Rita Barberá, que cosechó cinco mayorías absolutas, perdió la vara de mando tras los comicios de 2015, en los que pese a volver a ser la candidata con mayor número de sufragios por sexta ocasión consecutiva, fue superada por la suma de los tres partidos de izquierdas (Compromís, PSPV-PSOE y València en Comú) que lograron formar gobierno.
Desde entonces, el Ayuntamiento que preside Joan Ribó ha puesto el nombre de mujeres en 49 calles para «visibilizar su trayectoria». Las últimas han sido Florence Nightingale, Antonia Gómez de Orga, Rosalind Franklin, Amalia Fenollosa Peris y Lucía Sánchez Saornil. Todas ellas muy respetables, han tenido el honor que el Consistorio niega a Rita Barberá, alcaldesa de Valencia durante veinticuatro años y fallecida en 2016.
Poetisas, militantes anarcofeministas o químicas han sido distinguidas con una calle en Valencia de la que carece la dirigente política con mayor apoyo de la historia (véase si no el dato de los más de 1,3 millones de votos que cosechó) y que transformó la ciudad entre 1991 y 2015.
La izquierda valenciana rechaza la distinción a Rita Barberá con el argumento de una investigación judicial, la del conocido como «caso del pitufeo» archivada. Aunque no fuera así, la que fuera líder local del PP durante un cuarto de siglo merece el respeto de sus sucesores, que podrán omitir su recuerdo en el callejero pero no borrar la memoria colectiva de los valencianos que la respaldaron, con sus virtudes y sus defectos, de forma abrumadora.
El PP, que todavía purga el trato que dispensó a Rita Barberá en los peores momentos de su carrera política, ya ha anunciado que si gana las elecciones del próximo 28 de mayo la que fuera alcaldesa de Valencia recibirá su justo homenaje dando su nombre a una calle o a un lugar emblemático de la ciudad, según se ha comprometido su candidata, María José Catalá.
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