Un quiosquero: «Que no cerrasen los estancos nos salvó seguramente de la ruina»

Prieto señala que, sobre todo al principio, la gente acudía para hacer acopio de productos, tanto en el caso del tabaco (algunos se llevaban varios cartones de cajetillas) como de material de lectura. El volumen de ventas de periódicos y revistas (tanto normales como de pasatiempos) se ha incrementado considerablemente, y son muchos –sobre todo gente mayor, especifica– los que compran varios ejemplares para pasar la cuarentena del modo más ameno y entretenido posible. «El caso del tabaco es distinto, porque lo que perdemos por ingresos de hostelería [al estar cerrados bares, restaurantes y cafeterías con máquinas de tabaco] lo recuperamos vendiendo aquí, en el local. Así que tampoco son tantos los beneficios que estamos obteniendo por esa parte », explica.

Todo ha cambiado en las últimas semanas; también el humor y el estado de ánimo de sus clientes. «Al principio muchos se lo tomaban a guasa, hacían bromas con la barrera de seguridad que tengo puesta o con el cartel de distancia mínima colgado en la puerta. Ahora la gente sí que está mucho más concienciada, pero también cada vez más quemada », afirma.

¿Le da vueltas al hecho de estar expuesto? «No, no puedes; si no, te volverías loco. Es algo que preocupa, pero en lo que te tienes que centrar, al final, es en tomar todas las precauciones posibles y en seguir adelante».