El Coronel educó a sus hijos para ser narcoempresarios de la Mocromafia
El narco, creador del clan Bouyakhrichan, ha huido de Melilla a Marruecos con su mujer, hijas y yernos
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Madrid
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Iniciar sesiónEl Coronel ha perdido a sus dos hijos varones: a uno lo asesinó un clan rival hace diez años en Benahavís y al otro lo acaba de detener la Policía en Marbella por blanqueo de capitales. Él ha logrado salvarse una vez más ... y ha huido a Marruecos desde Melilla -donde vive- con su mujer, sus otras dos hijas y sus yernos, dedicados al mismo negocio.
De momento ha dejado atrás su vida de lujo en España -su casa la componen tres chalés unidos-, pero al otro lado de la frontera sus posesiones son aún más fastuosas. «Nunca sabremos el dinero y el patrimonio que acumulan», admiten fuentes policiales a ABC.
El Coronel es el auténtico creador y jefe del poderoso clan Bouyakhrichan, marroquíes de origen, señores de la Mocromafia que desde Holanda han extendido sus tentáculos por toda Europa. El sur de España es el territorio en el que se mueven como anguilas, donde viven intermitentemente y donde han levantado un emporio inmobiliario con decenas de propiedades para blanquear los beneficios de la droga. El hijo mayor, Karim Bouyakhrichan está en la cárcel tras ser detenido hace unos días en Marbella junto a cinco de sus hombres en una operación de la Udef, la Udyco Central y la de Melilla.
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Las autoridades holandesas le consideran el enemigo público número uno y uno de los delincuentes más peligrosos. A su grupo le atribuyen las amenazas a la Familia Real holandesa, a miembros del Gobierno y a jueces. Lo vinculan además con el asesinato del periodista de investigación Peter R. de Vries, ocurrido en plena calle en Ámsterdam.
Karim es el actual líder del clan de narcos después de que acribillaran a tiros a su hermano Samir, 'Scarface', en una noche de farra en Benahavís (Málaga). Ocurrió el 28 de agosto de 2014. Le dispararon catorce veces en el pecho y ya muerto en el suelo los sicarios siguieron vaciando el cargador.
Cuando llegó la Guardia Civil aún estaban los testigos. Los identificaron a todos sin saber en ese momento que se trataba de un cónclave de narcos de primer nivel. Los agentes del GRECO Costa del Sol y sus compañeros de Melilla reconocieron poco después a algunos de los asistentes a la fiesta. Entre ellos estaba Richard Rico, un traficante chileno en la lista de los cien líderes criminales más buscados por Holanda.
En la fiesta de Samir había otro viejo conocido de la Policía: Mohamed Benali, del clan Laca. El padre de Benali y el de Samir, el Coronel, eran íntimos hasta el crimen. Luego separaron sus caminos pero siguieron traficando y haciéndose ricos.
Los muertos se acumulan
El asesinato de Scarface evidenció el inicio de una guerra soterrada entre clanes de origen marroquí, pero criados ya en Países Bajos, Francia y Alemania. La Mocromafia estaba más que presente y en los siguientes años ha seguido cobrándose venganza.
«Es imposible saber cuántos muertos tienen a sus espaldas aquí. Algunas fuentes hablan de una decena pero solo tenemos indicios», explican los investigadores.
En teoría, la muerte de Samir la ejecutó el clan Taghi, su rival, como represalia por otro crimen anterior. La cuenta sigue sin saldar. Ridouan Taghi fue detenido pero eso no significa ni que haya cesado la venganza ni los negocios. La clave está en el control de los puertos por los que entra la cocaína.
Tras el asesinato de Samir, la Policía Nacional puso en su radar al clan Bouyakhrichan. «El padre los educó para ser criminales como él, narcotraficantes capaces de relacionarse con todo tipo de grupos y también empresarios. Si no lo son ellos, desde luego se rodean de los mejores», cuentan los agentes que los han investigado.
Todos empezaron moviendo hachís desde las zonas limítrofes de Melilla y Ceuta. Poco a poco evolucionaron y se trasladaron a Canarias con cargamentos de droga mucho más grandes. De ahí saltan a Holanda donde obtienen la nacionalidad muy rápidamente, pero sigue el apego a la tierra y a medida que se hacen mayores dejan el negocio a los hijos y se vuelven. Varios de ellos viven a caballo entre el sur de España y Marruecos con total discreción. El Coronel apenas salía de casa. Vivía en Melilla sin dar la nota, igual que su hijo Karim, que tras la muerte de su hermano «se borró del mapa, se convirtió en un fantasma», indican los investigadores.
El clan vendió muchas de las propiedades adquiridas para blanquear el beneficio de la cocaína (se asociaron con los carteles colombianos). Después de esa segunda venta el dinero ya estaba limpio del todo y reintegrado en el circuito financiero gracias a los mejores asesores, entre ellos algún afamado abogado de Marbella. Hay 172 propiedades bloqueadas por la UDEF y tres millones en cuentas bancarias, pero ni rastro del patriarca del clan.
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