El colosal satélite que protegerá a las Fuerzas Armadas españolas

El viaje comenzará el próximo día 28 (la madrugada del 29 en España), cuando un cohete Falcon 9 de Space X, la compañía de Elon Musk, ponga en órbita el aparato. Pero aún tendrán que pasar otros cinco meses hasta que alcance su lugar en la órbita geoestacionaria que está llamado a ocupar y estar plenamente operativo, lo que se prevé para los meses de julio o agosto.

A la vez, en la Tierra siguen los trabajos para el lanzamiento de su hermano gemelo, el SpainSat NG2, que si no se aparta del calendario previsto será lanzado en el tercer trimestre del año. Entre ambos lograrán dar cobertura a dos tercios de la Tierra, desde la costa oeste americana hasta Singapur, en Asia. Solo quedará fuera el océano Pacífico, un área de escaso interés estratégico actualmente para España pero que está llamado a ser uno de los puntos calientes del panorama global durante los próximos años.

Noticia Relacionada

España, al frente del grupo de Operaciones Especiales en la OTAN

Pilar De la Cuesta

Steadfast Dart 2025 movilizará a 3.000 militares españoles en un ejercicio de disuasión a Rusia

Estos dos satélites sustituyen a los actuales, lanzados hace casi dos décadas por España, el SpainSat y el XTAR-EUR, que usarán sus últimas reservas para retirarse a una órbita cementerio. Los nuevos tendrán la capacidad de dotar de comunicaciones seguras a sus clientes. El principal, el Ministerio de Defensa español, aunque Hisdesat también trabajará con otros organismos como la Unión Europea o terceros países. Y por primera vez permitirán a España entrar en el selecto club de naciones capacitadas para dotar de comunicaciones a la OTAN, hasta ahora limitado a Estados Unidos, Reino Unido, Francia e Italia.

Se trata del programa espacial «más importante que España ha hecho jamás», afirma orgulloso el CEO de Hisdesat, Miguel Ángel García Primo. No en vano, ha puesto a prueba la capacidad de la industria nacional para responder a sus exigentes demandas en investigación y desarrollo. Con un presupuesto de unos 2.000 millones de euros, se trata del satélite de comunicaciones seguras «más avanzado que se ha hecho en Europa» y uno de los más importantes del mundo.

Es el resultado de más de cinco años de trabajo –el contrato se firmó en julio de 2019– que se han visto trabados por acontecimientos mundiales como el Covid 19 o la guerra de Ucrania. La pandemia provocó retrasos e interrupciones en la fabricación, mientras que la ofensiva militar rusa tuvo consecuencias aún más profundas, ya que supuso una ruptura de la cadena de suministro y los plazos de entrega de las partes electrónicas del satélite se duplicaron e incluso triplicaron. Pero lo más grave afectó al motor iónico del satélite, que iba a ser fabricado por una compañía rusa con base en Kaliningrado y tuvo que ser sustituido por completo por otro de fabricación europea.

Uno de los hitos de este programa son sus antenas activas, unos elementos inteligentes de recepción y transmisión que multiplican las capacidades convencionales. «Ningún otro país en Europa ha hecho antenas activas de este nivel. La industria espacial española está detrás de estas antenas activas y están en capacidad de competir al más alto nivel que hay en Europa en cargas útiles de comunicaciones», explica García Primo. Liderados por Hispasat, el proyecto está desarrollado en un 45% por la industria nacional.

Aunque sus aplicaciones son civiles y militares, su importancia es vital en el actual contexto internacional, en el que el conflicto convencional se mezcla con la guerra híbrida. Estos satélites están incluso protegidos contra el pulso electromagnético que generaría una explosión nuclear.

Mientras, Hispasat piensa ya en su próximo desafío, el diseño y construcción del programa Paz 2, dos satélites de observación que sustituirán al actual lanzado en el año 2018. Se trata de un satélite 'espía' capaz de captar imágenes de cualquier rincón de la Tierra en las peores condiciones. Los nuevos tendrán una resolución hasta 16 veces mayor que el actual y permitirán multiplicar sus capacidades.

Se situarán en una órbita más baja que los SpainSat NG, a 510 kilómetros, y la previsión es que estén operativos en el año 2030. «Estamos a punto de empezar el programa y va a ser nuestro próximo gran reto. Van a ser satélites de observación muy avanzados, con una capacidad tremenda», explica García Primo.