Al punto
El virus Sánchez
En eso sonó una extraña alarma, para mi desconocida, procedente del ordenador. Rápidamente acudí para ver de qué se trataba. Aún estoy tratando de averiguarlo
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Iniciar sesiónEl ordenador en el que me manejo para pergeñar estos artículos viene haciéndome en las últimas semanas cosas que me parecen bastante raras. Apenas abro un archivo para redactar un nuevo texto, me da la impresión de que toma carrerilla y se pone a escribir ... por su cuenta sin yo haber introducido ni una sola letra. Me asustó la mera sospecha de que una pizca de esa inteligencia artificial, que según parece ya comienza a campar a sus anchas, se hubiese enseñoreado de mi computadora.
Decidí llamar a un técnico informático, que al otro lado del teléfono me sometió a un tercer grado con su largo interrogatorio. Le rogué que no siguiese porque mis conocimientos de la materia no pasan de nivel ministerial. «No se preocupe. Dentro de cuarenta y ocho horas podré ir y revisarle el equipo». Y vino a casa, lo que celebré alborozado, y así se lo dije, de que un técnico cumpliese con su compromiso profesional y horario.
Después de que estuviese un buen un rato toqueteando, en el mejor sentido del verbo, mandos y teclado me dio su diagnóstico: «No encuentro ninguna anomalía que no sea el que su teclado presenta un elevado nivel de obsolescencia». Como puse cara de pez pasmado como Bolaños por semejante palabro, vino a decirme que «era ya muy viejo y trabajado –me refiero al teclado, se apresuró a aclararlo, no vaya a pensar otra cosa—por eso mejor si compra uno para sustituirlo».
¿Y por qué cree que su ordenador ha sido atacado por un virus?, me preguntó. Porque –le respondí—tiene una tendencia súbita y parece que irrefrenable a escribir en contra de Pedro Sánchez, diciendo que «es un mentiroso contumaz, que no cumple sus compromisos electorales…».
«No siga. Eso no es culpa de ningún virus. Este ordenador sabe cuánto hace y dice el presidente. En otras palabras, que lee su pensamiento, el de usted, y por eso trata de facilitarle el trabajo. Sabe lo mal pagadas que ahora están las columnas de opinión en la mayoría de los medios, y trata de echarle una mano».
Reparé en otro detalle, que hace un par de años o más las críticas del ordenador –y así se lo confesé al técnico – iban dirigidas invariablemente a Joan Baldoví, por estar apoltronado en el Congreso de los Diputados sin conseguir nada a cambio de sus votos con los que daba baboso apoyo a Pedro Sánchez.
«¿Lo ve? No se queje de su ordenador, que es de lo más sabio y bien enterado que está. Debía preocuparse si en un momento determinado le diese por escribir que Sánchez es hombre de palabra; que nunca dijo que pactaría con Podemos; que la amnistía no tenía cabida en la Constitución; que sabía que su mujer estaba siendo investigada y por eso se fue de retiro durante cinco días… en ese caso si debería preocuparse. Es el conocido como virus Sánchez, un terrible y pernicioso troyano que se habría adueñado de su ordenador. En ese caso que sepa que no hay antivirus capaz de devolver su equipo a la normalidad».
Le di las gracias y le pedí la cuenta. «Son cincuenta euros», me dijo, que le entregué en efectivo. Me hará una factura, por favor, le dije. «Prefiero cobrar en efectivo y así nos ahorramos el IVA», me respondió con desparpajo. Como viera mi cara de sorpresa, se apresuró a explicarse: «¿Y qué quiere, que sigamos engordando las arcas del estado, justo ahora que me acaban de doblar el espinazo con la declaración de la renta? Ese pellizco del IVA tenga por seguro que acabará en manos de cualquier pariente del ….»
En eso sonó una extraña alarma, para mi desconocida, procedente del ordenador. Rápidamente acudí para ver de qué se trataba. Aún estoy tratando de averiguarlo. Por mi cuenta, qué remedio, porque el técnico había aprovechado para darse el piro.
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