AL PUNTO
Yolanda Díaz, fija continua en la pelu
Feministas y palmeros han debido agotar tiempo, tinta y voz en ponen a parir a Guerra, lo que no les ha permitido hacer lo mismo con el desplante machirulo de Joan Baldoví
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Iniciar sesiónNo iba tan desencaminado Alfonso Guerra cuando mentó la cotidianeidad de Yolanda Díaz tomando asiento en una peluquería. Mucho que se le ha recriminado -a él-su comentario. Por retrógrado y machista, que son los calificativos menos hirientes que ellas, ellos y elles ... suelen usar cuando de arremeter contra un miembro del heteropatriarcado se trata por haber dicho alguna patojada inconveniente.
La vicepresidenta segunda en funciones del Gobierno de Pedro Sánchez, también en funciones, demuestra en cada comparecencia pública -la mayor parte de ellas para no decir nada provechoso, lo que no deja de ser motivo de agradecimiento- que el peinado y arreglo personal que luce y exhibe es fruto del esfuerzo diario de tener que acudir, ella sí como fija y continua, a los salones de belleza. En su derecho está. Y casi también en su deber para marcar distancia con los arreglos capilares de socias podemitas y nada digamos de colegas bilduetarras que sigan haciendo uso de un hacha para arreglo de su flequillo.
Tantas horas con la cabeza metida en un secador de pelo de casco, que es lo más parecido a una escafandra de un astronauta, por fuerza tienen que afectarle sus neuronas. Puede que algunas o muchas de las suyas ya hayan quedado torrefactas del todo. No de otro modo tiene explicación lo que dicho este fin de semana. Ante los dirigentes de los partidos coaligados en su plataforma de lanzamiento -reunión para establecer a estas horas las bases ideológicas de su engendro conocido como Sumar- ha denunciado que hay «personas inmensamente ricas conscientes de que nos vamos al carajo y lo que están haciendo es diseñar un plan B, muy restringido, fundamentalmente basado en huir del mundo para protegerse ellos y ellas solas».
¿Y cómo huirán de este mundo? Yo-yolanda no da pistas. Las menos inmensamente ricas se conformarán con irse a vivir a Nueva Zelanda, mientras que las inmensamente ricas huirán de la tierra en un cohete. ¿Cómo no pensar que si ha dicho eso es por perniciosa culpa del secado diario de su pelo a una temperatura excesiva? Ché, ni Julio Verne con su desbordada imaginación llegó atisbar el negocio que adivina Yo-yolanda Díaz.
Alfonso Guerra (Sevilla, 1940), genio y figura, volvió a demostrar que no ha perdido ni un ápice de su vitriólica manera de dirigirse a quien quiere lanzarle un dardo. El dedicado a la lideresa de Sumar no debe ser incluido entre los mejores de su antología, pero sí ha servido para dos cosas. Para demostrar que su agudeza octogenaria sigue siendo mucha. Y que mucha, sobre todo y muy airada, ha sido la reacción del frente y colectivos feministas con la colaboración siempre entusiasta de los palmeros mediáticos.
Feministas y palmeros que han debido agotar tiempo, tinta y voz en ponen a parir a Guerra, lo que no les ha permitido hacer lo mismo con el desplante machirulo de Joan Baldoví interrogando amenazadoramente una colega y vecina de escaño en las Cortes Valencianas. Ana Iris Simón se refería de modo conjunto el pasado sábado en El País al 'señoro' Guerra y al aliado Baldoví. De éste decía, y copio el párrafo: «Resulta que una diputada de Vox que se sienta a su lado estaba riéndose mientras él hablaba, y a Baldoví se le hincharon los cojones. Ni corto ni perezoso, el socio de Yolanda Díaz se levantó de su asiento y, como si fuera un repetidor en tercero de la Eso, o primer de BUP, que es más de su tiempo, se encaró de muy malas formas con la diputada. Mientras le lanzaba una mirada muy poco deconstruida y le alzaba el brazo, le pregunto «¿de qué te ríes?» Pero a Baldoví no le cayó la del atún. No, al menos, por parte de los que pusieron el grito en el cielo con el comentario de Guerra».
Añade Ana Iris Simón su sorpresa por el silencio de compañeras de partido no la llamasen al orden «por enfrentarse de muy malas formas a una mujer». Silencio estruendoso en las redes, mientras que algunos diarios de izquierda «ni siquiera hicieron noticia del encontronazo».
Gran ocasión la perdida por Yolanda Díaz en su cónclave sumatorio del fin de semana. En vez de condenar la actitud macarra de Baldoví prefirió hacerse notar lanzando no un globo sonda sino un cohete que, a la postre, no pasó de ser un potente y ruidoso masclet. Perdón, un petardo, petarda en su caso.
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