El otro centro de menores de Badajoz donde reina «la ley del miedo»: motines e infinidad de agresiones

El presunto homicidio de Belén, por el que se juzgará a tres menores de entre 14 y 17 años, es la desgraciada punta del iceberg. Durante meses, el centro de menores Marcelo Nessi ha copado varias polémicas que, para quienes trabajan en él, hacían prever «una tragedia», que finalmente ha ocurrido fuera del centro, en uno de los pisos tutelados. Fuera o dentro, todos se sienten compañeros y parte de «lo mismo». Hay quien trabaja en el centro y antes lo hacía en los pisos o viceversa.

De un tiempo a esta parte, según relatan varios trabajadores con los que ha podido hablar ABC, «ha imperado la ley del miedo». Las sanciones, dicen, «se suavizaron» y los internos «están crecidos». Una de las trabajadoras, que prefiere permanecer en el anonimato, asegura que los menores saben cómo «amedrentarles».

Solo en el último mes, según denuncian los propios trabajadores, se han producido «tres intentos de motín» en el centro, con agresiones colectivas. Motines de siete u ocho menores que se arrinconaban e intentaban «descorchar la pared» para intentar utilizar cualquier cosa como arma. En uno de ellos, un vigilante empezó a «recibir puñetazos» hasta que sus compañeros pudieron socorrerle.

Uno de los episodios más duros de los últimos años acabó con la rotura de rótula de un vigilante. Otro compañero lamenta que «no delinquen fuera, pero lo hacen en el centro». Quienes trabajan en el Marcelo Nessi desde hace años reconocen que nunca habían vivido una situación similar. «Se ha ido de madre», reconoce una de ellas. El relato de alguna de las situaciones que se han vivido allí son muy delicadas. Una de las trabajadoras cuenta que hace unas semanas uno de los internos «amenazó con trozos de metacrilato» o como otro «se exhibió desnudo» delante de ella simulando una masturbación.

En el centro se da una situación bastante peculiar. Desde hace un par de años, los vigilantes están en huelga. Se trata del único colectivo que no cobra plus de peligrosidad: «Lo cobra hasta el cocinero, pero no los vigilantes». Y, además, denuncian ser los que menos cobran.

Por encima de lo económico, «se sienten indefensos», como admite Miguel. Una de sus reclamas, durante este tiempo, han sido los llamados «chalecos antitrauma», con los que todavía no cuentan. Por ello y otros motivos, entraron en una «huelga eterna» en la que todavía siguen.

Hay una serie de servicios mínimos que permiten que siga habiendo vigilantes en el centro, pero menos, quizás, de lo que debería: «El otro día estaban todos los vigilantes intentando sostener a un interno que se había puesto agresivo y no frenaba».

Además, como denuncia Miguel, algunos de los compañeros tienen una edad «avanzada» para desempeñar un puesto de trabajo de estas características: «Algunos tienen más de 60 años, pedimos que se renueve la plantilla y se les dé una segunda actividad».

La trágica muerte de Belén Cortés se produce en un chalé tutelado de la Junta de Extremadura, que, a su vez, gestiona la empresa Cerujovi, una subcontrata que se encarga de varios pisos de estas características y también de algunas actividades dentro del propio Marcelo Nessi. Como apunta el diario Hoy, la empresa ha recibido 25 adjudicaciones de la Junta desde 2018.

Como demuestran las manifestaciones que se sucedieron en Badajoz el pasado lunes, hay cierto consenso entre los trabajadores y educadores sociales en que sus condiciones son «precarias». Una trabajadora del Marcelo Nessi, reconoce que, si ya en el centro se sienten desprotegidas, más aún en los pisos tutelados, donde, como en el caso de Belén, se enfrentan a varios internos en completa soledad.

Por su parte, la Junta de Extremadura ha confirmado este martes que estudiará y aplicará medidas. De hecho, ha convocado una reunión urgente con el Tribunal Superior de Justicia. No obstante, y pese a que admiten que hubo «incidencias previas» con los menores implicados, aseguran que se hizo todo según lo previsto por ley.