La reforma laboral de Yolanda Díaz perjudica a los camareros en plena temporada alta del turismo

Aunque con estas nuevas reglas del juego en mercado del trabajo «algunas cosas han ido a mejor, en otras ha sido a peor», resume Nuria Montes, secretaria general de la agrupación de hoteles de la Comunidad Valenciana, Hosbec.

«Pasa por no tener en cuenta cuestiones específicas, una reforma laboral para todos los sectores tiene estas derivadas indeseables y, en lugar de ayudar a los trabajadores, que además en los hoteles y empresas de más tamaño era gente que estaba contenta con su trabajo, les perjudica«, señala Montes.

En concreto, el problema con que se encuentran ahora surge por el control de presencia en el puesto de trabajo, que hace que muchos no puedan ampliar su jornada como solía ser habitual en estas fechas, por ejemplo, en un hotel vacacional donde se sirven desayuno, comida y cena, de forma que encaja ese horario más extenso retribuido con un complemento de productividad, un plus salarial ahora prohibido con la reforma.

«Muchos camareros se han quedado sin esa opción y han perdido poder adquisitivo, muchos quieren hacer el mayor número de horas posible para ganar el máximo posible de dinero, ya que luego en temporada baja no tienen esa posibilidad», detalla la portavoz de los hoteleros.

En la dinámica usual de otras campañas estivales, la parte sindical podría arreglar esos ajustes horarios con complementos y por pluses por horas extra, pero la reforma laboral se lo ha prohibido.

Esta paradoja de una normativa ideada para beneficiar al trabajador que termina siendo un perjuicio se podría haber evitado -a su juicio- si el Gobierno hubiera mirado las especificidades de cada actividad económica y fomentado el «flexibilizar los acuerdos entre empresa y empleados«.

El hándicap para el turismo y la hostelería estriba en «ese sello de sector precario» que arrastra, cuando «no hay ningún tipo de explotación, ni precariedad, y casi el 100% de las plantillas son fijas, con contratos indefinidos o fijos discontinuos«, asegura Montes.

Antes de la pandemia, las empresas hoteleras de más de diez trabajadores (todos los establecimientos, prácticamente) debían de tener un 72% de la plantilla fija. Gracias a eso, en 2020 la mayoría de empleados fueron protegidos por sistema de ERTE. Al tener poco personal temporal, en Semana Santa de este año la planta hotelera empezó a abrir la totalidad y no se ha perdido empleo.

No obstante, Montes reconoce que no todo el sector funciona con esa estabilidad. «Es diferente la situación en empresas más pequeñas y en otras que habían abusado de contratos temporales, gente tuvo que buscarse la vida en la pandemia al cerrar los establecimientos y se fueron otros sectores, que absorbieron mano de obra (como logística, paquetería y la construcción)«, describe, en referencia también a la falta de camareros en bares y restaurantes, ese »déficit« de mano de obra.

Niega, en cualquier caso, que la razón venga de los bajos salarios, tal como atestigua un estudio de Hosteltur sobre el mercado laboral en los hoteles, que concluyó que la retribución mínima era superior a la de otros países importantes considerados referentes económicos.