El superalimento cultivado en Valencia que incrementa las hormonas sexuales

Los investigadores de la Universidad de Valencia concluyeron que la chufa destaca por su capacidad de mejorar la salud digestiva gracias a su alto contenido en almidón y aminoácidos. Además, en su composición también se pueden encontrar minerales como el fósforo, el magnesio, el potasio y el hierro, sin obviar grasas insaturadas y proteínas.

Por ello, su consumo está recomendado para toda clase de persona, sobre todo para las que su situación fisiológica concreta la convierte en un aliado nutricional. Por ejemplo, para madres gestantes, pues su aporte de aminoácidos como la arginina es ideal para el feto, para niños y adolescentes en etapa de crecimiento así como para vegetarianos, ya que aporta un mayor abanico de nutrientes que otras bebidas de origen vegetal.

Asimismo, gracias al contenido de vitamina B3, la chufa facilita la eliminación de sustancias químicas tóxicas del organismo y capacita la creación de hormonas esteroideas sintetizadas por la glándula suprarrenal, las cuales están vinculadas a la reducción del estrés y a la producción de hormonas sexuales.

Al respecto, una investigación realizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas junto a otras universidades concluyó que la horchata natural, producida a base del preciado tubérculo, se puede considerar como un vasodilatador con efecto afrodisíaco.

Los primeros documentos históricos sobre el origen de la chufa se remontan a las primeras dinastías del imperio de la Antigua Egipto, donde se constató la presencia de este superalimento en tumbas y sarcófagos. «... en tierras arenosas, no lejos del cauce del río, crece sobre la tierra la llamada Malniathalle, redonda de forma, sin hueso y sin piel. Los habitantes recogen los tubérculos y los cuecen, con lo que se vuelven muy dulces, saboreándose entonces como un postre», se puede leer en una narración de Teofrasto.

Igualmente, también aparecen referencias en libros vetustos de autores árabes y persas que la denominaban Hab-elaziz-un-Zalam y Hab-el-Zem respectivamente. Incluso en China, la bebida a base de chufa se aconsejaba para tranquilizarse, estimular el apetito y proporcionar una mayor salud y bienestar.

Su cultivo se extendió desde Egipto hasta el resto del Norte de África, llegando a la Península Ibérica y Sicilia junto durante las invasiones islámicas en la Edad Media. La chufa se expandió gracias a la prohibición del consumo de vino por la religión mahometana y por el reconocimiento de sus beneficios medicinales. Así, comenzó su idilio con el campo valenciano, sobre todo en las localidades de Alboraya y Almácera.

De acuerdo con los diversos estudios científicos en torno a la «almendra de tierra», este tubérculo puede considerarse como un producto perfecto para los alérgicos a la lactosa, así como para los intolerantes al gluten o celiacos y para los diabéticos, siempre que se consuma, por ejemplo la horchata, sin azúcares añadidos.

La chufa, junto con el resto de derivados, pueden ser útiles en la batalla contra el colesterol y los triglicéridos debido a su perfil lipídico, ya que presenta un cantidad de ácido oléico muy similar al aceite de oliva. Además, posee peroxidasa y catalasa con propiedades desinfectantes para aftas o úlceras bucales y al contener mucha fibra combate el estreñimiento y evita el meteorismo y las flatulencias. Tales son sus fantásticas propiedades nutricionales que la NASA ha incluido a la horchata dentro de sus alimentos esenciales en los viajes al espacio.