Francisco Marín Castán, la toga discreta que nunca ha pedido nada

Las ambiciones de este magistrado que lleva 29 años en el Alto Tribunal están ya colmadas con un currículo envidiable y un respeto ganado a golpe de sentencia y de jurisprudencia. Como tiene que ser. No en vano pertenece a una saga de juristas que no flirtea con los políticos y que se remonta a los tiempos de su tío bisabuelo José Castán Tobeñas, el presidente del Supremo más longevo (1945-1967).

De los veteranos de Francisco de Vitoria (la segunda asociación judicial en número de afiliados), Marín Castán es un hombre «institucional» al que se conocen pocos enemigos en el Palacio de las Salesas. A ello contribuye, sin duda, un trato exquisito y una discreción que le llevan incluso a negarse a desmentir informaciones que le han situado como un «hombre de Lesmes» o aquellas que aseguran que se está moviendo para ser magistrado para el TC. «Quien conoce a Marín Castán, sabe que nunca habría hecho». Cuestión distinta es que no rechazara el ofrecimiento.

El nuevo presidente en funciones del TS es, sobre todo, juez -ingresó en 1977 como número uno de su promoción-, aunque también seguidor del Atlético de Madrid, aficionado a la pesca de río sin muerte, a la fotografía y a la música, aficiones que ha inculcado a sus dos hijos, juristas como él, como sus cuatro hermanos y su padre, magistrado y catedrático de Derecho Civil.