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Coronavirus Galicia

Cuando el proveedor de material sanitario se llama Inditex

La logística y contactos del gigante textil en China ha suplido el vacío del Gobierno durante los primeros días de la crisis sanitaria. Experiencia, anticipación y relaciones fluidas con los fabricantes chinos han sido la clave

Entrada a la sede de Inditex en Arteixo REUTERS/MIGUEL VIDAL
José Luis Jiménez

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El reconocimiento lo hizo en las últimas semanas Alberto Núñez Feijóo sin que hubiera que tirarle mucho de la lengua. «Si no fuera por los aviones de Inditex , no habría mascarillas en España, es de recibo y me siento muy satisfecho» de reconocer «que hay una empresa gallega que está siendo clave», un gigante con sede en el extrarradio de La Coruña, en el polígono de Sabón (Arteixo). La multinacional que preside Pablo Isla se ha convertido en el asidero milagroso de muchas administraciones públicas, empresas y hospitales no solo para abrir un canal de transportes desde China, sino incluso para hallar proveedores fiables y de calidad en un momento clave y de enorme tensión en el mercado de los materiales sanitarios y de seguridad. Cuando saltó la emergencia sanitaria, Inditex hizo pública su disposición de poner al servicio de las autoridades su red logística para importar desde Asia aquello que fuera necesario. Y está siendo fundamental. «Sin Inditex, no habría habido mascarillas en España durante los primeros ocho o nueve días de la crisis» , asegura a ABC una voz relevante de la Administración.

Que le pregunten, si no, a la Xunta de Galicia, que comparte proveedores con la multinacional. El gobierno gallego ha recibido casi 14 millones de mascarillas procedentes de China adquiridas con sus propios fondos, además de otras 200.000 donadas por Inditex y el grupo empresarial Caamaño. Y el modus operandi es siempre el mismo: avión fletado por el gigante textil que aterriza en su plataforma logística de Zaragoza, camiones de reparto rumbo a Galicia. En los próximos días llegarán más. Desde que se decretó el estado de alarma y hasta el pasado 3 de abril, Inditex reconocía haber transportado 35 millones de unidades de material sanitario (mascarillas, respiradores, batas , etc,) para distintas administraciones públicas en diez convoyes. Mantiene abierta una ruta semanal desde el país asiático , y sin aparentes problemas de aduanas para cargar sus aviones, al contrario que el Ministerio de Sanidad, que ha visto paralizada mercancía en origen por falta de autorizaciones, cuando no directamente extraviada. ¿Por qué lo que al Gobierno de España se le atraganta para una multinacional como Inditex es una tarea aparentemente sencilla?

Son dos claves: experiencia y previsión. Inditex aterrizó en China hace más de tres lustros no solo como un mercado para vender sus productos sino, y esto es lo más importante, para producir en el territorio. En la actualidad, la matriz de Zara dispone de casi 600 tiendas (que emplean a unas 16.000 personas) y una red de 425 proveedores y 1.866 fábricas en el país, con más de 400.000 trabajadores dependientes de los encargos de la compañía, aunque no son exclusivistas. Esta cadena de suministro es la que le permite sondear una nación de la extensión de la china y encontrar lo que necesita cuando da el salto a un sector que no es el suyo, como el de procurar material sanitario.

Inditex sabe a qué puertas llamar, porque además conoce a los principales actores (empresariales y políticos, indistinguibles en la mayoría de las ocasiones) del país. Su nombre le precede . Pocas empresas de nuestro país (por no decir ninguna) poseen ese «know-how». En 2015, Pablo Isla se reunía con el ministro chino de Medio Ambiente, Jining Chen, y comprometía reformas en sus tiendas para aumentar la sostenibilidad. Cuatro años después, cuando Isla volvió a encontrarse con Chen, este era alcalde de Pekín. El presidente de Inditex se ha entrevistado con varios ministros del régimen chino a lo largo de los últimos años. La relación entre empresa y autoridades es institucionalmente cordial.

Logística

«Inditex tiene logística y contactos , que en estos momentos son más importantes que la chequera», asegura un conocedor del mercado sanitario, «y por supuesto, liquidez tiene de sobra porque los fabricantes solo trabajan con dinero por delante». Si de algo sabe Pablo Isla es, precisamente, de logística, una de las cualidades que le hicieron destacar en Altadis y por las que acabó fichando por la multinacional gallega. Las fuentes consultadas atribuyen también un papel protagonista al presidente de Inditex en China, Yago Vera Cuartero, a la hora de articular la respuesta de la compañía textil a la emergencia del momento actual. Además, como testigo privilegiado del brote del coronavirus en Wuhan a finales de 2019 (se vio obligada a cerrar todas sus tiendas en China), la compañía fue capaz de anticiparse a lo que podía pasar en Europa. Tuvo más previsión que muchos gobiernos europeos.

Dentro de esos actores, el grupo textil ha reconocido que en esta búsqueda de dotación sanitaria ha contado con la colaboración de la Universidad de Tsinghua, el centro educativo más prestigioso del país y donde se forma su élite, situado entre los 50 mejores del mundo según el último ranking Shanghai. Por ponerlo en contexto, la mejor universidad española (la de Barcelona) está entre los puestos 100 y 150 de ese listado. En la centenaria Tsinghua, a las afueras de Pekín, Inditex colabora no solo en un grado sobre gestión empresarial de la industria de la moda sino también con un ambicioso programa de becas. En un país donde las influencias y la confianza son un aval más importante que los ceros de la cuenta corriente, Inditex llamó a puertas y fue capaz de encontrar respuesta al otro lado.

Pero Inditex no se encontraba a oscuras en el ámbito sanitario, sin duda derivado de los vasos comunicantes que la unen con la Fundación Amancio Ortega. En los últimos años, esta institución que sufraga el fundador y principal accionista de la multinacional (lo que le permite lucir entre las mayores fortunas del mundo) ha venido realizando donaciones millonarias de equipos de alta tecnología para la lucha contra el cáncer a las distintas sanidades públicas autonómicas, siempre de manera coordinada y atendiendo a sus peticiones. Este diálogo con las Comunidades fraguó un canal de comunicación para conocer sus debilidades y fortalezas, y llegados al momento presente, saber desde el primer minuto qué ofrecer. Durante aquellos meses, Pablo Iglesias y Podemos recorrían España durante las últimas campañas electorales manifestando que «una democracia digna no acepta limosnas de millonarios» o «España no es una república bananera ni una dictadura que dependa de que un señorito venga dando cosas». Los aviones del millonario son los que han traído las mascarillas que el Gobierno del vicepresidente segundo era incapaz de importar cuando se desató la emergencia sanitaria.

Y tampoco ha pecado de novato. Pudiera temerse que los proveedores hubieran aprovechado la bisoñez del comprador para colocarle material sanitario sin las correspondientes garantías (véase unos test de diagnóstico ineficaces) o certificaciones de las autoridades chinas. Aquí, de nuevo, Inditex puso sobre el terreno a su personal para garantizar que las mascarillas o batas que se adquirían gozaban de todos los permisos. No hay margen para el error, y menos aún en el actual contexto . En la compañía hay un dicho: «se supone que lo que haces, lo haces bien».

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