Los restos de Rafael Altamira y su mujer son exhumados en México y repatriados a El Campello

73 años después de su fallecimiento en México en 1951, los restos del humanista, americanista, pedagogo, jurista, crítico literario y escritor español llegarán en las próximas horas al aeropuerto madrileño de Barajas, desde donde serán trasladados por carretera hasta Alicante.

El matrimonio fue extraído de la fosa 371 en un acto solemne al que asistió el canciller del Consulado de España en México, Juan García Roig, y el servicio funerario Gayosso, responsable del proceso. Sus restos se encontraban en el interior de una cripta que contenía una bóveda dividida por dos gavetas. En la parte inferior se localizó al escritor y en la superior a su esposa, fallecida en 1957.

Se depositaron en dos ataúdes diferentes, ambos protegidos con cápsulas de zinc para «su resguardo y mantenimiento» en el traslado, según explicó el gerente de operaciones de Gayosso, Héctor Santoyo. Ambos se exiliaron, tras pasar por Holanda y Francia, ante el estallido de la Guerra Civil Española junto a sus dos hijas, Pilar y Nela.

Además, de ser considerado uno de los primeros historiadores que impulsaron la historiografía en España, fue nombrado como uno de los diez jueces titulares del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, que posteriormente se constituiría en el Tribunal Internacional de La Haya.

Este proceso de exhumación y repatriación comenzó en 2022 por iniciativa del Ayuntamiento de El Campello y se ha podido llevar a cabo gracias a la colaboración de la familia Altamira con el consistorio, la Generalitat Valenciana -que ha destinado 60.000 euros-, la Diputación de Alicante y el Consulado General de España en México.

No es la primera vez que se intenta. Se tiene constancia documental de que en 1987 la hija del humanista Pilar Altamira Redondo mantuvo conversaciones con los entonces presidentes de la Generalitat y la Diputación, Joan Lerma y Antonio Fernández Valenzuela, respectivamente.

El alcalde de El Campello, Juanjo Berenguer, ha agradecido en una carta al cónsul general de España en México, Manuel Hernández Ruigómez, su implicación en la causa.

«Para quienes admiramos el legado de Altamira, su intervención en este proceso significa mucho más que un acto administrativo. Es un gesto de humanidad y justicia histórica que honra a una figura que dedicó su vida a promover los valores universales de la educación, el diálogo y los derechos humanos«, señala Berenguer en la misiva.