Consecuencias de la movilidad geográfica para los militares: viviendas impagables, separación familiar y frenos a su carrera

«La movilidad de los militares repercute de una u otra manera no solo en ellos mismos sino en sus familias y también en la propia institución militar», concluye el Observatorio de la Vida Militar, un órgano dependiente de las Cortes Generales dedicado al análisis de las condiciones de los miembros de las Fuerzas Armadas. Su último informe específico está precisamente dedicado a los cambios forzosos de residencia.

La primera distinción debe realizarse entre los traslados -aquellos cambios de destino y de localidad permanentes- y los desplazamientos, que son los cambios geográficos temporales (de menos de un año) debido a operaciones, ejercicios o maniobras. Los primeros y sus consecuencias son los que ocupan el último análisis del Observatorio.

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Las dificultades asociadas a la movilidad geográfica han variado durante las últimas décadas debido también a los cambios sociales del país. Por ejemplo, la incorporación de la mujer al trabajo hace más difícil el cambio de residencia de toda la familia como sucedía antes. A ello se añaden los problemas para la escolarización de los hijos o la lengua en aquellas comunidades autónomas con lenguas cooficiales.

A todo ello se suma un problema que afecta a toda la sociedad y del que no se libran los miembros de las Fuerzas Armadas, como es el de la vivienda. La primera consecuencia es el aumento de los denominados 'solteros geográficos', militares que optan por trasladarse solos a su nuevo destino y regresar los fines de semana al domicilio familiar.

En el seno de las Fuerzas Armadas existe una compensación económica para apoyar las necesidades de vivienda que, sin embargo, el Observatorio denuncia que no es universal: no la cobran los desplazados a su primer destino y además tiene un tope de 36 meses. Actualmente, algo menos de 19.500 militares reciben anualmente esta compensación económica, lo que supone un 16,5% de los efectivos totales de las Fuerzas Armadas. «Esto expresa lo limita de la compensación», concluye el informe.

Además, la cuantía de estas ayudas se mantuvo sin variación durante una década y solo fue actualizada en 2023, pese a que no sucedió lo mismo con el coste de la vida y la inflación hizo subir el precio de los alquileres. El importe de estas ayudas se divide en siete categorías, según el coste de la vivienda en la zona de destino, y también distingue entre los empleos de los militares. Por ejemplo, en Madrid, varían entre los 780 euros que recibiría un militar de alto rango y los 518 de un soldado.

«La cuantía de la compensación es claramente insuficiente en comparación con el precio medio real de los alquileres y que, una vez extinguido el derecho de percepción, la pérdida de poder adquisitivo del militar pueda llegar a ser notable», avisa el informe, uniendo este hecho a las retribuciones en el seno de las Fuerzas Armadas, por debajo de las de otros cuerpos de seguridad.

Esta situación, continúa, puede ser un importante freno para la movilidad geográfica de la familia del militar, lo que hace que crezca el número de los 'solteros geográficos' «provocando la desestructuración de muchas familias de los componentes de las Fuerzas Armadas».

En concreto, el Observatorio señala varias deficiencias de la compensación económica, como por ejemplo el hecho de que no tenga en cuenta el número de miembros que componen la familia y, por tanto, el tipo de vivienda que tiene que alquilar el militar.

Cuando los militares optan por trasladarse en solitario, muchos recurren a las residencias militares, aunque «en muchos casos la demanda es superior a la oferta de plazas, algunas instalaciones son obsoletas y no responden a las necesidades actuales», repasa el estudio.

Estos obstáculos, continúa, «contribuyen a rechazar la movilidad por el impacto que esta tiene en la organización de la vida profesional, personal y familiar de los interesados y que, incluso, hace que se renuncie a la carrera militar por mantener la estabilidad familiar».