AL PUNTO
Día internacional de la facilidad
«La suma felicidad que debe suponerle al presidente Sánchez seguir en La Moncloa, a costa de lo que sea y como sea, de ahí su facilidad por aceptar todas las exigencias»
El feminismo, Díaz Ayuso y los tres monos
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Iniciar sesiónEsta misma semana estaba prevista la celebración del Día Internacional de la Felicidad. Si usted cumplió o no, es cosa suya. Una jornada que fue instituida por la Asamblea General de la ONU. Por una resolución, la 66/281 de hace catorce ... años, acordó que cada 20 de marzo fuese el Día Internacional de la Felicidad, según dejó anotado «para reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno…»
No me dirán que no resulta conmovedor conocer el loable propósito de la mentada resolución, al aceptar la propuesta de Bután, ese pequeño país fronterizo entre China e India, con una población similar a la de la ciudad de Valencia, que decidió declararse en la década de los setenta del pasado siglo, el país más feliz del mundo, dando prevalencia la Felicidad Nacional Bruta sobre el Producto Nacional Bruto.
Si usted sigue leyendo el contenido de dicha resolución, convendrá conmigo que es tan utópico como enternecedor, propugnar «la necesidad de que se aplique al crecimiento económico un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la felicidad y el bienestar de todos los pueblos». Raro es que una redomada cursi como Yolanda Díaz no lo haya copiado al pie de la letra y lo haga suyo, sin pago de los derechos de autor, en un mitin.
La felicidad ha inspirado a lo largo de la historia a poetas y trovadores. Palito Ortega, que no era butanés sino argentino, también la cantó, al igual que han hecho otros cantantes: «La felicidad, ¡ja, ja, ja, ja!/ de sentir amor/ hoy hace cantar/ a mi corazón…»
-Disculpe, señor Torró, pero observo que ha titulado su artículo con facilidad y no felicidad. ¿No se trata de un error?
-Estimado lector, le agradezco su perspicacia, pero no es error sino deliberado propósito de llevarle al punto que quiero comentar, la suma felicidad que debe suponerle al presidente Sánchez seguir en La Moncloa, a costa de lo que sea y como sea. De ahí su facilidad por aceptar todas las exigencias, por muy leoninas y atrabiliarias que fueran, planteadas por todos aquellos que, dándose cuenta de que sin sus votos Sánchez no podía seguir durmiendo en La Moncloa, lo han extorsionado hasta la mofa y befa, ridiculizándolo como ha acaba de hacer Puigdemont, en su separatista comparecencia para anunciar su candidatura a la presidencia de la Generalidad de Cataluña.
El prófugo Puigdemont, que hace seis años se dio el piro después del tremendo «merder» que fue el referéndum y la república interruptus, se ha acercado a España, sin cruzar la frontera, para jactarse de modo cruel, burlón, sarcástico y despiadado de todas las concesiones arrancadas Pedro Sánchez Pérez-Castejón, secundado en su facilidad otorgadora por una recua de cómplices, tanto en el Gobierno como en el Partido Socialista, ante la bobalicona complacencia de un grupo parlamentario y una militancia sometida y sodomizada por los caprichos de un mentiroso congénito.
Facilidad para pactar con Podemos después de asegurar su radical incompatibilidad –incluso para conciliar el sueño— y comprometerse con el engendro político de Pablo Iglesias, al que llegó a nombrar vicepresidente. (Un individuo que ahora ha terminado sirviendo detrás de la barra de un bar).
Facilidad para convertir en posible y constitucional lo que hasta el día de reflexión del 23-J era imposible y anticonstitucional. Facilidad por aceptar que un mediador internacional interviniese en las conversaciones con los enviados de Puigdemont. Facilidad para traicionar al pueblo saharaui, a despecho de lo que hasta ese momento apoyaba su partido, por vaya usted a saber lo que sabía de Sánchez y su señora el rey Mohamed VI. Facilidad conceder créditos y ayudas, más bien pufos, a la compañía aérea Plus Ultra. Facilidad para facilitar créditos y ayudas a otra compañía, Air Europa, con cerca de mil millones de euros, con la alargada sombra de Begoña Gómez.
¿Más facilidades sanchistas? Las de colocar en todas las instituciones del Estado a amigos, amiguetes y cómplices colonizando el Tribunal Constitucional, el Consejo de Estado, la fiscalía general, Correos, Puertos del Estado, todos ellos con engrasadas puertas giratorias para que no chirriasen viendo entrar a tanto sanchista.
¿Y qué me dicen, en el culmen de la facilidad del descaro, osadía y desvergüenza, que Pedro Sánchez tuviese la osadía de declarar a la prensa, terminada la reunión del Consejo de Europa de ayer viernes, que en su Gobierno «tratamos de hacer de la verdad una forma de hacer política»?
La asamblea de Naciones Unidas debería considerar, aunque sólo se celebrase cada cuatro años por aquello del bisiesto, el 29 de febrero como Día Internacional de la Facilidad, en recuerdo de la fecha en que nació un facilitador nato llamado Pedro Sánchez Pérez-Castejón.
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