«Volver a empezar con miedo a que todo se repita»: los autónomos de la zona cero de la dana no se rinden siete meses después
Una joven podóloga de Alfafar reabre con incertidumbre su clínica, arrasada por la riada días después de su inauguración
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Han pasado siete meses desde que la dana golpeó con fuerza la comarca valenciana de l'Horta Sud y, poco a poco, los autónomos empiezan a resurgir entre escombros e incertidumbre. Negocios que parecían condenados al cierre vuelven a levantar la persiana, clínicas que quedaron bajo el agua reabren con más fuerza y proyectos personales, hechos a base de esfuerzo y sacrificio, se abren paso de nuevo.
Es el caso de Empar, una joven podóloga de Alfafar que vio cómo, tras años de esfuerzo, su sueño se ahogaba bajo 1,80 metros de agua. Inauguró su clínica de podología el 21 de octubre, después de varios años trabajando en el País Vasco, ahorrando cada euro con la idea de volver a casa y montar su propio proyecto.
«Solo pude disfrutar de la clínica dos días. Tras mucho esfuerzo económico, tiempo y mucha ilusión, así como haber invertido todos mis ahorros y muchos meses de papeleo, cuando por fin pude empezar, en una semana la dana se lo llevó por delante», explica emocionada a ABC.
Sin embargo, aquella jornada lluviosa, un cambio de planes le salvó la vida a la joven de 28 años: «Tengo que dar gracias porque cambié de planes a última hora y no abrí ese día. Si hubiera abierto, estaría muerta ahora mismo. Estoy viva de milagro», asegura.
Una reapertura marcada por el miedo
Reabrir no ha sido solo una cuestión de reformas y papeleos, ya que también ha implicado vencer el miedo. Miedo a invertir y emprender en una zona donde el nivel económico es bajo y la población todavía lucha por recuperar lo básico, como su vivienda o un coche. Para quienes lo han perdido todo, ir al podólogo puede parecer un lujo, y para quienes ofrecen esos servicios como Empar, la incertidumbre marca su día a día.
A pesar de la inestabilidad de la zona, la joven podóloga reabrió las puertas de su clínica el pasado 5 de marzo, y lo hizo en medio de una nueva alerta meteorológica, con colegios cerrados y la amenaza de nuevas lluvias en la comarca. «No se me olvidará nunca esa semana. Empezar otra vez fue muy difícil, sobre todo por el miedo. Miedo al tiempo y miedo a que el negocio no funcione. Volver a empezar con miedo a que todo se repita».
Según relata Empar, los meses previos a la reapertura fueron un auténtico calvario por la falta de mano de obra ante la gran demanda de reconstrucción de hogares y negocios en la zona. «Aquí la gente lo está pasando muy mal porque no hay mano de obra. Y si tienes suerte y encuentras a un albañil, te dicen que en un mes está todo listo, pero luego desaparecen; están sobrepasados y hacen presupuestos abusivos», ha denunciado.
Más allá de lo material
Pero los daños no se limitan a paredes o maquinaria: «Atiendo a muchos pacientes en sus casas que llevan siete meses sin salir porque aún no tienen ascensor. Las comunidades están paralizadas porque no han cobrado el seguro y pasear por el barrio aún es duro, ves persianas bajadas y casas a medio reparar. Da mucha pena».
Pese a todo, Empar se esfuerza por mantener la mirada hacia adelante. «He pasado meses muy duros, pero ahora estoy bien y contenta. Ha sido una pelea constante con albañiles, papeleos y el consorcio, y a pesar de que todo ha sido difícil y no han facilitado nada, algunos autónomos estamos levantándonos una vez más».
Las ayudas, otro laberinto
La reapertura de la clínica también ha supuesto una batalla contra la burocracia. «Las únicas ayudas que he recibido fueron la de Juan Roig, que pagaron muy rápido; la del Consorcio de Compensación de Seguros y la del Colegio de Podólogos», explica.
El resto, simplemente no llegaron por no estar empadronada en la Comunidad Valenciana, dado que seguía registrada en Bilbao por su anterior trabajo, y quedó excluida de la ayuda autonómica para autónomos.
Tampoco recibió nada de la donación de Amancio Ortega, ya que en Alfafar, su municipio, se destinó íntegramente a la reconstrucción de viviendas. «Lo entiendo, había muchas casas afectadas», lamenta. «A nivel estatal, la verdad, las ayudas han sido muy limitadas», concluye.
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