ESCOLTAS: LA SOMBRA QUE ME PROTEGÍA DE ETA
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Los escoltas privados llegaron al País Vasco para hacer un trabajo del que apenas sabían nada. Durante casi quince años, su labor salvó multitud de vidas amenazadas por ETA
Episodio 1 | La socialización del sufrimiento
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ISRAEL VIANA: Hola Andrea, ¿qué tal? Soy Israel Viana, de la sección de Cultura de ABC, me han dicho que para temas de pódcast te escriba a ti. Te cuento, estoy en Cartagena haciendo un reportaje sobre un escolta, José Ángel, que trabajó en el País Vasco protegiendo a políticos de la amenaza de ETA. Me ha contado cosas alucinantes. Igual podríamos hacer algo un poco más profundo en pódcast, ¿no? Dale una vuelta y me dices.
IV: Perdona el bombardeo. Es que no paro de darle vueltas a esta historia. Podemos ir a ver a Javier Pagola, el periodista de ABC que cubrió todo el terrorismo de ETA, pasó muchos años amenazado por ETA.
JAVIER PAGOLA: Hombre. Qué tal? ¿Cómo estás?
IV: Buenos días, Javier. ¿Qué tal?
JP: ¿Cómo estás? Estás en tu casa.
IV: Qué casa más chula tienes.
JV: Bueno, intento que sea lo más acogedora posible.
IV: ¿Esta es la casa a la que te mudaste cuando tuviste que venirte del País Vasco a Madrid?
JP: No, no, no, no, no. Esta es la tercera o la cuarta. Ya he perdido la cuenta. Bueno, siéntate.
IV: El motivo por el que quería mantener esta conversación contigo, Javier. Es porque quería contar una historia. La historia de los escoltas que ofrecieron a concejales, juristas, profesores de universidades o periodistas como tú. Pues en la época en la que aún existía el terrorismo de ETA [00:00:24][15.4]
JP: Bueno, es una historia que conozco muy bien. Una historia que algunos se empeñaron en comenzar a escribir hace aproximadamente 60 años, con letras de sangre y con la pretensión de asignarnos a cada uno de los vascos un papel. TÚ gudari libertador de Euskadi, tú enemigo del pueblo vasco, vosotros, personal de relleno. O sea que tenéis que hablar poco o mirar para otro lado. En mi caso, el papel no les salió bien porque yo me salí del guión. Yo nací en Hernani, que es una localidad marcadamente influenciada por la izquierda abertzale. Siempre lo ha sido. Entonces yo estaba llamado a ser uno de ellos obviamente, por la mentalidad que se expandía por allí pero resulta que acabé trabajando en ABC.
IV: La etapa de la que yo quiero hablar es la de finales de los años 90, que es la que ETA llamó la etapa de la socialización del sufrimiento. ¿Qué recuerdas de aquellos años?
JP: En los años 90, ETA vio que asesinando a guardias civiles y policías no iba a conseguir doblegar al Estado para sentarlo a la fuerza en una negociación. Entonces sacó la ponencia Oldartzen en la que abogaba por lo que ella consideraba la ‘socialización del sufrimiento’. Es decir, ampliaba el abanico de de potenciales objetivos a colectivos como políticos constitucionalistas, periodistas, profesores de universidad, que se habían significado por su rechazo al terrorismo y también activistas a favor de la paz. A partir de ahí fue cuando personas que no estamos acostumbradas a vivir con la amenaza, pues tuvimos que adaptarnos a esa situación.
CÉSAR CHARRO: La locura fue, pues eso, que a una persona que era pastor de no sé qué municipio de repente se veía con dos escoltas, otro que trabajaba de autobusero o en un camión de la basura, pues tenía que llevar escolta todo el día.
AINHOA VILLANÚA: Y a mi hijo se lo dije ayer. Y le digo “¿la ama sabes que fue concejala en su día? Llevaba escolta y el alucinaba” ¿Qué es escolta?. Digo, Pues unos chicos, unos policías que me protegían para que no me pasara nada.
CC: La sociedad se hizo muy consciente de lo que era ETA. Que era un monstruo sin alma. Pero por otro lado, claro, De repente empezabas a ver gente armada por todos los sitios. Protegiendo a este, protegiendo al otro. Y bueno, la sensación era de estar en un entorno con la amenaza latente de violencia en todo momento.
EDUARDO MADINA: Hay una psicología estructural en tu vida de lo que es la percepción de la amenaza. Convives con ello todos los días. Aunque tú trates de evadirte mentalmente, a tu alrededor hay dos personas que te protegen cada minuto del día. Cada vez que sales a la calle, todo el rato. Da igual lo que hagas, ir a comprar pan, una reunión del partido, un concierto con tus amigos, un paseo con tu pareja, un partido de fútbol. Da igual lo que hagas, siempre están.
ROSA AMOR: Entonces yo creo que en ese aspecto sí que formamos un papel fundamental, pues a la hora de que hubiera menos atentados y que los protegidos pudieran hacer una vida, entre comillas, un poco más normal de la que hubieran hecho si no hubiera existido la escolta, ¿no? Eso está claro. Vas con otra seguridad.
TABOADA: Porque los escoltas hicimos un buen trabajo dentro de lo que pudimos, dentro lo que de lo que nuestras capacidades daban era un buen trabajo. ¿Por qué? Porque aprendimos. Porque a base de palos aprendíamos, porque hemos sido autodidactas, porque no hay una formación previa a nosotros. Nosotros hemos sido los pioneros en esto.
AITOR GOIKOETXEA: ¿Si mereció la pena el trabajo que realicé como escolta a nivel personal? Debo decir que sí con algún pero, evidentemente, porque siempre hay lo que es un tema psicológico, que hay que gestionarlo. Es cuestión de gestión del estrés. ¿Sí, volveré a hacerlo? Por supuesto que sí.
IV: Javier, te voy a poner una grabación de la radio que es de enero de 1995.
JP: Bueno, pues me sigue afectando. La muerte de Gregorio era mi amigo. Y me afectó mucho. Pues recuerdo que me enteré del asesinato porque me llamó a la hora de comer, me llamó un policía amigo y me dijo: “¿Te has enterado? Han matado a la parte vieja a…” No hizo falta que me dijera el nombre. Una premonición. No sé por qué sabía que había sido Gregorio Ordóñez. Me afectó mucho. Recuerdo que me temblaban las piernas. Me tuve que agarrar a un mueble y recuerdo dos días antes había estado cenando con él.
AMENAZA TELEFÓNICA DE ETA: A ver, Gregorio. Estamos hasta los cojones de ti. Una declaración más tuya y tu familia corre un riesgo de morir. Cualquiera de ellos. Estamos hasta los cojones Ya. Fuera de Euskadi, cabrón.
FEDERICO AYALA: Mi nombre es Federico Ayala. Soy el responsable de documentación y archivo del periódico ABC. Mirando nuestra hemeroteca encontré una entrevista muy interesante de agosto del año 93 con el propio Gregorio Ordóñez, en la que explicaba por qué no llevaba escolta. Hay un extracto que es bastante ilustrativo.
PERIODISTA: ¿Lleva escolta?
GREGORIO ORDÓÑEZ: No, nunca la he querido. No es bueno aumentar el número de blancos.
PERIODISTA: Quiere decir que…
GREGORIO ORDÓÑEZ: Que si llevo dos policías conmigo, en vez de matar a uno, pueden matar a tres. Voy solo y seguiré yendo solo.
IV: ¿Qué cargos recuerdas que estuvieran protegidos en aquellos años antes del asesinato de Ordóñez?
JP: Los únicos cargos eran los máximos dirigentes de los partidos en el País Vasco. Quizá algún diputado. Y luego las autoridades, el gobernador civil, el delegado del Gobierno. No me consta, porque yo conocía algunos jueces, conocía personalmente a algunos jueces de ahí de la Audiencia Provincial y no llevaban escolta. Sé que el asesinato de Gregorio marcó un punto de inflexión en la sociedad vasca.
GO: Y aquí la única idea imaginativa y novedosa que hace falta es que unos señores que están en la luna dejen de pegar tiros, dejen de matar y paguen por sus culpas
JP: Luego fue lo de Miguel Ángel Blanco
AV: Yo llevé fatal, pero fatal el secuestro de Miguel Ángel Blanco. Eso para mí fue terrible. Tenía 26 años, que era la edad que tenía yo. Y yo sufrí mucho. Me acuerdo. Yo con ese chaval lloré. Es que me pareció tan cruel y despiadado lo que hicieron. Ese secuestro fue horroroso.
CC: Cuando mataron a Miguel Ángel Blanco, nadie suponía que iban a ir a por un concejal de pueblo, que era un chaval. O sea, nadie suponía que ese se iba a subir a ese nivel de violencia.
RA: Teníamos la esperanza de que iba a aparecer vivo, pero fue un palo. Fue un palo terrible, pero no solo para mí. O sea, Eibar y Ermua, se volcaron. Mira, todavía lo recuerdo. Se me ponen los pelos de punta.
CC: A partir de ahí, claro, viene todo, todo el follón, todo el follón. Hace falta proteger a todos y cada uno del PP, del Partido Socialista.
T: Claro, eso nos implica en muy poco tiempo un implemento de la seguridad personal brutal.
IV: Cuéntame un poco cómo es ese momento en el que todo el mundo empieza a necesitar protección.
JP: Yo me relacionaba especialmente con los que supuestamente estaban más amenazados. Había una especie no sé si de solidaridad. Entonces me consta que nosotros no pedimos protección porque nos parecía que era incompatible la profesión de redactor o corresponsal con la de llevar una escolta. Yo estoy en casa. Hay una noticia de última hora, un atentado. Tengo que salir. ¿Que hago? Llamo a mi escolta para que venga a buscarme? Pues no.
OS: José María Aznar, de presidente del Gobierno, y estaba, Mayor Oreja de ministro Interior, que fue él el ministro, que tuvo que cambiar la legislación para que los escoltas privados pudieran hacer protección a cargos públicos, porque la propia ley de seguridad privada que existía en aquella época era del año 92 se creó para la empresa privada, para trabajar en el sector privado. Pero claro, nosotros estábamos haciendo protección a personalidades públicas, entonces eso lo prohíbe, lo prohibía la propia ley. Entonces empezamos a trabajar porque el gobierno lo decidió. Pero no existía una ley que respaldara eso.
FA: Sobre este asunto. Si echamos un vistazo al ABC del 30 de enero del año 99. Es curioso porque en apenas un breve de la página 24 se cuenta que sale una nueva ley de seguridad privada, una nueva normativa que ya permite ejercer este tipo de seguridad, tanto empresas privadas como ciudadanos europeos dentro de España.
CC: Mi nombre es César Charro. He trabajado toda mi vida como formador de profesionales de la seguridad. De los cuerpos policiales no partió el decir “nosotros ya no damos abasto a todo esto” sino que las negociaciones entre los partidos políticos que veían que cada vez había más víctimas, que eran militantes de base, ya dijeron “vamos a hablar con el Ministerio del Interior para proteger a toda esta gente”. El Ministerio del Interior, a través de la Dirección General de Policía, les dijo “no tenemos, no tenemos gente, no podemos cubrir una demanda de 3000 escoltas solo en Euskadi”.
IÑAKI URAGA: Había que proteger a todo Dios. Soy Jon. Iñaki Jurado Fernández. Soy miembro de la Ertzaintza. Soy de la 14º Promoción. Soy de Barakaldo. Yo te hablo de profesores. No eran solo concejales, profesores, periodistas, fiscales, jueces, cualquiera que dijera algo contra lo que ellos habían puesto encima La mesa era el objetivo. Entonces había que proteger. Yo lo vi como una necesidad. Es que no llegábamos. Era imposible.
CC: Claro, se produce un auge del negocio, un nicho de mercado que antes no existía prácticamente o era muy limitado, que era el de los escoltas privados. Ahora resulta que se requieren muchos.
T: Se multiplican los servicios. Los que estábamos en simple, los que estaban en simple pasan a dobles, es decir, el que lleva un escolta la lleva dos. O sea, es un boom brutal. ¿Por qué? Por ese impás de que empieza a matar periodistas, empiezan con concejales de base. Ese boom lo hace insostenible, lo hacen insostenible para el que paga, para el gobierno, para el que paga. Estábamos divididos entre Ministerio de Interior o Consejería de Interior de Gobierno Vasco. Y entonces contratan lo que hay, venga de donde venga, con la formación que tenga.
CC: Y escogiendo a la gente pues de mala manera de lo que había. O sea, al final tampoco. Tampoco se hacía mucha selección.
IV: En aquella época Javier era más normal irse del País Vasco por miedo a ETA que ir a trabajar al País Vasco. Aparte de los escoltas, ¿qué otros ejemplos había de personas que llegasen al País Vasco en aquel peor momento de ETA?
JP: Pues yo creo que muy poca gente. Lo digo sinceramente. Porque habría funcionarios, jueces, fiscales. secretarios de ayuntamientos . Yo sí que tengo recuerdo de los jueces que iban a, por ejemplo, a San Sebastián, a la Audiencia Provincial. La mayoría estaban ahí porque les había tocado ese destino no lo deseaban y en cuanto podían se iban.
CC: Algunos venían porque necesitaban dinero. Otros venían por el espíritu un poco aventurero de decir vamos allí y tal sin conocer la realidad. Y otros pues bueno, eran vigilantes de seguridad aquí, conocían la realidad aquí y les pareció pues una buena, digamos, promoción profesional, ganaban más dinero y tal. Era un grupo muy variopinto.
AG: Esa es una pregunta que también me han hecho otras personas: “¿Y tú por qué te dedicaste a ser escolta?” Era más motivacional.
T: Nos hemos encontrado con mucha gente que era representante o era comercial y necesitaba dinero y yo me he hecho el curso este y aquí estoy: “A salvar España de los vascos”. Porque eso lo he oído yo. Y se pensaban que venían a Kosovo. Yo la impresión que me daba es que venían y se pensaban que iba la gente por la calle con metralletas, con pistolas. Y que todo el que hablaba euskera era terrorista. Y eso no es un problema de ellos. A esos chavales alguien se lo ha metido en la cabeza
OS: Si yo pienso en los pros y los contras, no vengo de trabajar. Vienes porque te gusta y de lanzas. Pues me llamo Orlando. Yo soy canario y bueno, ahora estoy viviendo aquí en el País Vasco después de 25 años. Una de las cosas por la cual yo vine a trabajar aquí era porque yo necesitaba esa adrenalina, esa presión. Yo me aburría en Canarias. Era una cosa más absurda. O sea, yo en Canarias me encontraba con un inútil total porque hacía algo que no servía absolutamente para nada. Ni nadie te lo apreciaba, ni lo agradecía. Y encima estás mal mirado. Claro, De repente voy a un sitio donde hago algo que me gusta que es más importante y que la gente agradece.
RA: Yo me llamo Rosa, tengo 53 años, soy nacida aquí en el País Vasco y bueno, estuve entre escolta y conductora, pues estuve tres años y medio. A ver, yo por ejemplo, cuando me presenté para Ertzaina, que era hace treinta y pico años, la altura en mujeres estaba bastante más alta que ahora. Entonces yo mido 1.66, más o menos. Pues yo para entrar de escolta pues no tuve problema con la altura, cosa que de para el. Pero sí, me me echaron por la altura
ISABEL: Mi nombre es Isabel. Soy nacida en. En Deusto. En Bilbao, en el año 1970. Con lo cual ahora tengo 54 años. Bueno, pues no tenía trabajo. Empecé trabajando en un bar y demás y antes de empezar a trabajar en bar yo intenté opositar para para la Ertzaintza ¿no? Estuve en la Academia Velandia y eso. Y bueno, pues pues no lo conseguí.
IV: Vamos a hablar ahora un poco de tu juventud. ¿Cuál es el primer recuerdo de la violencia en el País Vasco que tienes? Es decir, ¿en qué momento descubres que en tu tierra pasa algo distinto de lo que pasa en otros sitios del mundo?
JP: Recuerdo una vez que estaba en San Sebastián, un día de Reyes, creo que era el 6 de enero de 1979, si no recuerdo mal. Entonces estábamos un grupo de amigos y nos llegó la noticia de que esa madrugada noche de Reyes habían asesinado a un joven guardia civil llamado Antonio y a su novia Hortensia. Los dos eran de Cádiz. Y bueno, en un stop en un semáforo, les ametrallaron. Ella tuvo más más orificios de disparos que él. O sea, fueron con saña. No fue una muerte, una muerte colateral, sino buscada. A mí me impresionó mucho eso. Y al final, quienes habían matado a esa gente con esa saña, esa crueldad añadida, era gente de mi pueblo.
T: Soy Juan Luis Blanco. Me conocen en el mundo de la seguridad Privada como Tabo. Soy escolta privado. Nací aquí. En el País Vasco. En Barakaldo. Empecé en la seguridad privada con 18 añitos y en las escoltas con 20. En los años del plomo, mi padrino sufrió un atentado y yo me enteré de adolescente pasado cuando me entero de que a mi padrino habían atentado contra él en la casa cuartel de Portugalete. Yo creo que ahí está el punto de inflexión, donde coincide en el tiempo que yo estoy trabajando en seguridad y que me entero de eso donde yo tomo la determinación clara de ayudar.
RA: Yo estudié en un colegio de monjas que estaba muy cercano a un cuartel de la Guardia Civil, y sí recuerdo siendo muy niña, que hubo un atentado al cuartel. Sí que hubo algún incidente de que se falló un poco en el intento y también perjudicó a lo que es el colegio. Y bueno, pues lanzaron granadas y tal de alguna residencia que estaba enfrente
AG: Mi nombre es Aitor Aitor Goikoetxea Puelles,Y mi actividad como escolta privado fue del año 2000 al 2013. Yo vivía en el barrio de Rekalde, que es obrero y un barrio muy abertzale. Evidentemente el enfrentamiento con la Policía es prácticamente todos los días. Tema de barricadas, el tema de petardos, que parecían bombas, quema de contenedores, había cargas policiales. Yo en mi casa recibo varios impactos de goma, de los antidisturbios.
IU: Sí, estaba claro que había una izquierda abertzale, que había un grupo terrorista que te marcaba y que te hacía que esa distancia sería más grande, porque nadie, la gran mayoría de los vascos no compartíamos esa forma de de hacer política, por decirlo de una manera, ¿no? Y estábamos totalmente en contra. Pero es que al final la sociedad vasca era así, era así.
OS: Entonces, ¿cómo se veía el País Vasco? Pues no sé, como una zona que era muy complicada, que no se podía vivir, que había muchos atentados y que prácticamente como que todo el mundo que podía venir del País Vasco se consideraba que era terrorista simplemente por ser de ahí, ¿no?. O sea, todos esos mitos y todas esas historias que se vivían, ¿no?. Y yo personalmente, pues claro, por mis hermanos, venían aquí y no sabía si iban a volver a casa.
IV: ¿Quién te enseña a ser uno de los periodistas que cubre los atentados y el terrorismo de ETA? ¿Cómo se aprende eso?
JP: Yo recuerdo que estaba buscando trabajo porque no había. Y me enteré que había una vacante en la corresponsalía de ABC desde hacía dos años. Nadie quería ser. Y entonces me puse a trabajar ahí. Entonces yo recuerdo que hablando con los responsables dije “bueno, me vais a poner algún tipo de delegación, para recibir gente” y me dijeron “no,que si no nos ponen una bomba”. Dije “bueno, pues venga, pues que la pongan en mi casa”. Bueno, yo creo que en aquella época muchos tuvimos que aprender a marchas forzadas, un cursillo express, pero luego estaba el sentido común, el olfato, el sentido de la responsabilidad.
CC: El curso de escoltas eran 60 horas, 60 horas. A esas 60 horas nosotros le añadimos una semana más en las cuales cada día no tenía límite de horas. Empezábamos por la mañana a las nueve y terminábamos al final del día. Dábamos defensa personal. Pues igual ese día eran cuatro o cinco horas. Si dábamos conducción, pues a lo mejor estábamos mañana y tarde. Si íbamos al tiro era todo el día. Incluso llegamos a hacer una semana táctica encerrados en un en un convento por aquí, lo tenían abandonado unos monjes y nos lo alquilaron sin saber muy bien para qué.Yo reconozco. El primero que dice que mi competencia para esto era cero, era una persona que era policía local. “¿Qué me acreditaba a mí?” Nada, nada. No estaba preparado para eso, ni mucho menos. Como casi ninguno de los escoltas estaban preparados para ello, pero nadie más lo hacía. Yo y cuatro más, que al final trabajábamos todos juntos y éramos los únicos que cogimos aquel toro por los cuernos.
T: Venían con una formación muy, muy surrealista. Hablamos de que hay tal necesidad que empiezan a sacar escoltas de donde no los había. Y te envían dos policías nacionales normales que ayer estaban en seguridad ciudadana. Desconozco si les dan una formación específica o no les dan, pero físicamente les ves y sabes de dónde han salido. Nosotros en Policía Nacional sobre todo, se les veía a los pobres hombres. Muchos de ellos te lo decían. Me ha tocado aquí y aquí estoy
CC: Fue cuando fundamos una pequeña academia ahí en una lonja, que cumplía justo justo los requisitos que nos pedía el Ministerio del Interior. Y fue el local más barato que encontramos. Y digo “no tengo ni idea”. Toma los apuntes y mira una cosa así de apuntes, algunos powerpoints y les iba diciendo esto y lo otro y tal. En ese momento, ese curso que lo di así, dije “si me van a encargar más, esto no puede ser”. Entre los vigilantes, había, yo que sé, muy pocos que hubieran tenido un mínimo contacto con armas de fuego y menos con con el arma de fuego de un escolta privado que no es el revólver que habitualmente ellos utilizan, sino la pistola semiautomática.
FA: Esta noticia no es de ABC, es del Correo Vasco, que también pertenece al grupo Vocento y es más reciente. Es del 29 de septiembre de 2013, cuando ETA ya no existía. Nos sirve para entender la cantidad de dinero que gastó el Estado en protección contra ETA. Por ejemplo, en el año 99. Había solo 500 escoltas en el País Vasco y en 2003 ya eran 1300. Otro detalle que es muy interesante es que en 2001 el Gobierno vasco tenía presupuestados 827.000 € en escoltas y acabó gastando 27 millones.
CC: Pues empezamos molestando a aquellos que desde la ausencia de la Policía Nacional ejercían funciones de escolta. A pedir a escoltas de la unidad de escoltas de Berrocis se llaman aquí, que nos pudieran decir cuatro cosillas y luego recabamos mucha información también de de lo que yo llamaba la gramática parda, de los guardias civiles y policías nacionales que llevaban aquí mucho tiempo amenazados. Es decir, como sabían que se colocaba una bomba lapa, pues ellos ya habían visto que era por medio de un péndulo y habían aprendido a poner el coche con dos ruedas en un bordillo para que el péndulo no pudiera funcionar. En fin, ese tipo de cosas las fuimos integrando.
T: El mayor problema que ha tenido el escolta privado es, en primer lugar, que ha venido a pelo. Es decir, con una pistola y 25 balas real. O sea, con formaciones que no habían visto la pistola. Esto es así de duro. No habían visto la pistola en el curso de formación. Y de repente llegan aquí, la van a portar por la calle y van a estar en un parque lleno de niños. Eso es un problema serio. Porque tú lo mismo escoltabas a un ama de casa que escoltabas a un barrendero que al presidente de la Comunidad Autónoma. Entonces había tal perfil de protegidos que la teoría con la que venían no servía de nada.
CC: Yo estoy convencido y tengo claro que no era suficiente, pero era lo que había y modestamente hablando, era lo mejor que había, porque nadie más lo ofrecía, ni aquí ni fuera de aquí. En España no se ofrecía.
AG: ¿Era suficiente? No, te digo y te digo rotundamente no, era una formación rápida hacerte meterte dos clichés de que tú eres la hostia y vete a trabajar, vas armado. te meten algunos tabús como que no te preocupes porque esto nos enfrentan a los escoltas, porque son cobardes, y entonces te crean una un ambiente en el que sales a la calle como diciendo “no pasa nada”. Y no es así… El primer día de servicio me pusieron con Félix Prol, concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Ermua. “Ermua, pueblo pequeño, infierno grande” como se suele decir. Y entonces en el trayecto me fue explicando dónde vivía, cuál era un poquito las rutinas que tenía este hombre y ese día recuerdo que metimos, metimos casi 20 horas de servicio desde que empezamos a primera mañana hasta hasta la noche.
I: El primer día de servicio fue con uno esporádico en Zumárraga. Sí, fue duro. Vizcaya y Guipúzcoa ahora igual no hay tanta diferencia pero de aquellas había mucha diferencia. El ambiente era raro, porque son pueblos que se conocían todos. Y ya estabas identificado o etiquetado como una escolta, como un policía. Entré a tomar un café para hacer tiempo y, vamos la la mirada y el trato fue como “¿Y tú qué haces aquí?” Fue un poco… un poco tenso.
CC: Y me llama uno y me dice “oye mira, mañana empiezo de escolta con un protegido. Entonces a ver si me puedes enseñar un poco porque van a la pistola y tal”. Bueno, tuve que buscar en internet. Era la SPS. Total, que con el gráfico le tuve que decir mira, “si das aquí el seguro, si das a esto sale el cargador”. O sea. Y así fue y así fue el tío al día siguiente. No tenía ni idea, tío, no sabía ni lo que era una pistola.
A finales de los 90, ETA mutó su estrategia y amplió su lista de objetivos. De repente, la amenaza dejó de estar acotada a unos pocos y se extendió entre la población civil. Ante el peligro creciente, el gobierno de Aznar tomó una decisión sin ... precedentes: cambiar la ley para proteger a miles de personas. Y así, de la nada, nació una profesión que hasta entonces no existía en España. Cientos de hombres y mujeres, sin apenas experiencia, se convirtieron en escoltas y aterrizaron en el País Vasco con la misión de resguardar vidas ajenas, sin saber aún cómo afectaría eso a la suya propia.
Episodio 2 | En primera línea de fuego
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JAVIER PAGOLA: ¿Quieres café? Un poquito de café.
ISRAEL VIANA: Muchas gracias
IV: Ahora, Javier, quería preguntarte por un tema importante en este contexto de violencia. Y es por la familia. ¿Cómo alguien que puede estar en el foco o que se dedica a luchar contra la violencia de ETA, como un escolta o un periodista como tú, le cuenta a su familia los riesgos que puede correr con su trabajo?
JP: Siempre se intenta mantener a la familia lo más al margen posible, pero es es imposible porque obviamente la familia de la escolta sabe que es escolta y sabe que está sometido a un riesgo mayor que el del resto de los ciudadanos. Lo de los periodistas es lo mismo. Porque trascendió. Lo que pasa que intentas evitarles, pues si recibes un día una llamada o notas que ha habido un cartel de que aparecía tu nombre o lo que sea, pues obviamente eso no lo cuentas, lo ocultas. O sea que lo saben, pero no todo
ORLANDO SANTANA: Bueno, la decisión de ir al País Vasco y luego explicárselo a la familia, eso era algo bastante complicado. Mi madre ya estaba quemada en el sentido de que ya tenía tres hijos en la Policía Nacional y que estaban destinados tanto en Navarra, sobre todo mi hermano el mayor de todos, estaba destinado en Pamplona y entonces mi madre ya había vivido muchas experiencias con él. Yo creo que ella lo vio pues como uno más y ya está. Y mi padre pues nunca ha reprochado nada. Él siempre ha dicho que hagamos lo que nosotros quisiéramos o viéramos conveniente.
ISABEL: Bueno, en aquel momento yo tenía, tenía pareja y entonces se fue más por parte de la pareja que no le gustaba que portase un arma que en realidad por mis padres. Es que no recuerdo la expresión, pero sí que no le gustaba eso, porque pensó que como que me iba a convertir en otra persona diferente el portar un arma, que iba a ir de subidita. Pues no, nada más lejos ¿no?
TABOADA: Mis padres en todo momento me apoyan. No puede ser de otra manera. Es que viene rodado. Te quiero decir, es que nosotros lo mamamos. Es que nosotros lo mamamos desde el minuto uno.
ROSA AMOR: Más que mentir fue que no le quería decir donde trabajaba. Pues resulta que estoy ahí esperando a que saldría la protegida y compañero estaba en el coche y tal y me encuentro con mi tía. “Pues, ¿qué haces aquí? Digo “Pues nada tía, pues que que he empezado a trabajar aquí y tal y bueno, pues ya”. “Uy, ¿pues dónde has empezado a trabajar?. Ah, ya sé, en el bar”. “No, qué va, que va, tía. No, no, qué va, qué va”. Claro, yo no sabía por dónde salir. Y claro, en una de estas ya me pilló. “No tía, trabajo en la calle, en la calle”. Y claro, su cara fue de sorpresa, “esta se ha debido creer que soy prostituta o algo”. Al decirle que trabajaba en la calle con ese misterio. Pues claro, la mujer, ya te digo, salió espantada.
AITOR GOIKOETXEA: Mi hermano también escolta. Sí. Los dos escondimos a nuestros padres para no preocuparles. Y recuerdo que estábamos comiendo y fue mi madre. Fue madre la que ya no aguantaba más. Y preguntó: “¿Bueno, vosotros dos qué? ¿Qué hacéis?” Y yo “Ama, ¿qué me quieres decir? ¿cómo que qué hacemos?”. “Sí, vosotros sois escoltas”. Nos miramos y dijimos: “Sí”. Las amatxu son las amatxu. Lo saben todo.
IV: ¿Qué idea tenía la gente de fuera del País Vasco de lo que era ir a trabajar a esa zona Y cuánto se correspondía eso con la realidad cuando llegan?
JP: Las cosas se ven mucho peor desde afuera. ¿Por qué? Porque las únicas noticias que salían del País Vasco todos eran malas. Yo creo que hubo años en que no salía ninguna buena. Gente de fuera, gente culta que lee los periódicos pero que tampoco a lo mejor está muy encima pensaba que estábamos todos los días a tiro limpio. Entonces tenía una imagen mucho peor de la que de lo que verdaderamente pasaba, que ya de por sí era, era muy malo.
OS: Cuando yo vine aquí lo único que hice el primer mes fue ir a entierros y funerales. Me llamo Orlando Socorro, soy de Gran Canaria, y llegué al País Vasco en 1999 para trabajar como escolta privado. Íbamos por la calle “mira, aquí mataron a fulanito, aquí mataron a menganito, mira, aquí fue no sé qué”. Es que cada esquina, yo sé que que también me van a poner a parir por eso, pero es que es así, es que no te puedo contar otra cosa, sino lo que viví. Y es que, por desgracia, cada esquina de San Sebastián tiene su historias que son muchos muertos, muchas víctimas.
AG: Una primera etapa en donde entras y no tienes ni idea dónde te estás metiendo, porque lo que te han dado la formación no es acorde a lo que realmente existía. Soy Aitor Goikoetxea y empecé mi carrera como escolta privado en 1999. Esa primera etapa en la que te enfrentas a la cruda realidad, dices hostia, aquí te tengo que espabilar. Entonces ahí es donde descubrí que dije tengo que ser bueno. Me hice yo a pregunta Tengo que ser bueno? Y dije No, tengo que ser mejor, pero tengo que ser mejor que los que tengo alrededor, porque yo soy bueno y soy el mejor. Voy a intentar que los malos se fijen en otros. No en mí [02:33:57][25.6]
T: Tú salías de casa a las ocho. Desayunabas, comías y cenabas en la calle. Soy Juan Luis Blanco Taboada, “Tabo” y trabajé como escolta privado de 1999 a 2011. Para tomar un café, para echar una meada, si tenías cualquier necesidad, tenías que buscarte la vida para ir, tenías que llamar al protegido. “¿Va a salir? Es que necesito acercarme al banco a sacar dinero. Incluso a esos extremos llegábamos”.
IÑAKI URAGA: Era vital que la persona sea colaborativa. Que entendiese cuál era nuestro trabajo y que nada lo hacíamos para fastidiarle a él o a ella, que era simplemente porque su seguridad estaría al 100%.
AG: Tienes gente que después de salir de trabajar dice “ahora vamos al gimnasio y hacemos reunión del niño en el colegio” y “pues tengo lo que es una cena, la recena y luego tengo las copas”. Llegamos a las dos de la mañana y “mañana a las diez me vienes a buscar”. Entonces tú acabas a las dos. Entre que vas a tu domicilio, te pegas una ducha, duermes, te levantas antes para hacer lo que es la contravigilancia una hora antes de la hora que está prevista al final, pues dormimos cinco horas, o cuatro horas. A veces dormías ocho horas. Entonces, ¿cuánto se trabajaba? La vida de una persona.
OS: El partido no se podía permitir tener una víctima y que no estuviese protegida. Entonces, políticamente, los réditos eran muy importantes. Entonces, si tú renunciabas a la escolta, tenías que renunciar al cargo.
FEDERICO AYALA: Soy Federico Ayala, responsable de documentación y archivo del periódico ABC desde el año 2008. Vamos a irnos a la edición del 26 de enero del 2002. En la página 28 se informa de dos nuevas dimisiones en el Partido Socialista de Euskadi. En Rentería, por ejemplo, dimitió una concejala llamada Gema Artola, que llevaba diez años en el cargo y el motivo que dio fue precisamente tener que llevar escolta. También se cuenta en el tercer párrafo que Gema Insausti sería su relevo.
GEMA INSAUSTI: Yo me llamo Gema, fui concejal en el Ayuntamiento de Rentería. Bueno, digamos que en principio sustituía una persona que había dimitido y luego pues estuve los cuatro años restantes dirigiendo el Departamento de Hacienda. Empezaba el día. Me preparaba un café. Miraba así, a lo lejos. Veía el coche de la Ertzaintza justo en la mitad de la plazoleta y llegaba el coche de mi servicio de seguridad. Se hacían así. Encendían las sirenas, se iban y llegaban ellos.
AINHOA VILLANÚA: Bueno, el ambiente político en aquella época, en el año 99, por ahí 2000, era pues muy tenso. Yo Me acuerdo ir a los plenos. En eso yo no llevaba escolta, pero claro, me hacían una especie de escraches, digamos. Me acuerdo, tenía para ir al Ayuntamiento, iba sola yo andando y pasaba como por un pasadizo así y se me ponían ahí todos, todos vestidos de blanco, con pancartas que pasaba y me hacían, me gritaban y así pues, consignas a favor de los presos y cosas cada día. Imagínate con mis 23 añitos ahí super sola. Hola, soy Ainhoa Villanúa. Fui concejala por el PSOE durante los años 1999 y 2007. Pues como mucha sorpresa, como una sensación de qué extraño todo, me parecía muy surrealista. ¿Yo, con escolta? Por favor. Y entonces esa fue la de “jolín, qué cerca lo tengo, ¿no?” Se te enciende como una luz en el cerebro de, pues eso, me la estoy jugando pero bien. Yo no recuerdo ningún curso de seguridad. Vamos, la seguridad más o menos te la indicaban los escoltas hasta el final. Delegabas tu vida o tu seguridad en ellos. Mi barrio es un barrio muy cerrado y al final era como una especie de ratonera. Y el tema era ese siempre, cómo salir de aquí. Claro, ya sabes que en esos tiempos la rutina mataba.
GI: Cuando llegaba el equipo de protección, lo mío era brutal y de un cuadriculamiento salvaje. Vamos a ver “aquí no os metáis, aquí tampoco. Aquí tampoco. Este es batasuno, este del PNV, este del PSOE. Aquí no comprar aquí, allá, allí no podemos. Yo empecé con mi equipo. Entonces, claro, había un planning. Tú no podías repetir absolutamente nada Nunca jamás. Yo no salí jamás de la puerta de mi casa sin escolta, nunca.
IV Un político se enfrentaba a un clima muy adverso, lo que contaban Ainhoa Villanueva o el propio Ordóñez, por ejemplo es que se empezaba a sufrir desde muy pronto la presión de la banda terrorista. Pero esto no solo le pasa a los políticos, esto también lo vivíais los periodistas. ¿Os formaban de alguna forma a los periodistas para poder auto defendernos de los ataques o de un posible acto de violencia de ETA?
JP: No, no nos dieron ningún tipo de instrucciones. Pasa que hablabas con amigos de la Policía, de la Guardia Civil y entonces pues te daba una serie de recomendaciones, por lo menos pintorescas, que te podían valer. Me decían que cuando saliera de casa pues me llevara la mano a la cazadora, al bolsillo interior de la cazadora, o del abrigo, que la mantuviera fija y si veía que se me acercaba alguien, que le miraba fijamente a la cara como diciendo “si tú vienes a por mí, yo la voy a sacar antes, la pistola”. Y bueno, pues sí, puse en práctica eso. Yo creo que la gente pensaría que estaba loco, porque efectivamente yo veía gente que se acercaba a mí pero que al mismo tiempo pasaba de largo.
T: Mira, la primera habilidad que tienes que tener es la discreción. La siguiente habilidad que tienes que tener es una potencia psicológica muy fuerte.
CC: Si hablamos de las habilidades que tiene que tener una escolta, yo diría que la primera es ser una persona inteligente. Tiene que ser una persona conocedora del entorno en el que se mueve y que sea capaz de leer cambios en él. Siempre se suele decir la mejor protección es la que no se ve.
IU: Serenidad. Ser riguroso en todo. Educación.
OS: Tú eres escolta y te da igual quiÉn sea tu protegido, da igual que sea de izquierda, que sea de derecha, que sea de… Aquí había sacerdotes, había curas amenazados por ETA y tenían que llevar escolta, ¿no? Y había compañeros que decían pues “yo no soy católico, no tengo que entrar a una iglesia” y digo pues pues mal escolta eres.
AG: “Temed de la ira del hombre paciente. Prefiero ser un samurai trabajando de jardinero que un jardinero metido una guerra”. Es decir, si tú te quieres preparar, debes estar preparado psicológicamente, físicamente, tácticamente, técnicamente. Y luego ojalá que nunca te tengas que enfrentar.
CC: Tenía un conocido escolta que me decía “yo no miro nada debajo del coche. Total, si te quieren poner una bomba te la van a poner”. Hombre, pues no se lo digas a tu protegido porque te echan. O sea, vamos a ver, eso no es tener mentalidad, eso es ir a por un sueldo que al final te puede salir muy mal.
IV: Cuéntame cómo actuaba. ¿Te acuerdas del modus operandi de ETA?
JP: ETA es como una especie de, en realidad es una serpiente preparada para atacar. Un cuervo que espera. Agazapada. Lo que sí siempre han planificado muy bien los los atentados, sobre todo, más que acertar en el objetivo que obviamente, tal vez en la huida. No han hecho un atentado hasta que no tenían la huida preparada. Estudian muy bien la zona donde se va a perpetrar el atentado, los horarios de la potencial víctima y todo eso lo prepara muy bien. Lo que no prepara, les da igual a quién van a matar. Está casado, tiene niños pequeños. De eso se enteraba luego por la prensa.
CC: Aquí en lo que nos hemos centrado siempre es en hacer vigilancias y en garantizar el entorno por el que se va a mover la personalidad que se protege. Soy César Charro, como formador de escoltas escribí un libro titulado “Una pistola y 25 balas”, donde cuento cómo era la vida de los escoltas que trabajaron en el País Vasco. Reconocer. Es decir, primero tiene que activar el servicio una hora antes, hacer un reconocimiento de la zona lo más exhaustivo posible, las escaleras, todo. Si encuentra alguna anomalía, comunicarla, por supuesto, pedir datos, etcétera Y después tocas el timbre del protegido porque ya has chequeado la escalera, el buzón, tocas el timbre y el protegido baja.
RA: Yo me levantaba y bajaba por el vehículo. Hacías una revisión así por encima, disimuladamente, para no ver nada raro, nada extraño. Cogías el vehículo, te acercabas a Irún, que era donde prestaba servicio, recogía primero al compañero, nos íbamos allí.
CC: Embarcamos al protegido en el vehículo, vamos a al sitio donde vaya trabajo o lo que sea.
RA: Rosa, tenemos que ir a San Sebastián a tal sitio o tenemos que ir a tal sitio
CC: Para lo cual hay que haber estudiado los itinerarios. Tienes que tener siempre un itinerario por el que vas a ir y dos alternativos. Cuando trabajamos con dos, uno va con el protegido, el otro reconoce el local.
RA: Acerca el coche o vete hacia el coche o vente hacia aquí
CC: Se queda en un sitio discreto donde controle la puerta entre el protegido y otro se queda afuera.
RA: O sea, ya al final solo con mirarte ya ya sabías lo que lo que tenías que hacer.
IA: Sí es verdad que los escoltas privados trabajaban sin descanso Presentación Iñaki: Soy Iñaki Uraga, miembro de la unidad de escoltas de la Ertzaintza . Y eso, puedes tener muchos medios, pero el descanso era vital. Y más entiendo yo con gente que venía de fuera de Euskadi. Entiendo que todas esas cosas a ellos les supondría un lastre que nosotros no teníamos.
OS: Yo venía y estaba acostumbrado de Canarias. Allí la relación entre la seguridad privada, con la Policía, con la Guardia Civil siempre es como que ellos son el todopoderoso y lo saben todo y tú eres un inútil y que más o menos, como que te dicen las cosas por pena, porque están obligados a hacerlo. Sin embargo, el choque fundamental al venir aquí es que te veían como un compañero más. Esa relación era totalmente distinta. Éramos prácticamente iguales, no se diferenciaba ni quien era Policía Nacional ni Guardia Civil. Y entre todos, esa es otra cosa, porque íbamos todos de paisanos en la calle. Pero el trato era mucho mejor, mucho mejor.
IU: La Policía Nacional y la Guardia Civil en aquellas épocas, nadie nunca decían que lo eran. Hombre, al final la información era lo que te hacía avanzar, en un conflicto de esos, sin información no avanzas.
IA: ¿Hasta qué punto era peligroso que trabajaran en el País Vasco Guardias civiles, policías, ertzainas y escoltas privados al mismo tiempo?. ¿Eso realmente se podía coordinar?.
JP: Era muy complicado. Había tantos cuerpos policiales además en la lucha antiterrorista y además entre ellos muy celosos de llevar su trabajo. La Guardia Civil quería hacer las mejores operaciones, la Ertzaintza, las mejores operaciones y la policía las mejores operaciones. Yo creo que ahí se falló en un mando político que coordinara todo aquello, que pusiera un poquito de orden. Ya hubo intentos, pero fracasó. Y entonces hubo, hubo momentos muy trágicos entre ellos. Creo que fue a principios de 1997. Pues coincidieron un vehículo camuflado creo que eran dos agentes de la Ertzaintza de paisano y el otro camuflado también tres miembros de la Guardia Civil, también de paisano. Entonces estaban llevando a cabo labores operativas antiterroristas y se vieron. Unos sospecharon de los otros y se enzarzaron en un tiroteo, dos de los guardias civiles resultaron heridos, uno crítico y luego un ertzaina.
FA: La portada de ABC del 2 de marzo del 97. A ver, precisamente con un suceso que cuenta Javier Pagola, hubo un tiroteo accidental entre chinas y guardias civiles. El ministro de Interior de entonces, Jaime Mayor Oreja, y el consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa, negaron, sin embargo, que ese tiroteo fuese una descoordinación policial entre ambos cuerpos.
CC: Nunca hubo coordinación. Y esto hay que decirlo bien claro entre los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, de la Comunidad Autónoma y la seguridad privada.
RA: No, no, no, no, no. O sea, que ya te digo que colaboración de decir “oye, pues mira, ¿te has sentido arropado o apoyado? No sé, que te han echado una mano en algo” No. Ellos sus funciones no son las nuestras. Y eso.
IA: Al final éramos 4 equipos trabajando, la Policía Nacional, la Guardia Civil, la privada y la Ertzaintza. Cada uno llevaba su protegido, pero cada uno éramos de un cuerpo policial y en este caso de la empresa privada.
CC: Debió haber coordinación, porque la coordinación en esto es fundamental, pero nunca la hubo. Nunca, jamás, jamás.
IV: En este podcast, Javier, estamos hablando de gente que protegía a políticos y no precisamente de primera línea, sino concejales de pueblo que muchas veces seguramente ni cobraban por ello. ¿Qué caracteriza a un concejal de pueblo que sufría esa amenaza?
JP: Pues obviamente ahí sí que les cambió la vida radicalmente. Pero yo creo que a estos concejales y sobre todo si eran pueblos pequeños, les cambió no la vida, sino el día, el día, el día. En el País Vasco hay una institución que es casi casi sagrada, que es la cuadrilla de amigos. Se juntan varios días a la semana para ir al bar, el típico chiquiteo o poteo que se llama. Y encima ahí te encuentras no solo con tus amigos sino con un conocido, pues hablas en la barra. Todos tuvieron que prescindir de todo eso. Eso viendo la idiosincrasia, pues es bastante duro.
CC: Los escoltas privados eran un servicio de seguridad para pobres, era el servicio de seguridad para un concejal. Pues yo me acuerdo mucho de dos escoltas que tuve que se pasaban la vida laboral en un autobús metidos porque el protegido era un concejal del Partido Popular que era que era conductor de autobús y los tíos se ponían uno aquí y otro aquí en el autobús y ocho horas iban metidos en el autobús.
AG: Ese boom fue cuando toda España vino, lo que es gente de toda España, por la pasta, por dinero. En cambio, yo, me pagaban bien, evidentemente. Hay una gran diferencia. Por supuesto, pasamos de cobrar 1.200 euros de agente de seguridad, pero pelao, sin hacer horas, a cobrar 3000. 4.000... Al principio había sobres que se pagaban en B. Se pagaba unas cantidades, otras se dan en lo que es en un sobre cerrado. O sea, había un poquito de todo.
I: Yo de vigilante, por ejemplo yo podía ganar en el año 2000, 2001, 2002. Pies 1.600 o 1.700 euros, que ya era. Ya era bastante. Y de escolta pasé a ganar 3000 o 3.500. Una cosa así. Al principio. Soy Isabel Pérez y antes de dedicarme a la escolta privada, estuve trabajando de vigilante de Seguridad en el aeropuerto. Ya llegó un momento en que las empresas pusieron un sobre cerrado. No había horario, es decir lo que trabajarías. Y una especie de plus de productividad.
T: Esto es como todo. Si ganas 3000, gastas 3000. Si ganas 5000, gastas 5000. Si no te gestionas, tenemos un problema.
IU: Nosotros teníamos un sueldo al año igual que el resto, pero sí las semanas de trabajo teníamos unas dietas para comer, para cenar y demás, que con eso, pues bueno, hacías un poquito de cajita. Pero nuestro sueldo no varió en nada en diferencia al resto de compañeros que estaban en la calle trabajando como nosotros. Si es verdad que la seguridad privada ganaban dinero pero trabajaban todos los días del año. Entonces era una cosa que no es que se lo regalaban, se lo curraban.
AG: No son solo las jornadas maratonianas porque haces la vida de una persona, sino que además tenías su vida laboral, su vida institucional, su vida de ocio y ya cuando la dejabas en casa es cuando podías descansar.
IV: A ti como periodista Javier, y sobre todo a nivel familiar. Eso tuvo que poner la vida patas arriba. ¿Cómo cambió vuestra vida con el hecho de tener que mudaros a Madrid para estar más seguros?
JP: Yo en principio, cuando a raíz ya de de lo de que hemos visto del asesinato de Gregorio Ordóñez por una serie de indicios que dio la Guardia Civil, a mí el servicio de información me aconsejó que me fuera a otra casa. Entonces, pues bueno, les hice caso y me fui a vivir yo solo a Irún, a un piso de Irún. Yo no estaba casado y entonces yo dije a mi familia, dije que me iba a Madrid. Y bueno, todo esto fue muy rápido. Otro día me llaman, esta vez al telefonillo automático, que estaba yo solo en casa y me dice “soy Enrique, ¿me abres?”. Enrique era un miembro del CNI que yo lo conocía mucho desde hacía ya unos cuantos años. “Tenemos que contarte algo”. Yo “nada bueno, puede ser”. Entonces subieron y me dijeron “te vamos a llevar al aeropuerto de de Sondica que te vas pa Madrid”. “¿Cómo es eso?” “Cógete algo, lo que puedas y ya te lo vamos explicando por el camino”. Y me dijeron “hasta que no te montes en el avión, no, no te dejamos”. Habían detectado una comunicación interna de KAS, planteando ya de atentar directamente con alguien de ABC. Y claro, el que tenían las papeletas era el corresponsal en el País Vasco, ¿no? Sí es cierto que lo estuve hablando con Ansón y me dijo “nada, una semanita, unos cuantos días, hasta que hasta que se aclare un poco la situación”. Bueno, y yo aquí sigo
AG: Yo he cambiado cuatro veces de domicilio. A mí me intentaron quemar el coche. Me han pinchado ruedas, las cuatro ruedas del coche. Y a la gente del barrio, porque ya sabían que estaba trabajando, lo que es de escolta. Entonces, para no poner en riesgo lo que es a mi mujer y a mi hija, evidentemente, pues cambiábamos de domicilio, vendemos un piso y compramos otro cada par de años, cambiando siempre lo que es de lugar. Cuando entramos, cuando yo entraba, a lo que es una nueva comunidad de propietarios, yo siempre decía que era comercial.
T: La labor de educación de mis hijos, de mi hija los primeros ocho años y mi hijo los cuatro primeros es años de mi mujer. Es ella la que ha aportado absolutamente todo. Yo no estaba en casa, yo trabajaba 20 días y libraba diez. A eso hay que sumar que yo por necesidad me formaba, por necesidad entrenaba para mantenerme físicamente. De los diez días había meses que se te quedaban en dos días libres. Me compro el coche. Y cuando ella se saca el carné dos años después, no le puedo dejar coger el coche. Para que coja el coche, tengo que haberlo revisado previamente. Eso es una de las cosas que posiblemente más me ha fastidiado y más me ha marcado a día de hoy. ¡Fíjate qué tontería! Yo tuve a mi suegra muy malita, de hecho falleció después y eso de que mi mujer no pudiera coger mi coche, me dolió mucho. Quizás sea lo que más me ha marcado.
RA: A la hora de conciliar con la vida personal, pues un poco complicado por el tema de horarios y todo eso. De hecho, uno de los motivos de que aquel entonces terminara con mi pareja, el que fue escolta también, pues uno de los motivos fue que al final si él tenía libre, tú te tocaba currar. Tú has currado doce horas, él estaba libre, y si no al revés. Ostras tienes que tener una pareja que entienda muy bien lo que es tu trabajo y que no te haga decidir o no te haga elegir. O el trabajo o yo, ¿me entiendes?
OS: Oyes la explosión y empiezas a escuchar la sirena de la policía, de los bomberos. Y enseguida dices “esto es que ha sido un atentado”. Entonces esa presión, pues como que no lo aguantó, igual que no lo aguantaron tampoco muchos compañeros, pues no lo aguantó tampoco mi exmujer y tuve que tomar otra opción. ¿Me voy o me quedo? Y al final dije pues me gusta esto y me quedo.
Las calles vascas se llenaron de escoltas privados que protegían a concejales de pequeños municipios. Sus vidas quedaron atrapadas en un pulso diario entre la rutina y el miedo, entre el deber y el peligro. Día tras día, su jornada laboral se convirtió en la sombra de los protegidos, un reflejo constante de sus pasos. Las largas horas de guardia trajeron consigo sueldos generosos, pero también dilemas: algunos lo gastaron sin medida, otros intentaron comprar con dinero el tiempo perdido. Y todos, tarde o temprano, tuvieron que elegir entre la familia y un trabajo que devoraba sus días y sus noches.
Episodio 3 | Viviendo otra vida
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JAVIER PAGOLA: Había una relación estrecha, pero difícil de definir porque por una parte, había que marcar un tanto las distancias, no podías hacerte amigo de él, porque entonces, obviamente, el escolta podía hacer sin querer una dejación de sus funciones y luego al final era una amistad que al final se iba a acabar y bueno… podía interferir en el trabajo. Pero yo sé que muchos de ellos tuvieron una cercanía, sobre todo se puede decir, de solidaridad.
ISRAEL VIANA: Bueno, imagino que pasar tiempo con una persona que al principio es desconocida no tiene que ser fácil y tiene que cansar o generar muchos conflictos. ¿Te contaban aspectos privados, esas personas que conocías escoltadas de cómo era compartir su vida con un escolta?
JP: Muy poco, muy poco. Yo creo que también hay un pacto ahí tácito. Era mucho tiempo, pero el tiempo era fugaz. A lo mejor todos los días pero era del coche a casa, del coche a la sede. Una cierta amistad, porque has dejado tu vida en manos de otra persona, ¿no?
LOCUCIÓN: Escoltas, la sombra que me protegía de ETA. Un podcast original de ABC.
IV: ¿Cómo era que alguien en el País Vasco dijera: «Papá, mamá, quiero ser político o quiero ser periodista? ¿Cómo caía esa noticia?
JP: Yo me imagino que sería, pues, como ocurrió con Gregorio Ordóñez: disgustos en casa, como si te quieres ir a la guerra. Una reacción muy parecida: «Hijo que te van a matar, hijo, no sé qué… piensa en mí». Ese tipo de cosas ¿no? Lo de periodista ya ha sido menos, porque periodistas era gente que ya que trabajamos en periódicos, ya llevábamos años. En el momento de asumir eso, no éramos conscientes de que al final íbamos a ser objetivos potenciales.
GEMA INSAUSTI: Sobre mí sí ejercieron mucha presión cuando yo era cría. De hecho, mi padre quería que yo estudiase medicina y no me dio la gana. Entonces le dije: «Mira, quiero estudiar periodismo», me dice: «Pues no». Entonces lo primero, llevarle la contraria a toda tu familia y no darte la gana... Para eso hay que cerrar los cuadros. Desde siempre. Yo siempre he tenido mucha personalidad. En principio empecé por Comisiones Obreras y voy a parar a Izquierda Unida. Y luego eso, claro, nos expulsaron y nos absorbió, digamos, firmamos un acuerdo con el PSOE. Esa es mi historia. Me llamo Gema. Fui concejala del Partido Socialista en el ayuntamiento de Rentería entre los años 2002 y junio de 2007. O hacemos lo mismo o hacemos lo contrario que nuestros padres, entonces yo tenía ahí en el cajoncito, la facturita guardada: No sé cuánto tardaré, pero que yo os paso a todos por encima y que conmigo no vais a poder eso tenerlo claro. Por eso me dediqué a la política, bueno y porque me gustaba la salsa.
EDUARDO MADINA: En mi caso particular, yo creo que el detonante fue de mi adquisición de conciencia. Ser consciente de lo que sucedía alrededor en términos de desigualdades sociales muy manifiestas en los años 80, muy evidentes también en los 90. Soy Eduardo Madina, militante activo del Partido Socialista de Euskadi desde el año 1995 hasta el año 2017. Cuando eres consciente de lo que está pasando a tu alrededor, tienes que decidir si te quedas quieto o si decides hacer algo. Yo decidí hacer algo y hoy, 30 años después creo que esa es una de las decisiones de las que más orgulloso estoy: no haberme quedado mirando para otro lado cuando a mi alrededor asesinaban a gente.
AINHOA VILLANÚA: Era una cría, si es que tenía 23 años. Fui la concejala más joven del pueblo, de Lezo. Me llamo Ainhoa Villanúa y viví con protección de escoltas privados desde el año 2001 al año 2008. Yo siempre he sido, pues desde cría, yo estaba deseando cumplir los 18 para votar. Siempre he tenido conciencia en general y conciencia política. Entonces teníamos unas amigas que andábamos en cuadrilla, éramos dos pares de hermanas y sus padres estaban afiliados al PSOE, entonces siempre hablábamos y solíamos hablar de política con nuestra juventud. Y un día así pues dijimos: «¿Pues venga, nos afiliamos al PSOE?» y allí fuimos a afiliarnos. ¿Pues yo que tendría? 22 años tendría yo, mi hermana 18 y las otras pues parecido. Y el problema fue cuando atentaron contra Iñaki Dubreuil, compañero mío en Ordizia que tuvo un atentado al bajar del tren que iba a trabajar, que le salvó el maletín que llevaba y a partir de ahí nos pusieron escolta a todos. Fueron los ataques más intensos hacia los concejales del PSOE. Antes el PSOE no sufrió tanta agresión.
FEDERICO AYALA: Soy Federico Ayala, responsable de documentación y archivo del periódico ABC, donde trabajo desde el año 1992. Hemos buscado en la hemeroteca el nombre de Iñaki Dubreuil y nos salen muchas cosas. La que nos interesa es del 23 de febrero del año 2001. La noticia abre contando que ETA asesina a dos trabajadores en San Sebastián con un coche bomba que iba dirigido al concejal socialista de Ordicia, Iñaki Dubreuil Churruca, de 43 años. Hay un matiz importante en el desarrollo. Se cuenta que Dubreuil pudo salvar la vida porque su escolta le recomendó cambiar de trayecto y gracias a esto se encontraba más lejos de donde explotó el coche. Ahí las medidas de seguridad funcionaron.
AV: Ahí ETA bajó un peldaño y empezó a atacar a los concejales de pueblos más pequeños.
GI: A mí cuando acepté me llevaron al cuartelillo de aquí de Rentería, que ya estaba hecho y hablé con un responsable de seguridad que me dijo que iba a llevar escolta y me pareció lo más normal del mundo, porque de hecho mi antecesora dimitió porque dijo que no quería seguir llevando escolta. Mi madre normal y mi hijo normal. A mi ex no le hizo ni puñetera gracia. Pero bueno, yo creo que la relación también se estaba yendo a pique hacía ya mucho tiempo.
AV: Una sensación extraña, extraña. Es que yo soy una chica de barrio. Al final era como una concejala de un pueblo. O sea, a mí me parecía como muy cutre. O sea, de hecho a mí siempre me dio mucha vergüenza.
EM: Mi manera de llegar al mundo de la protección y la seguridad fue distinta al resto, porque en mi caso llegó después de un atentado de ETA. Y me lo comunican después de haber sufrido un atentado de ETA el 19 de febrero del año 2002, en la cama de un hospital donde trato de recuperarme de las heridas causadas por aquel atentado. El lugar exacto es una habitación de un hospital. Y el momento exacto en el entorno del mes de marzo del año 2002. Es un cambio radical de tener escolta a no tenerla.
IV: Se calcula que cerca de 3.000 escoltas privados sirvieron en el País Vasco en los años más duros de ETA. Según superaban el famoso curso de 60 horas, les era asignado un servicio.
AITOR GOIKOETXEA: Tú eres un un hombre muy alto pues lo ideal sería que tú fueras con un protegido también alto por el hecho de cubrir lo que es el tema de alturas. ¿Que puede hacer un protegido de dos metros con un compañero de 1 '70? Pues eso lo hemos visto. Mi nombre es Aitor Goikoetxea y he protegido al menos a unos 15 políticos, personalidades y empresarios que fueron objetivos potenciales de la banda terrorista ETA. No había un criterio de selección en función de cómo eres tú, tu perfil técnico o táctico aplicado a un tipo de servicio.
TABOADA: Esto somos privados. Cada empresa es la que decide a quién manda y a dónde manda. Mi nombre es Juan Luis Blanco Taboada, conocido en el mundo de la seguridad como ‘Tabo’ y estuve de escolta hasta los últimos días de ETA. 16 años, una cosa así. He estado de catedrático de la Universidad de Lejona, en el Gabinete de Presidencia del Gobierno Vasco con un general Estado, he estado con un teniente alcalde de una gran ciudad, pero por nivel de riesgo, y con una víctima especial de violencia de género. Cuando digo especial es de riesgo especial. Al final he tenido cuatro protegidos de manera regular, y luego sí, he estado días puntuales con concejales, con parlamentarios, con… pero han sido puntuales siempre.
IÑAKI URAGA: Empecé con Ramón Gómez Ugalde, concejal de Eibar. Gotzone Mora, que era una miembro de la ejecutiva socialista de Euskadi, que era profesora de la Universidad de Lejona. Trabajé con Charo Zarzalejos, periodista de la familia Zarzalejos. Jueces, con la fiscal jefa de Bilbao, con fiscales del Juzgado de Bilbao, con el presidente del puerto de Guipúzcoa… Mi nombre es Iñaki Uraga, miembro de la sección de acompañamientos de la Ertzaintza, sección que se creó en el año 98 y que fue disuelta en el 2013. Y luego pues en el final de mi carrera dentro de la Unidad de Acompañamientos, trabajé con el que ha sido hasta ahora lehendakari del Gobierno vasco, Iñigo Urkullu. También trabajé con el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao.
ROSA AMOR: Yo con el protegido que estuvo de conductora, que luego fue subdelegado de Gobierno, Guillermo Echenique, o sea una persona muy muy conocida y muy esto, pues tengo una carta de recomendación de él que él mismo lo pone en la carta, o sea que le hice la vida mucho más fácil.
ISABEL: En Balmaseda, cuando estuve, estuve un periodo de seis años con un concejal del PSOE, que él trabajaba en su trabajo, pero bueno, era concejal, era el periodo de que les obligaron ya a coger la escolta, porque si no no podían coger la concejalía. Y él fue un poco obligado de alguna manera.
IV: Justo en ese momento, en el saludo inicial entre escolta y protegido, se creaba una nueva relación en la que la vida del protegido se iba a ver constantemente invadida.
I: Sientes esa invasión cuando estás haciendo el trabajo. Me llamo Isabel Pérez y durante los años escolté a unas cinco o seis personas. Por ejemplo, la concejala de Basauri con la que más tiempo estuve, que estuve meses, pues su pareja, aunque era concejal pues al final son situaciones que ellos no pueden estar con esa intimidad propia de pareja, porque tienen a dos personas al lado que les están observando y están observando a su alrededor
AG: Sobre el tema de la intimidad de los protegidos hay momentos en los que entras en un celo profesional en el que quieres estar cerca del protegido por si tienes que reaccionar, por si tienes que protegerlo, por si tienes que sacar el arma o disparar, o llevártelo o evacuar o lo que fuera, pues estás muchas veces cerca del protegido, ¿no? Entonces hubo momentos en que los protegidos te dicen: «Oye no, no. Dame espacio. No te acerques tanto, no quiero que estés tan cerca».
IU: Es verdad que tú estabas ahí e intentabas hacer que no estabas. Las conversaciones entre una pareja de chavales como eran, pues como las conversaciones que tú también has tenido con tu pareja. O sea, estabas viendo una realidad que tú también la habías tenido con tu pareja. Y sí, es verdad que hay con VIPS con los que se rompe esa barrera de tú aquí yo aquí y comes juntos en sitios, paseas, tienes conversaciones, te echas risas, te tomas el café de la mañana juntos. Acababa la semana y tenían un detalle contigo de agradecimiento.
RA: Mi nombre es Rosa Amor y llegué a escoltar varios protegidos, cargos políticos, tanto del Partido Socialista como del PP. Al final vas mucho tiempo en el mismo coche o en el mismo sitio y claro, pues al final una persona que tiene un problema pues fíjate, pues no estoy bien, mira lo que me ha pasado, que esto lo otro y al final pues claro, tú intentas darle tu opinión o tu consejo o intentar darle ese apoyo… Entonces al final pues que se va creando un vínculo que luego pues también pasa de ser del protegido con el escoltado como al revés.
AV: La falta de intimidad es que al final es que es muy complicado. Y luego para una persona joven, una chica, es que al final conocían a todos mis novios. Sí, yo eso lo llevaba muy mal. Era como… ¿Qué hago yo con esto? Para mí era muy duro, muy duro.
IV: Obviamente no es lo mismo para un político, que para un periodista, porque para ti no son protectores, sino que son fuentes. ¿En esos años de carrera has hecho amigos en la Policía, la Guardia Civil?, ¿has tejido amistades que de no haber existido ETA, tú nunca habrías tenido?
JP: Pues indudablemente. Porque yo creo, cuando empecé a ponerme en contacto con ellos ahí en aquellos años, pues ellos son muy recelosos. Un tío de Hernani, de San Sebastián… pero poco a poco vas cogiendo confianza y al final, en muchos casos ha sido amistad. Tengo amigos del servicio de formación de la Guardia Civil, la policía, amigos de verdad.
T: ¿Sabes lo que más me emociona? Los dos doctores que tengo funcionando por ahí, que son los hijos de mi protegido que yo a una de ellas la cogí con tres añitos… me emociono ¿eh? La cogí con tres añitos o con cinco, una cosa así y ahora es una doctora hecha derecha que la quiero muchísimo, igual que su hermano. Y hemos vivido cosas muy duras, pero muy duras y ahí les tengo. La primera que llegó al hospital y el pediatra que atiende a mi hija y a mi hijo es ese señorito que yo paseaba en el coche que me dijo aquello de «licencia para matar». Pues te llena de orgullo.
EM: Hablé con uno de ellos hace dos semanas. Un policía nacional que estuvo conmigo en la fase más intensa de actividad política. Se convirtieron en amigos y tengo buena relación con ellos y una memoria de enorme agradecimiento. Solo tengo esa palabra si hay que decir una palabra para definir mi relación con quienes protegieron mi vida durante todos aquellos años la palabra que me sale es la de agradecimiento.
RA: Si podemos quedar un día o dos días, quedamos. Y hablamos pues de nuestras cosas y de todo un poco. Y la verdad es una persona muy maja, muy abierta y pues le puedes contar cualquier cosa. Y ya te digo, al final ha terminado siendo pues eso, una amistad. Qué es lo que más de una vez ha comentado ella o he comentado yo. Pues que gracias a lo que nos ha pasado o lo que hemos tenido que vivir, pues al final lo que hemos sacado bueno de esa situación pues una bonita amistad
AG: La idea que yo tenía cuando entré de escolta, era una idea prácticamente de película. Era una profesión idílica, de película. Luego salió la de Kevin Costner con la otra y todo el mundo decía «¡Ay! escolta». Y esto no es así. Esto no es así pero ni de coña.
IV: Por cierto, Javier, conoces alguna historia de amor surgida de todo aquel dolor de ETA?
JP: Pues sí, aunque el clima y el escenario no era muy propicio para eso, pues la verdad que los ha habido. Recuerdo uno tremendo: un guardia civil, Antonio Mateo, que estaba destinado en la casa cuartel de Ordizia que está en la Guipúzcoa profunda, pues se enamoró y se casó con una mujer del pueblo, euskaldun, se llamaba Concepción. Y se casaron, tuvieron un hijo y el hombre estaba muy arraigado en el pueblo. Bueno, en los años 80, lo mató ETA cuando paseaba por el pueblo. Estaba tan arraigado que el hombre fue enterrado en el panteón de la familia, en Ordizia. Y al funeral, en aquellos años tremendos, fue gente del pueblo.
IV: Te voy a poner una grabación ahora Javier, que lo mismo te sorprende. Escucha esta historia con atención.
ORLANDO: Y nada, llegó a las 07:00 a la oficina. Veo que hay un montón de compañeros también. Estamos ahí sentados y el responsable del servicio de la seguridad está con un teléfono conectado con la policía autonómica, con el Gobierno vasco. Oye, mira, hay una huelga y hay que cubrir una serie de servicios y hay que hacerlo sobre la marcha y por eso los tenemos aquí, para que esos servicios no se queden sin cubrir. Soy Orlando Socorro y durante 13 años estuve protegiendo a personas amenazadas por ETA. Y entonces, llegó un momento determinado y esto es muy curioso de contarlo, que dice: «Oye, pues ha salido un servicio para Rentería que hay que cubrirlo, venga ¿alguien quiere ir?» Y nadie quería ir a Rentería. Rentería era un pueblo muy complicado, muy abertzale y que había muchos problemas y nadie quería venir aquí.
FA: Como precedente para hacernos una idea del ambiente hostil que había en Rentería en aquel entonces tenemos el asesinato de Manuel Zamarreño. El periódico del 26 de junio del año 98 cuenta en su página cinco que cuatro meses antes de las elecciones autonómicas, ETA decidió proseguir con su ofensiva contra el Partido Popular. Además, ese asesinato fue muy sonado porque después hubo muchísima movilización social y una manifestación contra ETA, a la que acudieron varios miembros del Gobierno.
O: Nos lo vamos a jugar a los chino a ver a quién le toca. Entonces yo que soy muy así, muy atrevido, les dije: «Ni chinos ni nada, venga, yo voy para Rentería». El más y echado palante y tal. Como nadie quería ir, pues dicen «Venga, pues te toca a ti ir a Rentería». Y entonces pues bueno, me dan la dirección y eso, te vas ahí y te busca la vida. El sitio, el lugar, donde está y todo eso...
GI: Y yo estaba en casa esperando, una de dos: que viniera la patrulla de la ertzaintza a por mí, lógicamente o que me enviasen el escolta. Y yo me asomé a la ventana y le vi caminando y dije: «Seguro que es ese».
O: Yo no sabía que ella estaba asomada a la ventana, que me estaba viendo. Y entonces pues nada, vi una patrulla que subía por unas escaleras, tampoco le di importancia, dije: «Bueno, estarán buscando algo» y me fui a la escalera del piso de ella y toqué allí, salió y nada, le dije: «Bueno, pues yo soy el escolta asignado al servicio». Y esa fue la primera impresión.
GI: Nos miramos así los dos. Dice: «¿Y la Ertzaina?» Digo: «Se han confundido, están en la otra escalera jajaja». Eso fue lo primero que hablamos. También os tengo que decir que mi hijo me preguntó cuando vino a comer, dice: «¿Qué tal con el nuevo? Y le dije: «Un tío cojonudo, me alegra la vida». Estas fueron mis palabras. Estaba Cupido detrás de la puerta. Tú imagínate la situación. Los dos partiéndonos de risa en una puerta. O sea, esto fue literal. Estoy convencida de que Cupido estaba detrás de la puerta.
O: Yo creo que es cosa del destino. No sé si ustedes creen en el destino o no, pero a veces ocurren casualidades que son así. Yo creo que cuando nos vimos, lo primero que vimos el uno del otro es que: «Aquí hay feeling o aquí hay contacto, hay algo».
GI: O sea, yo me sentí protegida el poco tiempo que estuvo protegiéndome claro, porque también son las cosas que pasan.
O: Hubo una noche que salieron los concejales, creo que estamos en Donosti. Fueron al Bataclán, a la discoteca. Y fuimos todos. Y claro, iban todos los protegidos, iban todos los escoltas. Aquí vamos todos de discoteca, claro. Entonces decimos bueno, pues un grupo está de vigilancia y el otro grupo se está entreteniendo. Claro, estamos hablando de un grupo que a lo mejor podía haber 20 o 30 escoltas, no estamos hablando que hubiera uno o dos, que es más difícil. 20 o 30 escoltas, con 10 tíos que estén vigilando… Y ese fue el momento en que si jiji jajaja. Pues que si, una copa, que si otra, que si no sé qué y llega ya un momento en que yo creo que nos abrazamos y nos dimos el primer beso que nos dimos ahí en la discoteca.
GI: En el Paseo de la Concha, en San Sebastián, enfrente de la isla de Santa Clara. Él es de Las Palmas, él dijo que el mar que le que le atraía, que le llamaba la atención. Sabes ese mar nocturno con casi todo apagado, solamente las luces del paseo… y nosotros dos estábamos en la barandilla y sí, nos abrazamos y nos dimos un beso, efectivamente. Había un policía nacional que era escolta también.
O: El policía este, que se quedó flipado se quedó mirando.
GI: No, yo solamente me acuerdo la cara que puso, como diciendo: ¿Esto?
O: La protegida, el escolta y se están besando ahí ¿no?.
GI: Sí, fue curioso.
O: Y entonces llamé a la empresa y se lo comenté a mi jefe: «Oye, mira… que me enrollado con la protegida», así entre colegas… «Que me he enrollado con la protegida y que asigname otro servicio con otro porque no podemos. Yo no puedo hacerme la seguridad a mí mismo.
AG: Entonces había servicios que eran una perlita y hay otros servicios que eran... te puedes imaginar…
IV: Y hasta aquí el azúcar. Ahora vamos con la pimienta
AG: De hecho, había, por decirlo así… no voy a decir una guerra entre escoltas, pero sí había un poquito de: ¿Y este, este que ha hecho para estar con este juez? que trabaja de mañana, a las tres le lleva a casita y el juez no sale de casa porque… mucha gente se quedaba en casa, no salía.
IR: En los garajes que tenía el Parlamento vasco allí teníamos una mesa como esta, redonda y tú dejabas al VIP en el Parlamento y te ibas allí, te juntabas y uno contaba una cosa o contaba otra, hacía una propuesta de no sé qué… jiji, jaja. Y bueno, pues ratos de charlar y de decir: «¡Jo!, es que este tío, es que esta tía… claro que también les ponías verdes a los protegidos… ¡es que me cago en Dios!
AV: Había mucho escolta que no era discreto y como nos cambiaban tanto. Yo seguro y luego más compañeros siempre pedíamos los mismos escoltas. Ya de ponernos, en plan serio con el partido y decir: «Por favor, o sea, si no me pones los mismos no quiero llevar escolta». ¿Por qué? Por eso, porque muchos no eran discretos y al final todo el mundo conocía nuestras vidas porque hablaban entre ellos y eso.
FA: El 3 de abril del 2002. Edurne Uriarte, catedrática de Ciencia Política y actual diputada en el Congreso de los Diputados por el Partido Popular, firmó una columna de opinión que tituló ‘Escoltados y escoltas’. Este es uno de los párrafos que yo creo que resume muy bien lo que estamos hablando.
«La diferencia entre el protegido y el protector es que el primero puede jugar a la ilusión de la normalidad, pensar que los coches son simplemente coches, los viandantes bondadosos e inofensivos ciudadanos, los estruendos, cohetes festivos. El escolta no puede permitirse ni un minuto de ilusión. Y menos en el País Vasco ya que nada es lo que pudiera parecer.
T: Entonces, si a mi protegido le apetecía salir a tomar unas cervezas hasta las 05:30, yo no me podía enfadar. Esto la gente no lo entendía. ¿Por qué? Porque yo el día que libraba me iba a tomar cervezas hasta las 05:00. Entonces, yo entiendo que mi protegido quiera tomar cervezas hasta las 05:00, porque para eso estoy. Este es un problema que mucha gente le acabó absorbiendo, porque luego además esto es cuestión de planificación de las empresas que fueron en muchos aspectos garrafales.
GI: Había gente que tenía escolta y quedaba con un amigo en el garaje y se iban por ahí de juerga por la noche. Ni escoltas ni puñetas, Ah, no, eso yo no lo hice jamás. Si les decía: «Mira, oye, librais y el fin de semana tal para que podáis descansar…», yo me quedaba con un clavo el fin de semana entero en mi casa. Yo no salí jamás de la puerta de mi casa sin escolta, nunca.
O: En el Partido Popular, como que los concejales estaban más concienciados, tenían más miedo o habían vivido más cerca de la muerte, pero en el PSOE, con los socialistas, con la gente de izquierdas, como que pasaban mucho de la seguridad. Es una apreciación mía particular, pero como que no tenían tanto miedo como tenían los del PP.
AG: Sabíamos cuando salimos de casa y no sabíamos cuando volvíamos. La primera vez que nos pasó esto, nos pilló fuera de juego. Y desde ese día en el coche llevamos comida de esta que está deshidratada, mucha agua, varias ropa de cambio incluido lo que es el pijama, café, calcetines, lo que es un neceser… porque nunca sabes dónde vas a acabar. Cuánto te: «Aitor, ¿cuánto se tarda de Madrid a Valencia?». Digo: «Disculpe». «De Madrid a Valencia, ¿cuánto se tarda?» «Tres horas, tres y media, cuatro horitas». Dice: «Ah, entonces es lo mismo que se tarda de Madrid a Lisboa ¿no?. Como Madrid está en el centro de la península... Y yo: «Pues más o menos a Lisboa». Pues coge el coche y tira millas hasta Lisboa. Y yo: «Lo siento mucho, pero estamos pasando a otro país. No puedo salir del país porque tenemos que avisar». Y él: «Pues tú avisa». Y llegar a Lisboa. Hay una fiestón impresionante, pero fiestón de esto que dices, es surrealista. Estuvimos dos días sin dormir, literal.
T: Yo, la guardia más loca que he tenido, con mucha diferencia, fue trabajando en muy altos cargos en unas fiestas de Bilbao. O sea que es a las 08h un acto, a las 10h una reunión, a las 11h no sé qué, a las 13h comida con el grupo, no sé cuál… a las 16h de la tarde los toros, a las 18:30h, una recepción, a las ocho… luego copas por la noche con la cuadrilla, porque eres un chaval joven. Se va para casa el pobre hombre reventado pero claro, él se va reventado pero yo tengo una hora hasta llegar a mi casa, levantarme una hora y estar una hora antes haciendo la contra vigilancia. Al día siguiente lo mismo y así casi casi te diría siete días.
AG: En el coche hemos oído conversaciones… una conversación que me molestó muchísimo. Tanto, tanto que yo miré por el espejo retrovisor e hice así el gesto como diciendo: «Lo mato yo». Porque oí en el coche: «A ver si tenemos un atentado para salir en prensa. Ahora nos conviene tener un atentado porque así mantenemos lo que es la publicidad dentro de la organización. Y vamos de víctimas». Un poquito fuerte, ¿no? Cuando te estás jugando la vida.
O: Había una película que era el guardaespaldas de Kevin Costner ¿no? Salieron otras películas de guardaespaldas pero aquella fue la más famosa. Y entre los compañeros pues siempre existía esa broma que te decían: «Te has enrollado’ con la con la protegida, te pareces a Kevin Costner».
GI: Pues mira, se fue a Canarias a ver a su hija y me apareció con un maletón. La maleta la abre y me saca un anillo de pedida y me dice: «Bueno, nos casamos». Y yo: «Pues sí». ¿Verdad? O sea, como lo más natural del mundo. Es una relación espectacular. O sea, sabemos que llegaremos juntos a viejos. Lo sabemos.
En la convivencia forzada entre escoltas y protegidos, los lazos se fueron tejiendo en todas direcciones. Algunos construyeron amistades que parecían imposibles; otros no se soportaban ni un minuto más de los estrictamente necesarios. Y en medio de la tensión, también hubo espacio para el amor. En Rentería, uno de los lugares más hostiles para los amenazados, una protegida y su escolta encontraron en el otro un refugio inesperado. Entre los silencios de la vigilancia y la cercanía obligada, nació un sentimiento que no entendía de listas negras ni de escoltas armados.
Episodio 4 | Sangre en las calles
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ISRAEL VIANA: Bueno, Javier, me gustaría entrar ahora en un terreno que es un poco más complicado, tal vez sea difícil de recordar, pero bueno, en el País Vasco, hablando de esta época de finales de los 90 y principios de los 2000, ¿qué sentía alguien cada vez que sonaba el teléfono?
JAVIER PAGOLA: Pues lo normal es que esperara una mala noticia. Ten en cuenta que yo de unos cuantos asesinatos de personas que conocía, pues me entere por teléfono, obviamente. De hecho, Gregorio Ordóñez, Juan María Jáuregui, José Luis López de la Calle. Son personas que me enteré porque me llamó alguien por teléfono y entonces siempre era una muy mala noticia. Generalmente era muy mala noticia.
IV: ¿Recuerdas la llamada que más te afectó o que más daño te hizo?
JP: Bueno, yo creo que fue la de sin duda la de la que más me afectó fue la de Gregorio Ordóñez. Y luego hay una que me impresionó mucho. Fue en un verano tremendo en el que ETA empezó a salir muy fortalecida de la tregua trampa que hizo en torno al pacto de Estella. Entonces yo recuerdo que en un fin de semana para que me fui a un chalet que tenían mis suegros en la sierra y entonces me llamó un amigo policía. Claro, y dije “una mala noticia, no me puede llamar para algo bueno”, no me iba a llamar para decir que estaba en la playa. Y me dijo “¿No te has enterado? Han matado a Jáuregui. Bueno, está medio muerto. Se lo llevan, pero vamos está en estado crítico. Yo en ese momento pensé que era Ramón Jáuregui. “No, Ramón, Juan María”, que también me impresionó porque yo con este tuve una relación muy particular. Él se creía que iba, que iba a acabar él solo con ETA porque era euskaldun. “Conmigo no se van a meter” y mira por donde, pues también lo mataron, ¿no?
CÉSAR CHARRO: Yo tengo una foto con José María Lidón poniéndome la toga y el birrete cuando termine la carrera. Yo lo conocía y me impactó mucho
ROSA AMOR: A mí, por ejemplo, el que me marcó mucho fue el del cuartel de Zaragoza. La masacre que hubo allí con todos los niños, pues fue una cosa que me marcó un montón. Pero bueno, como esa pues un montón de casos famosos, como por ejemplo cuando yo era muy niña, que no sé si tendría 11 o 12 años, pues el niño aquel que por dar una patada a una caja que había al lado del contenedor, pues explotó y perdió la pierna, el brazo, el ojo. O sea, pues cosas de esas que te marcaban. Al final, claro, hasta algo tan simple como decir bueno, encuentro una caja, le doy una patada. Pues dices, “oye, andar con cuidado a ver lo que hacéis que os puede costar la vida”.
IÑAKI URAGA: Los que más me afectaron al final fueron el que sufrió Jorge Díaz Elorza, que perdió la vida junto a Buesa y luego me afectó uno muy directamente porque me pilló trabajando justo esa semana en Donosti. Dormíamos en el Hotel Amara. Y fue cuando asesinaron a Zamarreño con una motobomba que la pusieron donde iba por el pan todos los días. El escolta le dio espacio y tuvo la suerte de como no, no acababa de quitar esa rutina, pues darle más distancia y el escolta se salvó por los pelos. Eso me afectó mucho
TABOADA: El atentado que más me ha marcado ha sido, con diferencia, el de mi compañero de voleibol. Soy Juan Luis Blanco Taboada, “Tabo”, escolta privado y compañero de voleibol de Eduardo Madina, cargo del PSOE que sufrió un atentado en el año 2002. Fue duro por la parte personal. Fue duro porque no sabía por qué, no entendía por qué.
EDUARDO MADINA: En aquellos años no tenía, no tenía una relación normalizada con los escoltas, no tenía escolta. Mi nombre es Eduardo Madina y en el año 2002 era miembro de las juventudes socialistas de Euskadi. Tampoco te paras a pensar que la necesites. En la medida en que nadie de la policía o de la Ertzaintza te ha llamado para decirte que necesitas eso. Es una situación un poco paradójica, ¿no?
FEDERICO AYALA: Soy Federico Ayala, responsable de documentación y archivo del periódico ABC. Tengo aquí delante el periódico del 20 de febrero del 2002 con la noticia del atentado contra Eduardo Madina. ETA ha mutilado a un joven socialista. Es el titular al que acompaña una foto bastante dura del coche de Madina, completamente destrozado. En las páginas interiores se especificaba que Eduardo Madina perdió una pierna al estallar una bomba lapa que ETA puso en su coche.
EM: Dedicaba a la política cuatro o cinco horas a la semana en el contexto del País Vasco, pues tampoco iba uno contando nada porque yo no salía en los medios de comunicación así de masa, sobre todo de las Juventudes Socialistas. Ibas a manifestaciones, dabas la cara, pero no había un conocimiento de Eduardo Madina como un referente político de nada, porque era un militante prácticamente de base de las Juventudes Socialistas de Euskadi. Sabía que estaban cerca, que nos rodeaban, pero nunca sentí una amenaza personalizada. Hacía mi trabajo, iba a estudiar. Jugaba voleibol en un equipo en Primera División nacional. Tenía una vida normal. Mi día a día era mi trabajo, mi máster y mi equipo de voleibol. Y mis amigos.
T: Yo jugaba vóley con un cargo del PSOE y no lo sabía. Y hemos estado varios años compitiendo en contra del otro y compañeros de equipo. Y cuando me llaman y me dicen que es tu compañero de voley, le digo “¿Pero quién?” Dice Eduardo Madina”. Pero por qué? O sea, no entendía absolutamente nada. Y fue en el pueblo donde yo trabajaba.
EM: Y es verdad que en las conversaciones en un vestuario van sobre la vida, sobre el trabajo, sobre el equipo, sobre el juego del equipo, sobre los jugadores del equipo, mucho más que sobre otros asuntos. Yo sí sabía que él se dedicaba a la seguridad porque sabía que era su profesión. Y la verdad es que creo que fue muy valiente trabajando en una actividad que no era precisamente fácil en aquellos años. Todo lo contrario, exigía mucha valentía, muchos valores de los tuvo, ¿no? Así que para mí fue un orgullo formar parte del mismo equipo y del mismo vestuario que él. Han pasado más de 20 años. En realidad ha consistido en que las imágenes del atentado ya no me visitan a mí, sino que las visito yo a ellas cuando quiero, cuando quiero en el sentido que llega alguna razón por la cual volver a visitarla. Los primeros años era un poco al revés. Venían ellas cuando querían más hacia mí y determinaban mucho mis días, mi estado de ánimo, mi relación con aquel atentado. Hoy lo manejo más yo, pero no quiero que se me olvide porque fue seguramente el peor día de mi vida, con mucha diferencia. Y estuve muy cerca de no contarla. Así que creo que este es un acontecimiento como que merece respeto. Y el respeto también demanda memoria.
T: Yo estuve con él desde los primeros minutos hasta que salió del hospital todo lo que pude y llegué a un acuerdo con mis compañeros en el Ayuntamiento de Barakaldo y con mi protegido. Y estuve allí todo el tiempo que pude apoyando a los padres, porque yo con él prácticamente no estaba. Pero ver a los padres en la sala de espera para mí es un recuerdo, yo creo que posiblemente de las experiencias más duras que he vivido con diferencia.
EM: Después del atentado. Pensé que volvían. Y durante un tiempo largo, tuve mucho más miedo que antes. Lo hablaba a menudo con los escoltas. Lo hablaba bastante con ellos y me ayudó mucho ese tipo de conversaciones con los escoltas dentro del propio coche para ir matizando aquella percepción y aquel nivel de miedo que fue mucho mayor después que antes. Las semanas posteriores a un atentado cómo pienses y qué decisiones tomes pues de alguna manera van a determinar tu vida, porque no son semanas normales, son semanas decisivas que van a orientar tu relación con lo que acaba de pasar, con el pasado, con el futuro.
FA: Madina vuelve a salir en prensa el día 25 abril del 2002, cuando concedió la primera rueda de prensa tras el atentado. De hecho, tenemos el sonido de aquella comparecencia.
EM: Quiero deciros a todos que os agradezco mucho que estéis hoy aquí, que me encuentro bien, que me encuentro fuerte, que tengo el corazón templado y emocionado, como podéis ver. Que no siento odio gracias al acompañamiento de mi compañero Dani. Tengo ganas de decir bien alto. Decirles a ellos y a todos que tras las bombas y las lágrimas en Euskadi, los jóvenes socialistas vascos seguimos luchando
EM: Creo que tuve la suerte. No sé muy bien de dónde salió todo aquello de pensar muy bien, de pensar de manera limpia, de no dedicar tiempo a sentimientos muy oscuros que no iban a ser eficaces desde el punto de vista de la salida de donde estaba, que era un enorme reto físico, psicológico, emocional, familiar. Aquella experiencia me enseñó que a veces, en los momentos más difíciles y en los momentos peores, es cuando se producen los pensamientos mejores. Y bueno. He tratado de imitarlo después y no he tenido la misma suerte. Pero bueno, no pasa nada.
T: No hablé de ese tema nunca jamás en la vida con él. Fíjate lo que te digo a día de hoy. Me apostaría a que si un día coincidimos tomando un café o tomamos una cerveza, hablaremos de voley o de sus aitas. Pero no creo que hablemos nunca del atentado. Seguro. Además, no soy de esa gente.
IV: Si pudieras decirle algo en estos momentos a Eduardo Madina, ¿Qué le dirías?
T: ¿Por qué no se apoyó en mí? Si yo le tengo que preguntar algo, le diría sabiendo que iba armado. Sabiendo como nos conocíamos. Insisto, no nos llevamos especialmente bien, compañeros de equipo. Pero, ¿por qué no se apoyo a mí? ¿Por qué no me lo dijo? Me habría costado lo mismo acompañarle a casa a él antes de yo ir a recoger mi coche. Por ejemplo, cuando veníamos de un partido. O sea. A mí me dejaban en el barrio donde él vivía. ¿Qué me habría costado? La acompañaba a casa antes de ir a por mi coche. Le acompañaba a casa. Volvía. ¿Por qué no confío más en mí?
EM: Que además él bastante tenía con su trabajo, ¿no? Muchas horas de trabajo. Entrenábamos juntos y después ponte otra vez a hacer labores de escolta para un compañero de equipo. Hubiera sido estupendo. Pues fíjate, si yo hubiera sabido que necesitaba escoltas, a lo mejor hubiera evitado el atentado. No. No lo sé. Bueno, eran años muy difíciles ahora. Y como él dice, también. Pues éramos muy jóvenes.
IV: ¿Conoces Javier algún atentado o intento de atentado en el que la maniobra del escolta haya salvado la vida de su protegido?
JP: Sí, me consta que ha habido varios, pero recuerdo uno también por cercanía. Creo que fue en 1997. La entonces concejala Elena Azpiroz. Ella iba a salir. Entonces ella se asomó al balcón. Intuición femenina y vio algo que le extrañó. Llamó al escolta. Entonces el escolta que andaba por abajo ya vio algo extraño. Y se acercó, pero con mucha precaución. A lo lejos. El no vio que dentro de otro coche había otro tío con una escopeta. Entonces le disparó en la cabeza, lo dejó malherido, sobrevivió. Y entonces pues bueno, pues ya de esa forma pues salvó la vida de Elena Azpiroz.
FA: Uno de los casos más sonados en los que la acción de la escolta fue salvadora es el de la concejala socialista Esther Cabezudo. A veces lo cuenta en sus páginas del 1 de marzo del 2002. Dice así “la pericia del escolta y un camión que se interpuso salvaron la vida a la edil del PSOE”. En el cuerpo de la noticia. Se cuenta que había un carrito de la compra de los que llevan los repartidores de propaganda que estaba en medio de la calle. Ese pequeño detalle hizo que el escolta decidiera cruzar a la otra acera.
CC: La mujer esta que que fue, que era concejal de del Partido Popular o socialista de Portugalete, Esther Cabezudo. Esta mujer sufrió un atentado. Yo le conocía a su escolta y me dijo lo que decíamos antes “vamos por donde habitualmente y tal y vi un coche que estaba como raro que no me sonaba y le dije, Esther, vamos a cambiar de acera. Y en ese momento estalló. Bueno, pues esas cosas al final dices “hombre, lo que lo que yo les he podido aportar, pues ha servido. Ha servido.”Es que ese es el gran triunfo. Desde que se pusieron los escoltas privados no murió ningún protegido. No hubo ningún enfrentamiento directo. Bueno, perdón, yo recuerdo un muerto. Un escolta muerto por una mala praxis.
FA: La portada de ABC del 3 de abril del 2002 salió con el siguiente titular. Muere un escolta al confundir a la Guardia Civil con terroristas. La noticia cuenta que Joseba Andoni Urbanismo creía que pretendían atentar contra su protegida, la concejala socialista de Lezo, Ainhoa Villanúa. Lo que sucedía es que realmente eran agentes de la Guardia Civil que iban de paisano porque estaban en un operativo y claro, iban armados y repelió la agresión de la escolta.
AINHOA VILLANÚA: No me acuerdo, cuando me presentaron a Joseba teníamos tantos cambios que al final ya me perdí. De hecho, yo hay cosas que le tengo que preguntar a mi hermana o a mis amigas, pero digo esto cómo era y me cuentan más ellas a mí de lo que yo recuerdo. Es un chico que yo consideraba bastante bueno. O sea, es que él también me contaba su vida y le contaba la mía tal bueno, él veía la mía, más bien él me contaba la suya, conocí a su mujer y bueno, pues era era bastante chico para no sé, trabajar, muy profesional. Joseba era muy profesional. El más meticuloso quizás de o de los más meticulosos
AV: No sé cómo llamarlo. Al final es que atentado, no es un atentado en realidad. Al final, que puede ser el término más apropiado, yo creo que sería accidente. Porque es lo que fue un accidente, un malentendido. Fue un error. Ese día me dormí. Iba tarde a trabajar. Me quise tomar el café. Mira, es una cosa que hacía mal porque siempre hacía esa rutina ir a tomarme el café en el mismo sitio, en el mismo bar. Me tomo el café, salimos y ocurrió de repente. Empecé a oír que Joseba gritaba. Le vi que sacaba el arma y nada. Bajamos las escaleras a por los coches y ahí fue todo. Empecé a oír disparos y nada. Me protegí detrás de los contenedores de basura que había allí, donde teníamos los coches aparcados y nada. Salimos del bar y fue eso, bajar las escaleras. Y ahí empezó. Es que no me daba cuenta de nada, la verdad. Yo siempre iba pensando igual en mis cosas y bueno, él era el que estaba vigilándonos. Me apartó a mí. Me acuerdo con el brazo y ya se quedó ahí disparando. Es que me entró como un instinto de supervivencia que si no hubiera sabido nunca que yo tenía eso, porque fue escaquearme como pude y meterme detrás de los contenedores. Ahí me quedé escuchando disparos. Me recorrí toda la acera hacia arriba, crucé la carretera y me acuerdo que pedí auxilio en una asesoría que había ahí, que me abrieron la puerta y estuve ahí. No me acuerdo ni de la gente que había. Se que era una chica la que me abrió y les dije que había un tiroteo y no sé, es que estaba súper nerviosa. Es que estaba viviendo un momento como, no sé, esa sensación de como que estás soñando fue algo, no sé, o sea, muy fuera de la realidad.
CC: Es un guardia civil que está persiguiendo a un delincuente. Están persiguiendo a dos guardias. A un delincuente común. Por un tema de drogas. Bueno, le dispara y le pega dos tiros en el pecho. Gracias a Dios, el guardia lleva un chaleco y no lo mata. El compañero que venía un poco más detrás, pues lógicamente le dispara a Joseba porque acaba de disparar a su compañero en un acto de legítima defensa. Le dispara y lo abate.
AV: Al rato de estar en esa asesoría bajé, no sé cómo, bajé hasta donde estaban los contenedores. Y vi a Joseba ahí en el suelo. Le vi con los labios morados y recuerdo que yo no le veía nada. Entonces le decía “Joseba, Joseba, ¿qué te pasa?”. Al final ya miré y tenía un disparo y de repente apareció un chico. Yo sé que le decía “Joseba, no te mueras, Joseba, no te mueras”. O sea, hasta ahí recuerdo. Le digo “soy Ainhoa Villanúa y este es mi y este es mi escolta”. Sé que el tipo se puso blanco. Me dice “Soy teniente coronel de la Guardia Civil”. Y yo le vi que le cambiaba la cara de color. Joseba se hirió a un guardia, le disparó en la pierna. Y entonces le había disparado a un guardia civil que se llamaba Rubén, que tenía 26 años entonces. Y cuando pasaba yo por ahí otro guardia, me gritó “hazle un torniquete, haz un torniquete”. Y yo, histérica perdida, le dije “no sé hacer torniquetes”
CC: La única oportunidad que tienes cuando tú sales de un sitio y vienen a por ti es regresar al sitio, parapetarse detrás de la barra, en la cocina, en un sitio lo más seguro que puedas, pero en la calle de pie no tienes ninguna cobertura. Te van a abatir sí o sí. Es duro decirlo, pero murió por una mala praxis en su trabajo, por un mal análisis de la situación.
MANUEL GARRE: ¿Crees que se podía haber evitado?
AV: Claro que se podía haber evitado. Por supuesto. Sí, yo creo que ahí si la Guardia Civil hubiera hecho una labor como pues mucho más correcta, ¿no? Tendría que haber habido una coordinación ahí que hubiera evitado que, que Joseba hubiera muerto. Fui al tanatorio. Estuve con su madre. Su madre estaba deshecha, la pobre. Yo no me acuerdo que yo no quería verle más. Pero ella me llevó: “míralo, pobrecito, que está aquí tal” y pues es una madre con mucho dolor. Se habían cargado a su hijo de 32 años. Vamos, un chaval.
FA: Dos días después del accidente. Como lo llamaba Ainhoa. ABC recogía que la familia del escolta fallecido no iba a recibir las ayudas de las víctimas del terrorismo. De hecho, contábamos que el propio Ministerio del Interior no consideraba a Joseba una víctima del terrorismo simplemente porque no se ajustaba a las premisas que debía cumplir un asesinado por ETA.
AV: Tengo claro que es una víctima del terrorismo. O sea, lo tengo súper claro, porque al final sí, fue un accidente, un error, pero si no hubiéramos tenido la coyuntura esta de las circunstancias del terrorismo, a Joseba no le hubiera pasado eso. O sea, yo tengo muy claro que es una víctima del terrorismo y no lo sé, pero espero que su familia haya recibido la compensación de las víctimas del terrorismo, espero.
EUROPA PRESS: ETA ha asesinado de nuevo. Un policía nacional ha muerto al estallar un coche bomba en la localidad vizcaína de Arrigorriaga. El artefacto ha explotado sobre las 09:05. Dentro del vehículo se encontraba un agente de este municipio bilbaíno.
IV: Javier, Nos acercamos al final de esta historia y quiero que me cuentes qué recuerdas exactamente del último asesinato de ETA en el País Vasco.
JP: Bueno, sí, Todos. Sí. Todos los asesinatos de ETA han sido totalmente, aparte de injustos y perversos, han sido absurdos gratuitos porque no ha conseguido nada. Pero sí hay alguno todavía mucho más absurdo era este último, porque para entonces ETA ya tenía prácticamente decidido dejar definitivamente la actividad terrorista
IV: Hablamos de Eduardo Puelles
JP: Eduardo, pues sí, que fue además dantesco, porque si no recuerdo mal, pues era una bomba lapa en su coche. El hombre intentó salir y hubo vecinos que lo vieron envuelto en llamas pidiendo auxilio. Enseguida ardió todo el coche. Nadie le pudo ayudar, aunque hubiera querido. Eso fue cruel, tremendo y absurdo. Absurdo.
AITOR GOIKOETXEA: Me comentó “Aitor, ten cuidado”, estaba con mi hermano. Estamos los tres. Os comento: “Aitor, Ibon, tened cuidado porque sabemos que hay un atentado inminente. Va a haber un atentado en Bilbao. Lo sabemos porque tenemos información. Da igual, tened mucho cuidado”. O sea, él dándonos a nosotros lo que es la premisa de que tengamos cuidado y a la semana el atentado fue contra él, ¿no?
FA: Bueno, la verdad es que ya se nota el paso del tiempo. Este periódico es del 20 de junio del 2009 y se parece más al que tenemos ahora. ABC tildaba de héroe antiterrorista a Eduardo Puelles. En las páginas del periódico se lee que los etarras utilizaron una bomba muy potente entre kilo y medio y dos kilos y que encima la colocaron junto al tanque de gasolina del vehículo. La imagen que se publicó era muy dura, la verdad.
AG: Y ya lo habían intentado. Pero aquel día se escondieron muy bien y le cazaron. Y yo estaba estaba volviendo de Barcelona. Me llamó mi hermano y me lo dijo. Teníamos una relación no estrecha, estrecha, pero sí muy profesional. Y claro, dentro de este mundito siempre te pregunta ¿qué tal estás? Bien. Un mensaje, un SMS, porque antes no estaba WhatsApp y entonces, bueno, siempre había un contacto, lo que es “tened cuidado ahí afuera”. O a veces nos pasaba un poquito de información. ¿Qué iba a hacer yo? ¿Que íbamos a hacer mi hermano y yo? Evidentemente dijimos “vamos a seguir”. Como ya sabían que con nosotros ya no podían, mi padre ya no podía convencernos y mi madre ya no podía convencernos, pues lo único que nos decía es tener mucho cuidado. Por favor. Encontré el sentido de que dije: “le han cazado y le han cazado”. Dije “ahora tengo que ser mejor que nadie. Fue al contrario. Fue una especie de motivación y de como una forma de honrar la vida de mi primo.
FA: El 1 de marzo de 2011, a sólo siete meses de que anunciara su final. Esto lo publicamos online. Europa Press entrevistó a Josu Puelles, hermano del inspector Eduardo Puelles.
JOSU PUELLES: Y luego mandar un mensaje a todo el mundo sociológico de ETA y político y decirles que cada día que pasa, como ya he manifestado, cada día que pasa es un día que pierden para demostrar fehacientemente que están por la labor de apostar por la vía pacíficas, democráticas y políticas.
AG: Después de Eduardo Puelles, que era mi primo, hubo otros dos asesinatos que fueron dos guardias civiles con un artefacto explosivo. Fue uno de los últimos asesinados por ETA. Estaban negociando entre ellos, pero por notas de prensa nos íbamos enterando.Entonces ya te has dado cuenta de que sigue negociando.
IU: Empezó al run run ya de que ETA que parece que va a dejar las armas, que parece que va a dejar las armas, que tal, que cual, que mañana igual sale el comunicado, que va aquí, que esto lo otro. Y sí me acuerdo que estaba por la mañana llevando a mi mujer. Estábamos yendo a un polideportivo a Fadura de repente pum
EFE: El esperado anuncio se ha producido al fin. La banda terrorista ETA ha declarado el final de la violencia. Lo ha hecho a través de un comunicado publicado en texto y en vídeo
Javier Pagola: Pero yo estaba, como tenía alguna duda, está claro. Llamé a gente de servicio información de la Guardia Civil que me dijeron “es que no dan ni ponen ninguna condición”. Este es el definitivo.
AG: ¿Y ahora qué voy a hacer? ¿Me voy al paro, monto un negocio? Fue que me quedé en blanco
El miedo dejó de ser una posibilidad abstracta y se convirtió en sangre sobre el asfalto. Tabo, escolta y jugador de voleibol en Primera División, vio cómo el terrorismo marcaba para siempre la vida de un compañero de equipo. Ainhoa Villanúa, concejala en Lezo, empezó su día con un café y lo terminó con una imagen que nunca lograría borrar de su memoria. Y Aitor, tras una década protegiendo a otros, recibió una llamada de su hermano que le anunció lo impensable: la violencia había vuelto a golpear demasiado cerca. En ese juego de amenazas y plomo, nadie era intocable.
Episodio 5 | Una nueva realidad
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COMUNICADO ETA: En Euskadi se está abriendo un nuevo tiempo político.
ISRAEL VIANA: Con este comunicado Javier, la banda terrorista ETA anunció el cese definitivo de su actividad armada. Tú este momento lo viviste de primera mano en la redacción. ¿Cómo fueron, en el periódico, aquellas últimas horas de la banda terrorista?
JAVIER PAGOLA: Bueno, pues hubo bastante expectación. Esperábamos un comunicado, ya un paso importante. Y entonces, el mismo día del comunicado, ya a primera hora de la tarde, ya sabíamos que lo tenían los de Gara. Todo el mundo llamando a Gara pero no lo querían soltar. Entonces yo creo que fue a eso de las siete que ya lo soltó, por su web. Corrillos en la redacción y tal… entonces leo y digo: «Ay! efectivamente es un paso importante, pero bastante más de los más optimistas, porque aquí no condiciona absolutamente nada. No pide al gobierno nada a cambio, no le pide nada. Este es el definitivo.
IÑAKI URAGA: Y si me acuerdo que estaba llevando por la mañana a mi mujer. Estábamos yendo a un polideportivo a Fadura y de repente pum, salió el este…
ROSA AMOR: Entonces, la verdad, para mí sí que fue un «Uf, por fin», para mí y para mucha gente, claro.
CESAR CHARRO: ¿Qué sentí cuando cuando acabó todo esto? Pues mira, alivio.
AINHOA VILLANÚA: Pero sé que fue impactante. Fue sorprendente, ¿no? Esa sensación tengo pero no recuerdo más.
TABOADA: Es que no puedo hablarlo. No puedo hablarlo por confidencialidad. Me atrevería a deciros que posiblemente sea el primero en enterarme en Euskadi. Es más, soy el primer parado, el primer escolta que se para. Os lo dejo ahí, lo siento mucho de verdad.
IV: ¿Veías todo esto como el cese definitivo de la violencia de ETA o creías que ETA podía volver?
JP: ETA, ha engañado muchas veces o nos ha chuleado o lo que sea. Entonces, yo entiendo el recelo pero estaba claro que lo dejaba. Lo dejaron definitivamente, no había vuelta de hoja.
FEDERICO AYALA: Soy Federico Ayala, jefe de Documentación y Archivo del periódico ABC. Esta es una de esas portadas que nos gusta archivar y publicar. Es del 21 de octubre del 2011. En la página 18 de la sección de Nacional ABC contaba la esperada noticia con el siguiente titular. ETA anuncia el cese definitivo. Dentro se contaba que la banda delegaba su actividad en el brazo político, pero no decían nada de entregar armas ni pedir perdón a las víctimas.
IU: Mi mujer entró al polideportivo. Y yo me quedé en el coche oyéndolo y comunicándome pues con los colegas de trabajo tal esto, lo otro, los WhatsApp… Soy Iñaki Uraga, y tras mis años de servicio como escolta en la sección de acompañamientos, ahora realiza labores de delago de la unidad sindical de la Ertzaintza. En aquel momento las redes sociales del sindicato, ayudaba yo con ellas, y me encargué ya de publicar la felicidad tal, el recuerdo a los compañeros asesinados. Tengo ese recuerdo… Mi primera acción fue poner a la gente que ha sufrido y ha perdido la vida ahí.
CC: Jo, yo lo que sentí, alivio y sobre todo el miedo —sobre todo cuando vi aquellas fotos de armas— el miedo a que no fuera verdad. Porque ya se habían anunciado alto el fuego muchas veces y tal, luego volvían y tal y se excindían y cuatro descerebrados volvían a lo mismo. A mí me dio desconfianza también porque vi unas armas herrumbrosas allí y dije: «Esto ha sacado un par zulos…» faltaban un montón de revólveres que habían robado de un camión en Francia, o sea que eran armas nuevas y digo: «Esas aquí no están».
RA: Hombre, en un principio coges la noticia como: «¿Será la definitiva? ¿no? ¿Será, yo que sé, para ganar tiempo para preparar alguna…? Por mucho que yo trabajara de escolta de personas tanto para mí como para mucha gente, obviamente fue un alivio. Fue como un decir: «Jo ya está, ¿no?».
ISABEL: Lo que sentí fue que esto se acabó y ya está. Y ya ha pasado. Y me sentí, no sé, frustrada, no sé si es la palabra. Me sentí decir: «Ya, y con esto ya lo arregláis todo. O sea, es que habéis matado a no sé cuánta gente, habéis amargado la vida a no sé cuánta gente, habéis… O sea, ¿y ya? Cerramos este episodio y ya somos todos buenos.
AV: Cuando al final se hace la negociación esa con el gobierno de Zapatero. Bueno, pues al final se hace esa especie de negociación para que ETA deje las armas ahí y es verdad que todos sentimos un respiro muy importante. Hombre, siempre te andas con pies de plomo. O sea, todavía no se sabe. Pero bueno, es verdad que fue una gran tranquilidad en general.
ORLANDO: La sensación que yo tengo es que era como algo que sabíamos que iba a pasar. Es como cuando se muere tu padre, que mi padre tiene 92 años. Yo no sé si se va a morir mañana, o pasado mañana o cuando sea, pero sabes que va a ocurrir. Yo sé que a la gente tampoco le va a gustar lo que voy a decir, pero entre nosotros decíamos: «El día que dejen de matar vamos a tener que hacerlo nosotros, porque si no se nos acaba el trabajo, el empleo ¿no?», eso era una cosa que decíamos así en plan de cachondeo, vamos, entre entre los compañeros.
IV: De repente, todos los escoltas que llegaron al País Vasco a finales de los 90 se habían quedado en el paro. Encima es algo paradójico, porque pierden el trabajo por una buena noticia. ¿Cómo fue lo de empezar a vivir sin la amenaza de ETA? O sea, ¿qué recuerdas de esos primeros meses sin muertes y asesinatos en el País Vasco?
JP: Yo creo que fue un momento feliz para muchísima gente, porque ya había un problema, ya secular en el País Vasco… lo sigue habiendo, pero efectivamente que dejen de matar, eso es una buena noticia para todos. Sobre todo para los que estaban amenazados. Yo creo que los que más nos alegramos, fuimos los que más o menos podíamos ser el socio potencial de ETA y luego gente que quería vivir simplemente en paz.
T: Ya había run run. Ya habíamos escuchado run run, nosotros en los coches. Me llamo Tabo y mi último servicio como escolta ante atentados de ETA fue en el año 2013. Llega un día en el que me dicen: «Tabo, esto es de verdad. Y vamos a recortar» y voy a empezar yo, recortando me la mía. Un acto que puede ser más o menos, para mí coherente y entonces soy el primer escolta en Cesar.
I: Yo soy Isabel, recuerdo que mi último servicio como escolta de cargos electos fue en el año 2011. Nos quitan ya de dos escoltas y nos pasan a la escolta individual. Entonces eso te va dando las pistas para decir: «Esto lo quieren desmantelar y quieren desmontar todo». Y así es.
CC: Hubo escoltas que se empezaron a preocupar porque veían que perdían un poco su medio de vida. Me llamo César Charro, y he formado a más de 1000 escoltas privados. Pero hombre, yo en conversaciones que tenía con ellos decía: «Ya, pero sabíamos que esto era así». Problema para mí no era. Quiero decir que nosotros con esto, el dinero que ganamos no era como para entristecerse de que no hubiera terrorismo, pero muchos se han dedicado muchos años a eso.
AITOR GOIKOETXEA: Y recuerdo en 2012 que mi protegido me llamó y me dijo: «Aitor, tengo que hablar contigo». Fui a su despacho y me mira como: «Ya sabes, ETA ha anunciado su tregua indefinida y vamos a prescindir de tus servicios». Y evidentemente dije: «Pues muchas gracias por avisarme», porque si que dije: «bueno, ¿y cuándo se acaba esto?» Claro, te avisan de que se termina el servicio de protección pero no de cuándo se termina. ¿Mañana, pasado…? «Mañana ya no vengas». Y fue como decir: «¿Qué hago?» Soy Aitor Goikoetxea y mi último trabajo protegiendo de la banda terrorista ETA fue en el año 2012. Es cierto que él sí que hizo un comentario, que todavía lo tengo muy vivo: «Creo que gracias a vosotros sigo vivo, así que os agradezco la protección que me habéis dado»
O: nosotros lo llamamos desactivar los servicios. Los servicios, se activan o se desactivan. Entonces nosotros ya sabíamos que iban a empezarnos a llamar, la empresa nos lo había dicho. Soy Orlando Socorro y el último día que protegí a alguien de ETA fue en el mes de diciembre del año 2011. Creo que el orden fue a nivel de peligrosidad, pues empezaron a retirarle las escoltas a los que ya habían abandonado los cargos pero que aún llevaban protección, que ya habían dejado los cargos y luego ya empezaron con los que estaban en activo.
RA: «Se os va a recolocar, se os va a tener en cuenta, se os va…» y en el momento que oí eso digo: «Olvidaros porque eso no va a pasar». Yo soy Rosa Amor y dejé de prestar servicio como escolta en el año 2011. Nosotros hemos sido una parte fundamental cuando nos han necesitado y en el momento de que ya han llegado a un acuerdo, porque interesaba a quien interesaba pues nada, la palmadita en la espalda. Muchas gracias por todo, ha sido muy buena vuestra labor, pero hasta luego.
O: El gobierno vasco se ve obligado a indemnizar las empresas de seguridad porque claro retiras el servicio, pero aquí hay un contrato firmado y tal, y si no se sigue pues hay que indemnizar. Y a su vez las empresas nos indemnizaban a nosotros. La empresa empezó creando los famosos ERE.
T: Pero a mi el día que me notifican que se me acaba el trabajo, yo salgo en televisión diciendo que soy el tío más feliz de España. Soy el parado más feliz de este país. Somos oncólogos. Tú dile a un oncólogo ahora mismo que se va al paro pero se acaba el cáncer.
I: Hay una cosa, Javier, que me interesa bastante. ¿Cómo cambia tu carrera periodística cuando ETA anunció su final?. Es decir, ¿tuviste que reciclarte de alguna manera o empezar a otro tipo de periodismo?
JP: Me llamó Monse, sub directora, y me dijo quiero hablar contigo, yo: «venga». «No, que hemos pensado que eres la persona más adecuada para colaborar en el suplemento de empresa». Yo pensaba que me estaba hablando en broma pero he aprendido muchísimo. He aprendido de coches eléctricos, de pymes, de seminarios sobre mujeres emprendedoras especialmente en terreno agrario, de cría de gallinas ponedoras… Me lo pasé genial y además puede sonar… Yo lo digo un poco en tono jocoso, pero lo digo sinceramente, me vino muy bien.
O: Pues pues imagínate, ¿dónde voy a trabajar, que es lo que hago? Ya venía ese problema que cuando vine 20 años atrás sabía que podía pasar en cualquier momento, pero claro, después de 20 años pues imagínate… la gente pues ya tenía su su vida hecha y estaba arraigada aquí y mucha gente se quedó aquí también por eso. La gente que se quedó aquí ya se había casado con gente de aquí y el resto pues se marchó.
I: A mí me costó encontrar un puesto de trabajo después de toda la experiencia y después de los estudios.
T: Y yo mi esperanza personal siempre ha sido que acabara antes. De que yo me jubilara. Entonces yo siempre he tenido plan B, otra gente no tenía plan B. Me reinvento. Vuelvo de nuevo a ponerme el uniforme de vigilante sin ningún tipo de problema. Trabajo en la emergencia porque me apasiona ayudar a la gente y por eso entro en seguridad. Entro en la emergencia dentro de la ambulancia en rescate. ¿Por qué? Porque yo quiero seguir ayudando a la gente.
AG: Esa promesa que hubo al principio: «No os preocupéis, que a todos los escoltas va a haber el tema de las cárceles. Os vamos a reubicar». Yo estoy todavía esperando a que me llamen. Las asociaciones de escoltas sí que intentaron forzar una negociación. Vamos a pasar este colectivo al tema de violencia de género. No interesó, no había dinero y aquí nos quedamos.
O: Ni las gracias. Es que ni siquiera las gracias
I: ¿Qué secuelas psicológicas crees que le ha quedado a la sociedad vasca después de tantos años de terror, Javier?
JP: Pues mira, se hablaba de que después de ETA acabaría siendo una sociedad fracturada, con secuela. Siguiendo con esa costumbre de hablar en los bares aunque fuera hablar de fútbol. Pero a mí me ha sorprendido porque yo creo que la mayor secuela es la de la amnesia. Hay un deseo generalizado por parte de la gente de pasar página. Unos, los que estuvieron implicados en todo esto, blanquear ese pasado y otros simplemente borrarlo. Y a mí me da que vamos a acabar pensando que aquello no fue algo malo que ocurrió, sino que fue una pesadilla que nunca existió. Que de vez en cuando la recordamos muy de vez en cuando, pero que nunca existió. A nadie se le ocurriría decir: «Hay que pasar página con Hitler, o con Musolini o con Stalin». Entonces yo creo que también la historia hay que elaborarla y por eso digo que es muy importante el relato.
AG: Hay compañeros que se han quedado tocados. Otros compañeros que hemos salido adelante. Otros hemos cambiado de trabajo o lo mantenemos en temas de seguridad privada. Otros han cambiado radicalmente, otros han continuado en otros países y están dando escolta en Somalia o en Haití…
CC: Luego me consta que alguno se suicidó. Eso es verdad. Y que alguno más terminó en el alcoholismo y tal. Pero más que nada por aquello del estrés postraumático. Hubo gente que trabajó a destajo durante años, 18 horas. Bueno, pues sí, ganas un dinero, pero al final se te va la cabeza. Y tuvieron problemas. Problemas con la mujer, problemas de adicciones.
RA: Sí que por desgracia hubo muchos compañeros que claro, se acostumbraron a cobrar tal y ya tuvieron que cambiar de vida, de coche, de piso… se metieron en unas deudas que luego no pudieron darle la vuelta.
FA: En la edición del 3 de abril del 2002 de ABC. Edurne Uriarte, catedrática de Ciencia Política y actual diputada en el Congreso por el PP, lanzó una reflexión sobre ese papel secundario y tan poco humano que tenían los escoltas.
LOCUCIÓN: «De los primeros se habla mucho. Mucho menos de los segundos, convertidos en poco más que en figuras que simbolizan la anomalía cotidiana del País Vasco, en sombras sin rostro, en números sin nombre y sin sentimientos. Han hecho del riesgo su profesión, y se da por supuesta que su vida, igualmente amenazada por ETA, va con el cargo.»
AG: Fue una especie de vacío, un montón de años haciendo lo mismo y de repente te quitan tu sustento y ¿ahora qué voy a hacer? Y ahora qué hago ¿voy al paro?, ¿monto un negocio?, ¿qué hago ahora? Fue una especie de shock. Lo preveías pero no sabías cuándo te iba a llegar. Y cuando te llega dices: «hostia, pues ¿y ahora que hago?» Sobre todo cuando eres de aquí, todo el mundo te señala, todo el mundo ya sabe que eres escolta, que te dedicas a esto. Y llega un punto de mi vida que dije: «Ostia, ¿yo qué hago aquí?. ¿Qué hago aquí?, ¿Por qué estoy aquí? ¿Porque estoy metido en esto?», y pensé suicidarme. No aguantaba más. Fue un día muy duro porque yo sabía que estaba perdiendo a mi mujer. Una mujer que llevaba 23 años con ella. Crecimos juntos en el sentido… matrimonialmente hablando. Me llamó ese día, yo estaba en el Decathlon, que es de Pamplona, y me preguntó a ver si la quería. Esa fue la pregunta. Tuve un silencio de dos o tres segundos, vi todos los años de matrimonio, vi… y dije: «No, ya no te quiero». Me colgó el teléfono y dije: «Bueno, hasta aquí hemos llegado». ¿Entonces qué hice? Fui a casa —teníamos un piso de alquiler— me encerré en mi habitación, cerré la puerta, me senté en el suelo, con la espalda apoyada en la puerta de la habitación… y cogí mi arma de servicio, la cargué y me puso el cañón en la boca. Me vino la imagen de mi hija y dije: «No, no puedo dejar a mi hija huérfana, pero llegué a disparar de rabia, disparé que luego tuve que tapar el agujero de la pared.
FA: Nos ha costado mucho encontrar un reconocimiento a los escoltas. Había muy poco. Publicado en la edición online del 9 de enero de 2022. Hemos encontrado un vídeo de EuropaPress publicado en ABC en el que se recoge un homenaje a un escolta. Era un Ertzaina y se salvó de milagro en el atentado contra Manuel Carreño.
LOCUCIÓN EUROPA PRESS: La Asociación de Ertzainas ha homenajeado este domingo en Vitoria a Juan María Quintana, escolta de Manuel Zamarreño, el concejal del PP en Errenteria, que fue asesinado por ETA en 1998.
LOCUCIÓN ERTZAINA: Hoy estamos unidos a estas dos familias y queremos agradecerles y reconocerles su labor y su sacrificio.
I: Creo que tenemos un papel importante en haber evitado una masacre mayor. Con nuestros fallos como seres humanos, como profesionales también que también que podemos fallar pero posiblemente se hayan evitado muchos ataques contra contra concejales.
C: Yo creo que el gran éxito, el rotundo éxito de los escoltas de bueno, en lo que yo me pueda atribuir así un poco más de lejos que ellos, fue el que nunca tuvieron que entrar en un tiroteo con un comando por ejemplo. Que siempre su labor preventiva diera resultado para nunca llegar a eso. Porque desde que se pusieron escoltas privados a todos y cada uno de los concejales no volvió a morir ninguno más en atentado. Creo que los escoltas privados acreditan un 100% de efectividad, que no pueden acreditar ningún cuerpo policial. Bueno, creo que eso no ha sido suficientemente reconocido.
I: Haciendo este podcast Javier, hemos descubierto otra cara de la lucha contra ETA, una cara más invisible. ¿Crees que hemos sido injustos con los escoltas? Es decir, que nunca les hemos dado las gracias por su papel en la derrota del terrorismo.
JP: Sin duda. Hemos sido injustos. Porque se les obligó a venir, o por lo menos se les instó a venir de manera urgente y luego de manera urgente se les dio una patada, se ha prescindido de ellos. Obviamente fue gracias a una buena noticia. A mí me gustaría que hubiera sido compatible celebrar la buena noticia de la desaparición de ETA y celebrar que todos los que se jugaron la vida, la suya por defender la de otros, tuvieran algún tipo de compensación en virtud del mérito.
CC: Hablando del reconocimiento o no reconocimiento de la labor de los escoltas privados. En mi libro yo los he llamado ‘Los últimos héroes olvidados’ porque creo que no se les reconoció en absoluto su labor. Es decir, libraron de la muerte a mucha gente porque los mataban. Eso es un hecho cierto que ahora no se puede minimizar ni obviar.
AG: Aunque ha habido homenajes, ha habido reconocimientos al colectivo, para que salga en prensa, etcétera, etcétera. Sí, te puedo decir que la gran mayoría nos hemos sentido como diciendo bueno, hemos sido usados, hemos sido una herramienta más de uso, hemos tenido nuestra fecha de caducidad y cuando se ha terminado: «búscate la vida».
EM: Creo que jugaron una labor, es importantísima se queda corto, una labor determinante porque hubo un momento, a partir de la ponencia Oldartzen y de la socialización del sufrimiento en el que ETA decide matar todo lo que encuentra. Me llamo Eduardo Madina y fui dirigente del Partido Socialista, y en el año 2014 dejé de llevar escolta. Así que toda la gente que decidió dar ese paso valiente de proteger gente amenazada yo creo que necesitaria por nuestro país y por nuestro propio bien elevar el nivel de importancia que se les da.
RA: Yo por ejemplo, a mí si me llegan a decir: «Oye mira, se ha terminado lo de escolta, pero tienes opción de presentarte a cualquier cuerpo de policía que tú quieras, sea nacional, guardia civil, incluso municipal, y vas a tener unos puntos». Y para muchos de los que están ahí arriba no somos nadie. No tenemos ni nombre, ni rostro, ni nada.
IU: Normalmente en los conflictos suele pasar eso. «Cuando se te necesitaba te he usado. Lo has hecho muy bien pero ahora ya no te necesito, anda arranca que vas a estar muy a gusto allí».
IV: Javier. El final de ETA como banda armada es un hecho, pero su interpretación es subjetiva y varía en función de cada persona. Han pasado ya casi 15 años. ¿Qué regusto te queda a ti de toda esta nueva fase sin violencia en el País Vasco?
JP: Bueno, pues la primera sensación que tengo es la de felicidad y tranquilidad y me parece una buena noticia. El que no diga eso es que no lo ha sufrido de cerca, este lastre que hemos tenido. Pero luego, cada vez que voy al País Vasco y en concreto a Sebastián, que son muchas veces, me queda también un regusto agridulce, casi más agrio que dulce. Cuando yo me paseo por ahí por las calles, cualquier rincón, cualquier callejón, cualquier callejuela, me lleva un recuerdo. La mayoría de los atentados que se cometieron en San Sebastián siempre estaban a dos manzanas, una rotonda de mi calle, de mi portal, de mi casa. Siempre estaba cerca. Yo me he hecho mentalmente una especie de callejero y luego al final pues echo de menos a la gente que ya no está y que se fue de esa manera.
EM: Y tenemos un elefante en la habitación que es nuestro pasado de sangre. De una organización terrorista que asesinó todo lo que pudo para tratar de imponer una manera de entender lo vasco. Yo voy a pensar siempre en términos de memoria para proteger las generaciones de mi hijo y las de los hijos de nuestros hijos, para que nunca más vuelva a pasar nada parecido.
I: Después de años, sigo sin ver que realmente las víctimas y familias y esos atentados y muertes sin resolver vayan a ser juzgados. Y eso me entristece, como país democrático se me llena de tristeza totalmente.
AV: Los que eran de HB que habían estado o estaban en ETA, vamos nos conocemos todos perfectamente. Mi nombre es Ainhoa Villanúa y tenía 23 años cuando me convertí en la concejala más joven del ayuntamiento de Lezo. Y la escena fue en una discoteca de San Sebastián, y este chico que yo creo que no había hablado nunca con él, se acercó a mí y: «Ainhoa, que yo te conozco y jo, perdona porque…» Fue algo así ¿no? No recuerdo las palabras exactas, pero sé que a mí me sonó a justificación, a perdón, ¿no? Al final es que hay que entender también el mundo de ellos, ¿eh? Además tiene que ser muy duro vivir odiando, que es horroroso. Lo peor que te puede pasar, vivir con el odio.
IU: Olvido no hay ¿eh? Eso lo quiero dejar clarísimo. Olvido no hay y no hay que olvidar. Yo no olvido, no olvido pero sí paso página. Sí paso página, porque creo que es necesario pasar página, pero no por mí que yo ya tengo 52 años, sino por mi hija que tiene 14. Por todos estos chavales y chavalas. Yo creo que era necesario.
T: Yo tengo claro que no olvido. No puedo olvidar un caso como este. No voy a perdonar. Puedo perdonar a mi primo que me tiró la copa de vino. Puedo perdonar a aquel que me dijo que el siguiente soy yo. Pero desde luego no voy a perdonar nunca el usar la violencia. Eso lo tengo clarísimo y no lo voy a perdonar.
AV: Yo sigo viviendo en el mismo barrio.
MANUEL GARRE: ¿Y todavía recuerdas el episodio de la muerte de tu escolta Joseba cuando paseas por esa calle o pasas por la puerta de ese bar en el que pasó todo?
AV: A ver, al final yo creo que la mente humana es sabia y se protege, se auto protege. Pero sí, claro. Claro que lo recuerdo. Es el bar que más cerca está de mi casa, entonces yo suelo ir, si bajo a tomar algo al barrio o lo que sea, yo suelo ir ahí. Además, mi ex marido suele estar ahí y suelo estar con él tomando algo. Lo que pasa es que ahora es un Kebab. Ahora es un Kebab regentado por pakistaníes. Sí, sí, suelo ir ¿eh?.
GEMA INSAUSTI: Ahora podemos coger e irnos al campo tranquilamente, sin ningún tipo de problema. Soy Gema Insausti y fui objetivo de la banda terrorista ETA. Fíjate tú, el barrio mío, de cuando yo era adolescente pues ahora vamos por allí. Era un barrio batasuno hasta la médula. Lo llamaban territorio comanche.
O: Sin embargo, ahora estamos viviendo esa parte que no vivimos y lo hemos comentado muchas veces. Nos conocimos cuando había un muerto cada semana y nuestra vida siempre estuvo envuelta en medidas de seguridad. Y lo que no hemos disfrutado de esta tierra, lo estamos disfrutando ahora.
JP: Hace como tres o cuatro años que fuí con mis hijas. Mis hijas han nacido en Madrid pero tienen arraigo, me gusta que tengan su arraigo en San Sebastián, íbamos por la parte vieja y siempre al final por mi deformación, pasabas por la calle del restaurante La Cepa y dije: «Mira, aquí asesinaron a mi amigo Gregorio Ordóñez». Seguimos y llegamos a una plaza que se llama Plaza de Sarriegi y ahí estamos en una terraza y de pronto digo no puede ser: estaba en una terraza tomándose un vino así, hablando con el móvil, despatarrado, Valentín Lasarte, Lasarte fue el tío que vio a Ordóñez en la Cepa y fue corriendo a avisarle al comando. Entonces mi hija me dijo: «¿Qué pasa, y no llamas a la policía? ¿Habrá que detenerle, no?. Y dije: «No, no, si ya lo detuvieron, se fue a la cárcel» «¿Y se ha escapado?» Y dije: «Bueno, no ha hecho falta que se escape alguien le abrió la puerta antes de tiempo y ya ha salido». Entonces, claro, cuando tú ves al asesino, porque para mí es tan asesino como el que apretó el gatillo, entonces claro, vas por San Sebastián y no están los héroes y están los villanos pues es la sensación agridulce que te queda.
I: Javier, ¿cuándo vuelves al País Vasco?
JP: Pues mira, tengo ahí las maletas, dos pedazo de maletas que no necesito yo para un viaje pero me estoy llevando cosas y me iré dentro de tres días o cuatro. Yo Madrid, siempre me han acogido muy bien y yo aquí estoy a gusto, es mi segunda ciudad: la primera, San Sebastián. Me gusta estar a caballo.
I: Javier Pagola Muchas gracias por haberme recibido en tu casa y muchas gracias por tu labor informativa durante todos esos años.
JP: Gracias a vosotros.
LOCUCIÓN: El 20 de octubre de 2011, la banda terrorista ETA anunciaba que dejaba de matar. En casi 50 años, la banda asesinó a 853 personas y dejó 2.600 heridos. Gipuzkoa y Bizkaia fueron las provincias más afectadas.
En su última etapa, unos 3.000 escoltas privados dieron protección a centenares de personas solo en el País Vasco. Un servicio que movió más de 1.635 millones de euros de las arcas públicas.
Estos escoltas no perdieron a ningún protegido en sus años de servicio.
El día que ETA anunció el final de su actividad armada, el ertzaina Iñaki Uraga conducía a su mujer hacia un pabellón. Supo la noticia por la radio, como quien escucha un hecho histórico sin saber aún cómo encajarlo en su propia historia. Para los escoltas privados, la paz trajo consigo el desempleo y la sensación de haber sido necesarios hasta que dejaron de serlo. El tiempo los empujó al olvido, a la necesidad de reinventarse, de construir una vida más allá del miedo. Catorce años después, cada uno ha elaborado su propia versión de lo ocurrido. Y cada versión es una pieza de un puzle que aún sigue intentándose completar.
Créditos
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Investigación e idea original: Israel Viana
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Dirección y Guion: Manuel Garre y Juan López Córcoles
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Diseño sonoro: Dani Gutiérrez
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Ayudante de sonido: Íñigo Martín Ciordia
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Entrevistas: Manuel Garre, Juan López Córcoles e Israel Viana
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Producción ejecutiva: Andrea Morán
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Edición: Luigi Gómez y Andrea Morán
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Dirección de arte e ilustraciones: Rodrigo Parrado
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Desarrollo web: Jorge García
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Coordinación editorial: Elena de Miguel
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