Mojácar, en Almería, era el lugar donde Sánchez y su familia acudían en verano para descansar. Antes de ser el inquilino de la Moncloa, tanto el hoy presidente del Gobierno como su mujer Begoña Gómez iban a este pueblo costero que ahora está en el foco de la polémica por la presunta trama de compra de votos por correo con el objetivo de modificar a su antojo el resultado de los comicios del domingo.
Aquel cariño que guardaba Sánchez por Mojácar se ha tornado en su contra por un cruel corte de una entrevista que concedió mucho antes de llegar a dirigir el ejecutivo nacional. «¿Un viaje pendiente que le gustaría hacer?», le cuestionaban. La respuesta le persigue en las redes ahora.
«Siempre a Mojácar», respondía. Más cruel para él debe ser ahora escucharse responder a la pregunta «un lugar para perderse». Respondió, entre risas, lo mismo: «Mojácar».
Es evidente que ni Sánchez ni su equipo, empezando por su ministro Félix Bolaños, vieron venir el escándalo que les venía encima.
Aunque desde el PSOE, al menos sus pesos pesados, guardan silencio, es evidente que Sánchez ya no guardará tanto cariño ahora a Mojácar como hace un tiempo. La trama que ha dejado al partido sin respuestas hace que al presidente, que desde hace años ya no veranea allí, se le atragante ese nombre cuando lo escuche.
Hasta el momento, para Pedro Sánchez hablar de Mojácar era recordar sus paseos por la playa, los ratos en el chiringuito cercano a donde estaba su alojamiento o los tiempos en los que aún no estaba sumido en la vorágine de la presidencia del Gobierno.
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