras del cupo. Preguntado sobre esta cuestión, Feijóo ironizó con que había mantenido una «simpática conversación» con el ministro

de Hacienda, Cristóbal Montoro, durante los actos del día de la Constitución, pero no echó más leña al fuego. Al contrario, señaló que todas las explicaciones pertinentes no debían darse a una región concreta, sino que el espacio idóneo para analizarlas era, bien el Consejo General de Política Fiscal y Financiera (CPFF), o bien la próxima Conferencia de Presidentes.

El nuevo reparto de los recursos, por un lado, y la puerta abierta a la reforma de la Constitución, por otro, están llamados a protagonizar la agenda política en los próximos meses. Sobre esta última, Galicia se mantiene en compás de espera, en vista del «ruido y la impaciencia» que envuelve al clima político general, cuando lo que se requiere es «sosiego y reflexión». «Necesitamos el mismo sentido de Estado que teníamos cuando aprobamos el texto constitucional» , razonó Feijóo, que sin embargo sí se inclinó hacia «una actualización» de la Carta Magna. En un hipotético escenario de reforma, la Xunta avanza que no adoptará, ni mucho menos, una postura favorable a la recentralización de competencias. «No está en las previsiones», zanjó el presidente.