Al punto

¿Ya puedo hablar normal?

Imagen de archivo tomada en las Cortes Valencianas ROBER SOLSONA

Los versos con los que el periodista, escritor y poeta Teodoro Llorente ponía punto final a su conocido poema «Arrós en fesols i naps», no han dejado de ser una clara demostración de la utilidad y sentido y, tanto o más que eso, de ... valencianía, del artículo neutro lo, tan perseguido y condenado en los últimos tiempos por las élites catalanistas. Las que decretaron su expurgación de todos los textos si éstos pretendían contar con el caciquil nihil obstat de entidades como el Institut d'estudis catalans y de aquellas otras que (dentro y fuera de un Principat, eso sí, con veleidades de republiqueta) secundan los fabrianos postulados en contra del, repito, valencianísimo lo.

Son deliciosas las estrofas dialogadas entre los dos fematerets del poema. Conversan y el mayor pregunta al más pequeño qué comería hoy fuese rey de España: «Alçant lo front ple d'arraps,/ i soltant la llengua prompta,/ li contestà: –Pués, no ho saps?/ Quina pregunta més tonta…!/Arròs en fesols i naps». En la ratificación de su predilección por un plato tan de nuestra huerta, y también del secano, aparece nuestro lo de modo repetido: «I tu?» –afegí lo major./ Lo menut llançà un suspir,/i torcant-se la suor,/ li replicà: –«¿Què he de dir,/ si tu has dit ja lo millor?».

La supresión del lo no tuvo en cuenta, manda huevos, una de las obras cumbres de la literatura valenciana de nuestro siglo de oro, que no catalán, como Tirant lo Blanch, elogiada desde Miguel de Cervantes, que la consideró «el mejor libro del mundo», hasta Mario Vargas Llosa en nuestros días. Los restos de su autor, Joanot Martorell, no habrán dejado de estremecerse cada vez que un profesor o locutor de radio o tele, abducido hasta la médula, se haya referido a esta novela de caballerías como «Tirant el blanc».

Y lo mismo le habrá ocurrido al compositor de Requena (1885-1953), Pedro Sosa, del que este año se han cumplido setenta años de su muerte, y que tituló su muy conocido e interpretado pasodoble, estrenado en 1914, como Lo cant del valenciá.

El Gobierno valenciano presidido por Carlos Mazón parece empeñado en valencianizar nuestra lengua. Loable intento, puesto en marcha por el conseller de Educación, José Antonio Rovira, de restitución después de que el paso de Compromís por la Consellería de Educación salpimentase el valenciano de catalanidad, cuando introdujeron todos aquellos vocablos y giros que están más en consonancia con el barceloní presuntamente culto y del que ha quedado reflejo en los edictos y literatura oficial publicada en el Diario de la Generalitat Valenciana.

Lo que no acabo de entender es que esa valencianización, que yo aplaudo sin reservas, se acometa con cierta pusilanimidad a la hora de devolverle al «lo» los galones que tan cerrilmente le fueron arrancados. ¿Qué es eso de que el lo se incorporará como legítimo en comunicaciones administrativas orales o en escritos poco formales como libros de fiestas…?

El pasado jueves me invitaron a tomar parte en una tertulia, que se emite por Comarcal TV, junto a Yolanda Pérez, portavoz de Ciudadanos de Xàtiva y el alcalde de Cerdà, José Luis Gijón. Fue motivo de comentario el anuncio del gobierno de la Generalitat de proceder la valencianización de nuestra lengua. Y Yolanda, que es profesora de valenciano, dio cuenta de una anécdota que convendría elevar a categoría. Relató el caso de un alumno que después de haber aprobado la asignatura de valenciano preguntó a su madre si a partir de aquel momento «ya podía volver a hablar normal».

Normal es el valenciano que ese chaval ha escuchado en su casa desde que nació. Él y todo el alumnado que se ha visto reprendido por profesores talibanes que han llegado a afear, cuando no suspender aviesamente, a quienes han usado términos y vocablos que no consideraban normalizats. Y luego hay quienes se extrañan que no se incremente de modo notable del número de valenciano parlantes.

Adenda. Dado que un guiño puede ser motivo de polémica en las Cortes Valencianas una semana después de haberse efectuado, también podrá ser asunto a tratado, o no, dentro de la octava siguiente. No es fácil hacer referencia desde la seriedad a la airada protesta. Lo mismo el asunto termina siendo pretexto para que se pida la constitución de una comisión de investigación en nuestro autonómico, y en este caso ocioso, parlamento.

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