análisis
Que no te vote Txapote
Uno de los nietos de Fernando Múgica, histórico socialista vasco asesinado por ETA en 1996, reflexiona sobre la polémica por el uso de un eslogan
Surgió de forma anónima y espontánea, pero ha terminado viralizándose como argumento político y chascarrillo incluso festivo
Sánchez, en el mitin de Sevilla de septiembre del año pasado en el que apareció por primera vez la frase
Fórmula breve y original, utilizada para publicidad, propaganda política. Así define la RAE la palabra eslogan.
En política hablaríamos de condensar en una frase corta y contundente lo que sería un discurso político largo, complejo, que abordaría y analizaría una serie de ... temas de trascendencia interconectados entre sí para crear una argumentación sólida y coherente, y así convencer a la población de una cosa o de otra, sean las virtudes de un partido político o las carencias de otro.
En este siglo XXI en el que el desencanto político, especialmente entre los jóvenes, se asienta cada vez más, los mítines multitudinarios con grandes promesas políticas se han convertido en circos dirigidos a la comunidad tuitera y la capacidad de atención de las personas se encuentra en mínimos históricos debido a la irrupción de la tecnología en forma de tablets y smartphones, parecería que los eslóganes se encuentran en su punto álgido de popularidad y conveniencia política.
Como en el boxeo se contabilizan los golpes directos para medir la puntuación, ahora los debates políticos se puntúan a base de zascas y de retuits, y todo ello alimenta el fuego de la maquinaria retórica y de eslóganes. Una forma muy vaga de política, en mi opinión. Pero, al fin y al cabo, uno debe adaptarse a sus tiempos y la política se enfrenta a la era de la satisfacción instantánea, de las pantallas y de la cultura del impacto directo. Un TikTok de seis segundos tendrá mucha más trascendencia que un manifiesto político de un folio.
Y como hoy en día todos los votos cuentan y las métricas de alcance e influencia determinan quién consigue qué concejales, diputados y circunscripciones, toca reducirse al mínimo común denominador. Resulta paradójico cómo la época de la historia de la humanidad en la que la alfabetización está en su nivel más alto, la gente ve en las consignas rápidas y sencillas un aliciente mayor para mostrar aprecio o interés por algo antes que un razonamiento lógico y argumentado. Y eso nos lleva a un eslogan que estamos escuchando desde hace un tiempo y con mayor frecuencia a medida que las elecciones generales se han ido acercando: 'Que te vote Txapote'.
Cuatro palabras muy sencillas que hasta tienen cierta musicalidad. El sueño de cualquier propagandista, sobre todo teniendo en cuenta que este eslogan en particular fue algo espontáneo en un abucheo a Pedro Sánchez en Sevilla y no un movimiento calculado. Pero, ¿qué quieren decir exactamente estas palabras? ¿Cuál es el mensaje?
El mensaje dice que no se debe votar a un candidato que se ha mantenido en el poder durante los últimos cinco años apoyándose en un partido que llamamos erróneamente «heredero de ETA», puesto que Otegi no es heredero de nada, sino la figura representativa de los intereses políticos de ETA ya encarnados en su día por la ilegalizada Herri Batasuna (HB) y que hoy continúan.
Dice que un dirigente político que se pliega al chantaje perpetuo de aquellos que buscan la destrucción y debilitamiento de las instituciones democráticas y del Estado de derecho con tal de mantenerse en el poder no es un político en el que se deba confiar, puesto que ha dejado claro que para él el poder es un fin en sí mismo y no una herramienta para mejorar la vida de sus conciudadanos.
Dice que debemos buscar alternativas a aquellos que piensan que todo vale. Dice que no debemos tolerar más un Gobierno que no ha tenido ningún pudor a la hora de utilizar el acercamiento de presos de ETA a las cárceles vascas o indultar a los condenados del 'procés' como moneda de cambio.
Y lo dice de una manera muy desafortunada, políticamente irresponsable y mezquina, banalizando décadas de terrorismo, asesinatos, secuestros, extorsión y exilio en una de sus figuras más sangrientas, cuyo nombre ha resonado en España en pancartas, pegatinas, pósters y hasta se ha colado en fiestas de música tecno como forma de escarnio hacia el PSOE y sus votantes.
No debemos olvidar que Txapote representa en todas sus formas una de las etapas más negras —si acaso podemos dividir la historia de ETA en etapas más y menos negras— como fue la «socialización del sufrimiento», que comenzó con el asesinato de Gregorio Ordóñez en 1995 en San Sebastián. Asesinato que el propio Txapote cometió y que a tantos otros inocentes, con él como mano ejecutora en muchos de ellos, les costó la vida en años posteriores.
Los partidos políticos contrarios a Sánchez y algunos de sus dirigentes no han perdido oportunidad de utilizar esta consigna en redes y discursos. Si esto resultara en una concienciación general de la población con la figura de Txapote y el insulto que supone a nuestros valores democráticos, sería estupendo, pero a estas alturas ya parece una consigna que se repite por inercia y a la que le suele seguir una carcajada.
Este es el problema de los eslóganes. En lugar de realizar un ejercicio de introspección y elaborar un discurso con el que las personas se puedan identificar, empatizando con el sufrimiento que tantos padecieron y fomentando el pensamiento crítico de cara a estas elecciones, se han reducido y banalizado estos cinco años de ataques y degradación de la memoria a cuatro simples palabras que casi han alcanzado la categoría de meme.
El día que permitamos que la política ordinaria se reduzca a estas consignas simplonas, faltas de sensibilidad y meditación, será el día en que la política haya perdido aquello que la hizo tan importante para tantos que lucharon y sufrieron por alcanzarla y mantenerla.
En víspera del 23J, cada votante emitirá su conciencia sobre el actual Gobierno y cómo piensa que debe avanzar el país y por qué, pero en lo que a Pedro Sánchez se refiere, mejor que no le vote Txapote.