«Le habían robado», «temía por su seguridad», pero Belén volvía siempre a su puesto de trabajo donde encontró la muerte

Belén no era funcionaria, como otros de sus compañeros que trabajan en Badajoz en el centro de menores Marcelo Nessi. Ella estaba contratada por Cerujovi, una empresa privada que actúa como subcontrata de la Junta de Extremadura en pisos tutelados, como el chalé de la calle Castillo de Benquerencia de Badajoz, en el que la educadora social perdió la vida.

Compañeras y conocedoras del sector aseguran que el sueldo de Belén sería «algo más de 1.000€» y «no más de 1.200€», casi el salario mínimo.

Una de las amigas de la infancia de Belén, Alicia, contaba cómo la fallecida le había contado cómo los dos menores se habían fugado el pasado 1 de marzo del chalé y cómo, incluso, le «habían robado». Ella, dice, le advirtió, le pidió «que tuviese cuidado» días antes del trágico desenlace, pero Belén decidió volver a su puesto de trabajo: «Le encantaba trabajar, era su vida y no tenía miedo», asegura.

Ella seguía trabajando, aunque el abogado de la familia de la víctima, Raúl Montaño, reconocía en la cadena COPE que Belén había registrado «denuncias y quejas» a nivel interno. Está convencido de que «algo había fallado» y había que reflexionar sobre los protocolos y «medidas de seguridad que no se están cumpliendo».

La Junta de Extremadura también ha reconocido que había «incidencias» relacionadas con estos menores.

Otra de sus amigas y, además, compañera, que prefiere permanecer en el anonimato, reconoce que ya venían de un «verano muy complicado». Lo había hablado con Belén, habían tratado la creciente inseguridad que sentían ambas. Pero, como asegura esta mujer, es un trabajo vocacional: «Jamás piensas que te puede pasar esto, piensas que estás cambiando el mundo, que puedes cambiarle la vida a estos chicos».

Lo ocurrido en Badajoz ha agitado, sin duda, el debate sobre los trabajadores y educadores sociales. La amiga de Belén, que, en estos momentos, se encuentra de baja, admite que «ahora sí tiene miedo» y que su familia está preocupada: «Me han dicho que me busque otro trabajo, que podría haber sido yo». Esta mujer, de hecho, relata que ya fue agredida por un interno en su día y que están desprotegidas: «Lo único que puedes hacer es llamar a la policía, pero, al día siguiente, vuelves a estar con tu agresor», lamenta. De hecho, otra trabajadora, a la que le tocó hacer turnos en el chalé donde acabó falleciendo Belén, está también de baja tras sufrir una agresión.

Esta cuidadora social duda de las buenas intenciones de las administraciones. «Por lo pronto, esta noche otros compañeros estarán también solos, con cuatro, cinco o hasta seis internos a su cuidado». Son condiciones que se alejan del sueldo que perciben.

Todo mientras, en Badajoz, los tres menores presuntamente involucrados en su muerte han pasado su segunda noche en el centro de menores Marcelo Nessi. Se han abierto diligencias contra ellos por posibles delitos de homicidio, robo con violencia y contra la seguridad vial. Ahora, después de prestar declaración, ya están en manos del Juzgado de Menores.

En este sentido, la familia de uno de ellos, del menor de 14 años, que había denunciado su desaparición una semana atrás cuando se fugaron por primera vez del chalé, ha emitido un comunicado en el que muestran «sus más profundas condolencias» por el trágico suceso. En el escrito, se ponen en la piel de la familia de la víctima, a la que piden disculpas. Además, la familia subraya su deseo de que «la Justicia actúe con la debida diligencia y contundencia» por la gravedad de los hechos y asuman su «responsabilidad» por el impacto causado en «quienes amaban a Belén», a la que califican como una «joven entregada y apasionada en su trabajo y con los jóvenes que cuidaba».

La consejería de Salud y Servicios Sociales de la Junta de Extremadura ya ha anunciado que estudiará la situación y reforzará la seguridad en los pisos tutelados.