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Audiencia Nacional

La excúpula de Resistencia Galega acepta 28 años de cárcel por terrorismo

Los antiguos líderes de la organización independentista pactan con la Fiscalía una rebaja sustancial de las penas

Antón García Marcos, ante el tribunal en la breve vista celebrada en la Audiencia Nacional ABC
Jesús Hierro

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El juicio prácticamente se la liquidado con dos monosílabos. «Sí, sí», ha respondido Antón García Marcos, alias 'Toninho', exjefe de la organización Resistencia Galega, cuando el presidente del tribunal de la Audiencia Nacional le ha preguntado si reconocía los hechos. Los mismos adverbios ha utilizado en su respuesta Asunción Losada Camba, colíder de la organización y pareja del primero. Tras haber cerrado un pacto con la Fiscalía y la acusación, García Marcos y Losada Camba han conseguido una rebaja sustancial de la pena inicialmente solicitada por el Ministerio Público: de una petición de medio siglo de cárcel (51 años) para cada uno, a los 28 años y tres meses finalmente impuestos . Una pena inferior a la que se solicitaba, pero lo que no cambia es la tipología de los delitos, de terrorismo, por los que han sido condenados.

En una breve vista celebrada este lunes en la Audiencia Nacional, tanto Antón García Marcos como Asunción Losada han aceptado una condena por los delitos de integración en organización terrorista en calidad de dirigente (ocho años); de fabricación, tráfico y suministros de aparatos explosivos con finalidad terrorista (ocho años); falsedad documental (un año y nueve meses); tenencia ilícita de arma modificada con finalidad terrorista (dos años y seis meses) y fabricación y tenencia de aparatos explosivos con finalidad terrorista (ocho años). En ambos casos, la pena finalmente impuesta alcanza los 28 años y tres meses de cárcel.

Pero Antón García y Asunción Losada no se han sentado solos en el banquillo de la Audiencia Nacional . Junto a ellos, Miguel García Nogales y Xoán Manuel Sánchez Rodríguez, colaboradores de Resistencia Galega, se han sumado al pacto con la Fiscalía para reducir, también ellos, la pena de 12 años de cárcel que en su calificación previa reclamaba el Ministerio Público. Finalmente han sido cuatro años de prisión para el primero y tres para el segundo, en ambos casos por un delito de integración en organización terrorista. Uno de ellos ha pedido usar la palabra al final de la vista para decir que, pese a que reconocían los hechos y aceptaban la pena y los delitos, no son terroristas: «Ni a mí ni a mis hermanos nos define el adjetivo de terroristas. Milito para regar el amor a Galicia, que está en peligro de extinción ».

La sentencia finalmente impuesta rebaja las penas, pero los hechos por los que se les condena son los que ya describía el fiscal en su escrito de acusación, y que este lunes los cuatro acusados han reconocido. Antón García y Miguel García habían caído en un golpe policial contra la organización en noviembre de 2005. En el registro de la vivienda de este último, la Guardia Civil encontró utensilios preparados para la falsificación de documentos de identidad del propio Antón García y también de Asunción Losada. Sin embargo, quedaron en libertad provisional y Antón aprovechó para fugarse junto a Asunción, refugiándose en Portugal . Y usaron su estancia clandestina en el país vecino para seguir «proporcionando tanto instrucciones como materiales y artefactos explosivos a los integrantes» de Resistencia Galega. Casi 13 años en la clandestinidad .

Huidos pero comunicados

Estaban huidos, pero en permanente contacto con el resto de la banda . Les proporcionaban tanto artefactos explosivos con los que atentar, como documentación de identidad falsificada. Los líderes de la organización se valían también de este canal para comunicarse con sus familiares.

En esta estrategia se enmarca lo que aconteció la mañana del 30 de noviembre de 2011. Los también miembros de la organización Roberto Rodríguez Fiallega y Eduardo Vigo Domínguez, que ya habían sido condenados por estos hechos, se citaron en una calle de Pontevedra para intercambiar explosivos. Un material que «hubiera ocasionado grandes desperfectos materiales y puestos en grave peligro la vida e integridad de las personas en un radio de diez metros».

Estos artefactos se los habían entregado previamente Antón García y Asunción Losada. En un registro practicado ese mismo día en el trastero de Roberto Rodríguez, los agentes encontraron, entre otras cosas, una olla a presión con tres kilos de sustancia explosiva y carnés de identidad y de conducir falsificados a nombre del propio Roberto Rodríguez, de Eduardo Vigo, de Antón Santos y de María Osorio –estos dos últimos también miembros de la banda, condenados en una sentencia anterior–. Entre los objetos intervenidos había, además, una carta manuscrita de Asunción, dirigida a su familia desde la clandestinidad. La documentación falsificada «tenía por objeto evitar la identificación de los penados en la ejecución de sus acciones terroristas».

Casi ocho años después, algunos miembros de la banda dieron pasos en falso con fatales consecuencias para los fugados. La mañana del 14 de junio de 2019, Miguel García entregó al acusado Xoán Manuel Sánchez un sobre con 1.250 euros. Estaban «destinados al sostenimiento y adquisición de bienes destinados a las citadas actividades ilícitas de los acusados que se encontraban en la clandestinidad». Al día siguiente, Xoán Manuel se desplazó hasta Vigo. Allí se había citado con los jefes clandestinos, Antón García y Asunción Losada. En un centro comercial, Xoán Manuel entregó a Asunción esos 1.250 euros, metidos en una bolsa de plástico. Y esta le entregó un pen drive. Fue entonces cuando los agentes detuvieron a la fugitiva .

Una guía con los objetivos

En el momento del arresto, Asunción llevaba consigo, además del dinero, cinco hojas cortadas y grapadas con notas manuscritas en las que se indicaban las actividades operativas que la organización debía llevar a cabo en fechas próximas. Xoán Manuel portaba encima otro lápiz de memoria que contenía una 'guía de apoyo a la lucha de Resistencia Galega'. Luego, en el domicilio pontevedrés en el que entonces se ocultaban los líderes de la banda, los investigadores encontraron un revólver que estaba «en perfecto estado de funcionamiento» . También escondían, entre otras cosas, una pistola y un subfusil inutilizados; municiones de diferentes calibres; 2.475 euros en efectivo, supuestamente destinados a sufragar su clandestinidad, además de abundante documentación. Por otra parte, en un garaje alquilado desde 2014 por Asunción, bajo el falso nombre de Milagros, había pólvora, mechas, cartuchos y el dispositivo de un paquete bomba. La totalidad de los objetos tenían una «finalidad terrorista en nombre de la organización Resistencia Galega a la que pertenecen».

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