cambridge circus
Banca y beneficios: Piero Sraffa vs J. K. Galbraith
«Es urgente un pacto de Estado de los agentes sociales para comportamientos rigurosos en los controles de precios en la industria y en la banca»
Gilda y el tungsteno

Todo comenzó cuando le dedicaba gran atención a unas reflexiones publicadas por Joaquín Estefanía en su columna semanal 'Ensayos de Persuasión' hace alguna semana. Contaba Estefanía que en el año 2022 los beneficios de las compañías ganaron terreno en la renta nacional bruta en España mientras los salarios lo perdieron porcentualmente. A medida que iba buceando en el artículo mi mente inició una sensación extraña, algo así como un viaje en la máquina del tiempo hacia el pasado y no hacia el futuro, como sucedía en la célebre película 'La Máquina del tiempo' (1960), basada en la novela de H. G. Wells y que tanto nos impactó a los cinéfilos. Al mismo tiempo recordaba con nostalgia mi época universitaria en la Facultad de Económicas en Valencia, cuando escuchaba con autentico placer los temas de 'Historia de las Doctrinas Económicas y Teoría Económica IV' impartidas respectivamente por el profesor Ernest Lluch –años después impactado por su traumática muerte- así como Francisco «Sraffa» Pérez, hoy al frente del IVIE en Valencia. Con esta breve entradilla me gustaría llegar a una conclusión convincente para que entendamos la desigual distribución de la Renta Nacional entre salarios y beneficios.
A lo largo del curso se desarrolló, entre otros muchos temas del programa, el modelo teórico que el economista nacido en Turín, pero acogido y rescatado por Keynes en Cambridge evitando la persecución del fascismo italiano, fue amigo íntimo y albacea de Gramsci durante sus años en prisión. El maestro Sraffa (1898-1983) había publicado el libro que dio pie al estudio de sus teorías, Producción de mercancías por medio de mercancías, título largo y a la vez muy sugerente; en esencia fue una edición dirigida como un preludio a una crítica de la Teoría Económica. Para no alargar el discurso, volvemos a nuestros días y expongo la esencia de mi argumento.
En aquellas lecciones se explicaba los fundamentos de análisis del modelo sraffiano, básicamente consistía en un esquema de redistribución de la riqueza entre salarios y beneficios. Considerando la existencia de bienes básico y no básico o bienes de lujo. Retomando la opinión de Estefanía y con los datos de la Contabilidad Nacional del INE, los salarios ocupan un 46,8% de la renta nacional bruta, mientras que el excedente bruto de explotación supone un 42,3%. Tal y como resumía Sraffa en su modelo, el excedente es lo que queda de lo generado por su actividad una vez recompensado el factor trabajo. Como resumen de un complejo aparato analítico se puede concluir que esta filosofía de redistribución de las rentas en una economía de mercado, lo representamos de esta forma: r= R (1-w), siendo R tipo máximo de beneficio y w, los salarios. Y, ahora, la sorpresa para los sraffianos no es otra que estamos de rabiosa actualidad, vivimos una etapa caracterizada por agudas tensiones inflacionistas -este proceso está resultando complejo-, el tira y afloja entre sindicatos y patronal; según la opinión del Banco de España, más otros importantes servicios de estudios, se ha detectado que la mayor traslación de los beneficios a los precios de los bienes y servicios empresariales es la causante en origen de la creciente inflación subyacente. De modo que sólo existe una manera de atajar este problema: convocar un urgente pacto de Estado entre todos los agentes sociales con el fin de establecer acuerdos de comportamientos rigurosos en los respectivos controles de precios en la industria y en la banca. Sindicatos, Banca y CEOE han de comprender la magnitud del problema y su trascendencia en los consumidores en tiempos de sacrificios para llegar a fin de mes.
Simultáneamente al proceso inflacionista experimentamos durante el pasado marzo algunos momentos complicados y ciertamente tensos que de alguna manera nos ha hecho recordar tiempos no muy lejanos en los que padecimos una crisis bancaria internacional sin parangón, allá por 2008 con las hipotecas basura en los USA y Europa. Cabe citar el rescate de Silicon Valley Bank que deja un agujero de 18.000 millones de euros. Ante este dato se aduce que su caída se debió a la fuga de depósitos y a los problemas de liquidez. Cuando un banco entra en crisis sus activos suelen deteriorarse con rapidez, de modo que al no modificarse su pasivo la entidad pierde valor y pasa a resultado negativo. Es evidente que de repente se han vuelto a incrementar los riesgos para la estabilidad financiera. Por ello y siguiendo las recomendaciones del supervisor del Banco de España sería muy importante cumplir las normas básicas de gestión de riesgos y los acuerdos de Basilea III así como garantizar la seguridad y solidez de los bancos para salvaguardar la necesaria estabilidad financiera.
Concluiré con un breve apunte de la mano de J. K. Galbraith (1908-2006), un prestigioso economista norteamericano, gran conocedor de las grandes corporaciones empresariales y bancarias. Nos dejó importantes lecturas acerca del comportamiento de las entidades más representativas y de mayor relumbrón económico.
En su ensayo ¡La economía de fraude inocente', publicado en 2003, nos explicaba que «los corredores de Bolsa y las empresas de inversión, que entonces eran tenidos en muy alta estima, así como la prensa financiera y algunos recién llegados, con imaginación, propusieron sus predicciones sobre brillantes perspectivas de las empresas de Silicon Valley y estas fueron creídas a pies juntillas». En un próximo artículo abordaremos con mayor espacio las tesis de este economista tan reconocido entre la profesión por sus agudos y certeros análisis.
De momento nos atenemos a las conclusiones del Banco Central Europeo y la Reserva Federal norteamericana, ratificando que no hay temor a una nueva debacle financiera desde los episodios de Silicon Valley Bank y el Credit Suisse.
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