PROGRAMA DE ATENCIÓN
Los efectos del Covid en los sanitarios: «No era capaz de dormir pensando en qué podíamos hacer»
La crisis del coronavirus fue un amargo trago para toda la población, pero el personal sanitario puso en peligro tanto su salud física como mental para superarla. Ahora el Sergas lleva a cabo un programa psicológico para ayudarles
Casi entre lágrimas recuerda Mónica Taboada cómo convertían la planta de oncología que supervisaba en el CHUAC en la segunda planta Covid. Despedirse de sus pacientes enfermos de cáncer «fue el primer golpe» que le propinó la pandemia a esta enfermera. Aún era ... marzo de 2020, y nadie podía imaginarse de qué manera este virus cambiaría nuestras vidas , ni los propios sanitarios que estaban en primera línea de batalla.
Ahora, 19 meses después de aquel estado de alarma salen a la luz diversos estudios nacionales sobre de qué manera impactó el duro trabajo de estos profesionales en su salud mental. Las cifras son casi desoladoras. Algunas investigaciones apuntan a que casi la mitad del personal interviniente sufrió estrés, el 37% ansiedad, y uno de cada cuatro depresión . Pero en el conjunto español, es evidente que en algunas poblaciones el Covid golpeó con más dureza, pudiendo dejar peores consecuencias en el personal. Pero, ¿cómo ha afectado en Galicia? «En nuestra experiencia no hemos visto tanto cuadros claramente estructurados» como los anteriores, dice María Tajes, psiquiatra y jefa del Servicio de Salud Mental del Sergas, sino que lo que más reclamaban era «apoyo ante la incerteza» de enfrentarse al virus.
El departamento que dirige Tajes, junto con la dirección general de Recursos Humanos del Sergas, creó el Plan de Atención Psicosocial a Profesionales Sanitarios, que instauró una red de apoyo y un psicólogo clínico en cada área sanitaria al que todo el personal podía acudir en busca de ayuda.
Pero «cada vez teníamos menos llamadas y más gente con bajas», explica Luis Docasar, psicólogo responsable del Servicio de Psiquiatría y Salud Mental del área sanitaria de Orense. Sí es cierto, según el doctor, que la mayoría de profesionales que llamaban a las líneas de ayuda lo hacían con la intención de buscar soluciones para manejar su estrés y encontrar apoyo, sí que a medida que la pandemia se alargaba aparecían más casos de médicos y enfermeras «que no estaban en condiciones para trabajar». En los peores meses, en el área de Orense, recibían entre 300 y 500 llamadas telefónicas. Los trastornos adaptativos eran la patología más repetida entre los sanitarios cuya salud mental se veía afectada: la ansiedad fue lo más abundante; seguido del ‘burntout’ , que podía trasladar la misantropía a todos los aspectos de la vida, no solo al profesional; y la depresión en tercer lugar. «También había casos de disociación en los que se pierde la percepción de la realidad» cuenta el psicólogo y, en mucha menor media, pacientes con psicosis que incluso necesitaron ser ingresados.
«Hubo muchos compañeros que pidieron salir definitivamente porque psicológicamente no lo pudieron aguantar» , confirma María Rodríguez, médico internista del Álvaro Cunqueiro, también en primera línea contra el Covid. Todavía hoy es la que se encarga de los pacientes con el virus en su hospital. Cuenta que ella no necesitó recurrir al equipo de psicólogos pero, sin embargo, al principio de la pandemia sufrió insomnio: «No era capaz de quedarme dormida pensando siempre en lo mismo: ‘¿Qué podemos hacer para que no se muera tanta gente?’» . También experimentó ansiedad, pero con el tiempo y el apoyo de sus compañeros y seres queridos desapareció, y su higiene de sueño también fue restablecida. Eso sí, hoy en día la doctora aún no ha «ido a comer al interior de un restaurante» y huye de las aglomeraciones siempre que puede.
Taboada y Rodríguez, enfermera y médico, una en La Coruña y otra en Vigo, trataron con pacientes de coronavirus desde los primeros arreones de la crisis hasta los últimos, que parece que cada vez están más cerca. Ambas coinciden en que el apoyo familiar y profesional del resto de sus colegas fue crucial para levantarse cada día, ir al hospital y volver con la cabeza «amueblada» . Taboada asegura que fueron sus compañeras las que hicieron que pudiera «superar el estrés». Para Rodríguez, «la experiencia más satisfactoria que tengo de todo esto es ver el compromiso del equipo».
Diferentes olas
La lucha contra el coronavirus está siendo una carrera de fondo. «En la primera ola nos cogió frescos» y a nivel físico los profesionales sanitarios no se resintieron tanto como en la tercera, en enero y febrero de 2021. Eso sí, los primeros meses de pandemia fueron los peores en cuanto a desgaste psicológico. «Tenemos miedo a lo desconocido, y esto lo era», rememora Taboada. La enfermera dice que al comienzo, los niveles de estrés y ansiedad eran muy altos. Esto, explica Tajes, venía por la sensación de «incerteza» e impotencia generada cuando los profesionales, aunque remaran mucho, no avanzaban: las muertes y contagios no hacían sino aumentar.
Con las olas posteriores había mucho más conocimiento y ciertos tratamientos que disminuían la mortalidad del virus, pero el cansancio seguía ahí, pero esta vez no era psicológico, sino físico. Los sanitarios tuvieron que hacer muchos sacrificios; Taboada mandó a sus hijos con sus abuelos por seguridad, «hoy no lo volvería a hacer», cuenta. Todos los entrevistados coinciden: este programa impulsado por el Sergas ha llegado en una situación crítica e inusual, pero está para quedarse. «La idea es seguir con estos programas de acompañamiento», dice Nuria De Castro, jefa del Servicio Central de Prevención de Riesgos Laborales. De hecho, han iniciado un ciclo de charlas motivacionales impartidas por ‘coaches’ que durarán hasta diciembre de este año. No es el primero que hacen, y los anteriores fueron «un éxito», relata De Castro: «en julio teníamos 30.000 visualizaciones». Quizá haya sido bajo las peores circunstancias, pero ahora sabemos que hay que cuidar a quien nos cuida.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete