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El juzgado de guardia del día de la dana, en una gasolinera: «Las primeras horas fueron muy duras»

La magistrada Lucía Mayordomo relata en un vídeo la vivencia inédita de mantener un servicio para varios municipios inundados y con cadáveres en garajes y calles

Los retos en los colegios de la zona cero medio año después de la dana

La jueza Lucía Mayordomo, en la gasolinera donde instaló el juzgado de guardia el día de la dana, relata la experiencia en un vídeo ABC
José Luis Fernández

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«Las primeras horas fueron muy duras». Una frase que más o menos se habrá repetido por muchos en el contexto de la dana en Valencia, aunque en el caso de la magistrada Lucía Mayordomo resulta menos típica, porque se refiere a la experiencia de montar el juzgado de guardia para varios municipios en una gasolinera, en medio de la riada.

Ahora, seis meses después, relata en primera persona y junto a su equipo de funcionarios cómo se organizaron improvisando para mantener una actividad esencial ante estas adversidades triste y trágicamente históricas. «A ver si podemos llegar en coche», rememora cuando huía de las inundaciones y buscaba a la desesperada un espacio físico con lo imprescindible para la atención judicial a la población.

Aquel fatídico 29 de octubre de 2024, el día de la dana, el Juzgado de Instrucción número 2 de Torrent estaba de guardia y su titular, Lucía Mayordomo, recibió una llamada a las 2 de la mañana. El agente de la Guardia Civil de Paiporta le dijo que había fallecidos en garajes, en la vía pública, que tenía que ir para allá.

Fuentes del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TJSCV), han difundido ahora este vídeo de la magistrada y, acerca del protocolo en estas situaciones, han aclarado que «cuando se trata de muertes de las que se desconocen las causas, cuando se sospecha que una muerte se ha producido de manera violenta o no natural, el o la juez tiene que hacer el levantamiento de cadáver junto al médico forense, la Policía o Guardia Civil y el/la letrado/a de la Administración de Justicia».

Ante estas necesidades de emergencia, la magistrada Mayordomo, junto al médico forense y la Guardia Civil, consiguió llegar hasta el único punto de la zona que tenía luz: una gasolinera. Y allí pasaron los primeros días.

Las mismas fuentes hacen énfasis en las dificultades extraordinarias en aquellas jornadas. «¿Cómo montaron una extensión del juzgado en una estación de servicio? ¿Cómo se comunicaban con sus compañeras de Instrucción 2 de Torrent?», señalan, como interrogantes.

«Las protagonistas de esta historia cuentan cómo vivieron esos duros momentos, la incertidumbre, el estrés durante semanas, cómo se organizaron, cómo crearon una base de datos de cero con la que llevaban el control de todo... Lucía, María, Mari Cruz, Raquel, Mar, Lucía, Helena, María José y Joaquina forman un «equipazo» profesional, pero sobre todo, muy humano», subrayan.

«Si salió bien es porque todos, desde la juez, el auxilio, el tramitador, el fiscal… hasta el bedel que abre la puerta y la señora de la limpieza funcionamos», resalta la propia magistrada, que insiste: «Nadie miró el reloj, ni los horarios, ni los medios con los que contábamos. Sólo pensábamos en sacar la situación adelante»

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