Al punto
El tren fantasma ha vuelto
«Por muchas que hayan sido las promesas de modernización de la línea –y hasta de su electrificación— la realidad es que el tramo Alcoy-Ontinyent-Xàtiva sigue siendo el más desatendido y pobre de todas las rodalías»
Imagen de archivo de un tren de Cercanías de Renfe
Una de las atracciones feriales que en los meses de noviembre de la década de los sesenta y siguientes del pasado siglo se instalaban en Ontinyent, era el tren fantasma. Un convoy de vagones descubiertos en los que tomábamos asiento. Tras dos sonoros pitidos ... se ponía en marcha y nos introducía en un túnel tan corto como oscuro, en el que aparecían pintarrajeadas figuras de esqueletos y momias con el deliberado propósito de asustar a los osados doceañeros que nos atrevíamos a subirnos en él.
Además de las figuras con su punto de fluorescencia, la diversión consitía en tratar esquivar los escobazos que una bruja, disfrazada de modo apropiado a su condición, repartía a diestro y siniestro provocando gritos y risas por mitades. Pronto hubo reacción por parte de alguno de los nuestros, el que siempre solía llevar la voz cantante, que nos desafiaba para ver quien era el machote que primero que conseguía arrebatar la escoba a la adefesio.
En los años sucesivos el mismo tren fue cambiando de denominación, si bien manteniendo las características de la atracción. Pasó a ser el tren de la bruja. Y más tarde el de la risa. O puede que fuese al revés. Cualquiera de aquellos distintos nombres nos serve ahora para referirnos al tren, tran o, tron o lo que sea, que presuntamente enlaza Alicante con Denia y cuya reciente puesta en marcha está siendo objeto de polémica, no pocas risas y muchas más críticas.
Semanas atrás los medios de comunicación dieron cuenta con gran realce visual y tipográfico de su puesta en servicio, acto que estuvo presidido por Ximo Puig, presidente del Consell, acompañado en otras autoridades locales y autonómicas por nuestra paisana Rebeca Torró Soler, consellera de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad. Confieso que cada vez que tengo que referirme a esta consellería debo recurrir a Google por no haber conseguido memorizar su tan amplia y exhaustiva denominación, atiborrada de competencias como parece que está. Supongo que para la propia consellera también será problemático conocer y recordar el alcance de tantas responsabilidades como acumula y tanto o más dificultoso le resultará atenderlas con la debida diligencia.
La inauguración de este tren, tran o tron de inmediato se vio salpimentada por la polémica levantada por numerosos usuarios que alertaron a colegas de los medios de comunicación. Denunciaron los viajeros que para hacer los casi cien kilómetros del recorrido se necesitaban tres horas y, además, se veían obligados a efectuar dos trasbordos por culpa de un exceso de peso. Exceso no de los viajeros sino de la propia locomotora que, de momento, no puede cruzar algunos de los viejos puentes con una capacidad de resistencia inferior a las cien toneladas. Túneles estrechos en Cantabria y Asturias. Aquí, puentes incapaces. En ambos casos, falta de previsión y exceso de torpeza.
Puede que a la consellera, como a tantos otros ontinyentins que en su día fuimos usuarios de la línea férrea Alcoy-Ontinyent-Xàtiva-Valencia, la lentitud de ese nuevo tren no le llame la atención acostumbrada al ritmo de los aquí sufridos que en ningún momento fueron más rápidos que las locomotoras a vapor alimentadas con carbón. Ni aquella pachorra, ni la actual porque viajar a Valencia en tren supone invertir –como poco— el doble de tiempo que necesitaremos si lo hacemos en nuestro propio vehículo. Y por muchas que hayan sido las promesas de modernización de la línea –y hasta de su electrificación— la realidad es que el tramo Alcoy-Ontinyent-Xàtiva sigue siendo el más desatendido y pobre de todas las rodalías.
Calificar al tren Alicante-Denia como tren fantasma, tal como se apunta en el titular, podrá parecer ofensivo. Y ciertamente lo es, lo reconozco, pero sobre todo para aquella divertida atracción ferial.
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